Las campanas de los sondeos tocan a muerto por el Partido Socialista y por su candidata a la presidencia de la República francesa, Anne Hidalgo. La alcaldesa de París, nacida en Cádiz (1959), podría obtener el peor resultado de un aspirante socialista en toda la V República, un 2%. Se habla de refundación mientras se afilan los cuchillos.
"¿Sobrevivirá el PS a las presidenciales?" Se preguntaba el lunes el canal público France info. "Los socialista ya no se plantean hacer limpieza, han asumido que las iniciales P y S van a desaparecer del paisaje. Es cuestión de meses, quizás de semanas" escribía el domingo Laurent Telo en Le Monde.
Si esto es lo que dicen los medios amigos, imagínese los rivales. El ministro de Sanidad, Olivier Véran, antaño diputado socialista, ha sido rotundo: "Hidalgo pagará la corona fúnebre del PS".
Toda la culpa no es de Hidalgo. Pero su candidatura ha ido siempre cuesta abajo. Tras ser releegida como alcaldesa de la capital en 2010 y repetir que no aspiraba a ningún otro cargo, mareó la perdiz hasta que anunció que se presentaba en septiembre de 2011. Las encuestas le auguraban un 10%.
Hidalgo era la favorita del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, quien siempre que visitaba París se entrevistaba con ella o la recibía en la residencia del entonces embajador y hoy ministro de Exteriores, José Manuel Albares. "En el Consejo europeo necesitamos a la Francia progresista. Estoy convencido de que con Anne en la presidencia, Francia y la UE avanzarán", dijo Sánchez en noviembre en un acto público en el que también participó el primer ministro de Portugal, Antonio Costa. Hidalgo había perdido ya la mitad de sus apoyos (4-6%).
Hidalgo había quemado una gran promesa de su campaña, la intención de duplicar el sueldo de profesores y sanitarios. El ministro de Educación calculó el coste: 150.000 millones de euros en cinco años. Inasumible. Además el PS la designó candidata en unas primarias light: Sólo podían votar los 50.000 militantes, sólo había otro aspirante, el alcalde de Le Mans y ni siquiera hubo un debate entre ambos. Si en 2017, las primarias socialistas fueron una alborotada pelea de gallos, en esta ocasión fueron un muermo inaudible.
Tampoco funcionó el libro autobiográfico que acompañó su entrada en campaña. 'Une femme Française' (una mujer francesa). "Yo tenía dos años cuando mis padres tomaron el camino del exilio, dirección Lyon. Una decisión difícil pero que prometía escapar lejos de la pobreza y de la capa de plomo del franquismo. Ni mi madre, ni mi hermana ni yo misma hablábamos francés. Sólo mi padre Antonio -al que le gustaría más adelante que le llamáramos Antoine- conocía un poco Francia. Le había acogido de niño, en 1939, cuando su familia había escapado de las tropas de Franco. Mi abuelo fue detenido a su regreso en 1940 y mi padre, considerado como 'hijo de rojo' creció en una España retrógrada y beata de la que siempre quiso escapar. A los 17 años se enroló en la marina mercante y dio la vuelta al mundo. Regresó años después para cumplir las obligaciones militares y se asentó en Cádiz donde se casó con mi madre, María. Era pobre, obrero en los astilleros pero soñaba con volver a irse".
Estas pinceladas y la defensa de la escuela y del aprendizaje de la lengua como factor de integración aparecen sumergidas en un mar de ideología (socialista, feminista y ecologista). El libro contiene un relato interesante pero para percibirlo hay que desbrozar una selva ideológica crecida en la humedad de la presunta superioridad moral de la izquierda. Fracasó en ventas y críticas.
Hubo entonces una operación mediática para conseguir que renunciara. El expresidente François Hollande calentaba en la banda. Pero Hidalgo se negó a renunciar y Hollande se avino a expresar en público su apoyo. Fue en Limoges, un martes (22 de marzo) en un mitin de poco más de mil personas. "Él es la cuerda que sostiene al colgado. Hasta finales de enero, intentó convencerla de que se retirara. Este mitin ha sido una cita entre dos hipócritas", declaró a France Info un cargo electo del partido.
Refractaria al contacto con la prensa, incapaz de sacar partido a los Juegos Olímpicos de París 2024, Hidalgo va camino de perder más de la mitad de los votos que obtuvo Benoit Hamon (6,36%) en 2017. Por cierto, el director de aquella campaña fallida fue Jean Marc Germain, un socialista de la cuerda de Martine Aubry, ministra de Empleo en el gabinete de Lionel Jospin, 'madre' de las 35 horas y... esposo de Hidalgo.
Un Partido Socialista hundido
Hidalgo va mal. Pero el PS está sin ideas, sin votos y sin dinero. El que fuera partido hegemónico de la izquierda francesa tras ser refundado en 1969 por François Mitterrand, está al borde de la quiebra. En 2018, vendió por 45,5 millones de euros la sede de la rue Solferino, escenario de las noches victoriosas y de sangrientos ajustes de cuentas entre los elefantes del partido, a medio camino entre la Asamblea y el Museo d’Orsay. Le venían grandes sus 3.389 m2. Ya habían despedido a 57 empleados, la mitad de la nómina. Au revoir, Boulevard Saint Germain. Bonjour, Ivry-sur-Seine. Se mudaron al extrarradio.
Tras acumular 6 millones de déficit en 2019 y 3,7 millones en 2020, tuvo que despedir a 12 empleados, la cuarta parte de la nómina, en 2021. Cierto que no acumulan deudas (1,2 milllones). Pero si Hidalgo queda por debajo del 5% en la primera vuelta del 10 de abril, el Estado sólo reembolsará 800.000 € de gastos de campaña. Superar la barra del 5% da derecho a recuperar hasta 8 millones.
Tras las presidenciales, vienen las legislativas en julio. El PS tiene en esta legislatura 29 escaños de 577. El resultado de Hidalgo, si las urnas confirman los sondeos, deja a los socialistas en mala situación para pactar candidaturas conjuntos con ecologistas y los otros grupos de izquierda.
Olivier Faure, primer secretario del PS desde 2018, está en el punto de mira de muchos: "Su balance es catastrófico. La moción con la que fue reelegido se titulaba, 'Del renacimiento a la alternancia', pero hoy donde vamos es camino del cementerio", declaró un cargo electo parisino.
Bernard Jomier, senador y consejero de Hidalgo es consciente de la tarea: "El PS no saldrá adelante con un congreso. Hay que cambiarlo todo. Y pasar la página PS. Se anuncia una refundación".
Pierre Jouvet, portavoz del partido, parecía responderle desde Le Monde: "La desaparición del PS llevaría años, hay militantes y 60 millones de euros en las federaciones, que no pueden borrarse de un plumazo. Pero, desde un punto de vista filosófico, sí, es evidente que hay que cambiarlo todo. Nuestro futuro pasa por dos imperativos: no volver a hacer lo que ya está hecho. Hacer lo que nunca hicimos y hacerlo en común".
El ex presidente Hollande es más explícito: "Lo que hace falta es que un conjunto de fuerzas y de personalidades creen una nueva organización a partir del PS y de otros partidos, un movimiento que invente otros modos de elaboración de la política. Otra cosa más abierta".
"Es el PS de Epinay [lugar del congreso de refundación que lideró Mitterrand] lo que muere. En su lugar, hace falta un nuevo pensamiento teórico, una nueva estrategia política y una nueva organización", opina Jean Christophe Cambadélis, primer secretario entre 2014 y 2017.
"En lo que concierne al partido, habrá que tomar decisiones valientes y dolorosas. No hemos trabajado suficiente un verdadero proyecto de cambio social lo que necesita una clarificación de nuestra línea política. Hay que repensar nuestro modo de funcionamiento, asociando de forma más intensa a los militantes y cargo electos y abriéndonos a la sociedad civil". Así de claro lo tiene Carole Delga, presidenta de la región Occitania y uno de los nombres que ya suenan para 2027.
Con Anne Hidalgo no cuenta nadie para el futuro del socialismo francés. Salvo sorpresa mayúscula, volverá a concentrarse en el ayuntamiento de París y en los Juegos de 2024, procurando que se olvide su papelón en el entierro de un Partido Socialista.
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