Kramatorsk se hizo tristemente famosa cuando un misil Tochka-U cayó sobre su estación ferroviaria y la munición de racimo provocó al menos cincuenta muertos y más de cien heridos. Aquel incidente sigue siendo uno de los focos de la propaganda rusa, empeñada en que fue el ejército ucraniano el que, sin venir a cuento, habría decidido bombardear a sus propios ciudadanos. Los mismos a los que intentaba trasladar a Zaporiyia. Los mismos que defienden a la obligada capital del Donbás ucraniano de los continuos ataques rusos.
Del terror de Kramatorsk se habló durante unos días y luego cayó en el olvido de la barbarie. Sin embargo, la importancia de la ciudad sigue siendo crucial para ambos ejércitos. Ubicada en el mismo eje que Járkov, Izium y Donetsk, es ahora mismo, junto a su vecina Sloviansk, el gran objetivo del ejército invasor. Kramatorsk -y su estación de tren- son el vivero de las tropas que luchan en los frentes de Kreminna, Sieverodonetsk, Popasna… todas las pequeñas ciudades que hacen de primera línea de combate en la ofensiva rusa desde el este.
Si Rusia consiguiera tomar Kramatorsk y Sloviansk. Si consiguiera al menos rodearlas desde el oeste y evitar la llegada de alimentos, munición y nuevas tropas desde la retaguardia occidental, sin duda habría dado un golpe de efecto decisivo en esta guerra que va ya para los dos meses. Se calcula que unas 20.000 tropas de élite ucranianas están combatiendo en los alrededores de estas dos ciudades. Aislarlas del resto del país sería condenarlas tarde o temprano a la derrota. Si cayeran las JFO (Operativo de Fuerzas Unidas, en sus siglas en inglés), un cuerpo de élite que lleva luchando en el Donbás desde 2014, el resto de la región no tardaría en hacerlo.
Avance desde Mariúpol
El asunto es cómo conseguir cerrar esa pinza que ahogue definitivamente a las tropas ucranianas. Esta cuestión no es nueva. El ejército ruso tardó poco más de una semana en tomar Donetsk, tomar Lugansk, cercar Járkov, entrar en la periferia de Izium y rodear Mariúpol. Esta situación estratégica lleva sobre la mesa aproximadamente un mes y medio. Si sigue ahí, es porque ni las tropas regulares rusas ni las milicias de la autoproclamada República Popular de Donetsk ni la colección de mercenarios sirios, libios y chechenos que andan por ahí, colaboración incluida de unidades sueltas del Grupo Wagner, han conseguido resolverla satisfactoriamente.
¿Qué ha cambiado en esta segunda ofensiva? Es lo que está por ver. De entrada, dependerá mucho de qué pasa con Mariúpol. Rusia ha perdido muchísimo tiempo y muchísimas tropas intentando tomar de una vez la devastada ciudad portuaria… y aún no lo ha conseguido. Desesperado, Vladimir Putin ha tirado por la calle de en medio: dar la ciudad por tomada y renunciar a operación alguna sobre la acería de Azovstal. Las tropas rusas se limitarán a rodear el complejo y esperar a que los civiles y militares allí escondidos salgan de una vez o acaben muriendo de hambre.
El problema para Putin es cómo se hace eso en una extensión tan grande y tan difícil de controlar. ¿Cuántas tropas necesita dejar Rusia rodeando Azovstal para garantizar que no habrá nuevos suministros ni rearmes ni contraofensivas? ¿Cuánto tiempo más aguantarán las agotadas tropas del Batallón del Azov y de la Infantería de Marina escondidas en su laberinto? De la respuesta a estas preguntas dependerá el número de tropas que pueda mandar hacia el norte, una ofensiva mil veces retrasada y que parece que, por fin, se retomará en los próximos días. De Mariúpol a Kramatorsk hay unos doscientos kilómetros, pero gran parte de ellos ya están ocupadas por las tropas rusas que tomaron Donetsk al principio de la guerra. Sería cuestión de reagruparse y avanzar por la H20.
La opción de Izium
Este es solo uno de los cuatro posibles frentes desde los que Putin puede llegar a Kramatorsk y a Sloviansk. El segundo sería, obviamente, desde el este. En ese sentido, las tropas rusas capturaron el pasado martes la ciudad de Kreminna y dicen haber entrado en zonas residenciales de Sieverodonetsk y Rubizhne, a unos ochenta kilómetros de Kramatorsk. También se han intensificado los bombardeos sobre Popasna y Malinka, buscando un avance que, de momento, no se está consiguiendo en estas ciudades.
Este empuje desde el este y desde el sur podría verse complementado también desde el norte. Para ello, antes, Rusia debería afirmar su control sobre la importante ciudad de Izium, que sirve de puente entre Járkov y el resto del Donbás. Aunque el 1 de abril, el ministerio de defensa ruso dio la ciudad por conquistada, no está nada claro que eso se pueda afirmar tan alegremente: la lucha sigue prácticamente distrito a distrito, en un segundo plano ante lo que está sucediendo en Mariúpol o en Járkov, pero en una situación semejante.
Aunque la mayoría de la ciudad esté bajo control ruso, ese control depende de que las tropas se queden ahí y luchen contra los insurrectos. Aquí es donde se puede ver la enorme dificultad de la tarea propuesta y por qué se está tardando tanto en completarla: hay que atacar desde Mariúpol… pero dejando tropas en Mariúpol. Hay que atacar desde el frente oriental… pero sin descuidar la gran joya del Donbás, la ciudad de Donetsk. Del mismo modo, hay que atacar desde el norte… pero sin desproteger las zonas ocupadas en Izium.
Este continuo dejar tropas, este continuo no rendirse del ejército ucraniano es lo que está complicando tantísimo las cosas a Putin. Las distancias entre objetivos, como se ha visto, se pueden contar en decenas de kilómetros, pero el avance es complicadísimo y requiere de incesantes movimientos de unidades en varias direcciones. Con todo, aún hay una cuarta opción a la que puede recurrir el general Dvornikov para rodear Kramatorsk y con ella a las fuerzas de élite ucranianas.
Todo hacia Zaporiya
Esta cuarta opción es la más temeraria, aunque también sería la más devastadora para Ucrania. Consistiría en ir a por Zaporiya desde Mariúpol antes de lanzarse a por Kramatorsk. Huir de la línea recta, más protegida por los blindados ucranianos, y dar un rodeo considerable al oeste. Zaporiya es de las pocas grandes ciudades del sudeste que aún está en manos locales. Situada en la desembocadura del río Dniéper, queda pocos kilómetros al sur de Melitopol, otra ciudad conquistada por los rusos al principio de la contienda.
Conquistar Zaporiya requeriría de un reagrupamiento anterior de fuerzas en torno al norte de Crimea. Tropas que vinieran de la propia península, de Melitopol, de Jersón y de Mariúpol. Sería un golpe terrible para el gobierno de Kiev, pues una vez en el río Dniéper, las tropas rusas no solo tendrían acceso desde el oeste a Kramatorsk y Sloviansk sino que quedarían a tiro de piedra de Dnipro, la gran capital de la zona. ¿Por qué hemos calificado esta cuarta opción de “temeraria”? Porque tienen que pasar muchas cosas para que salga bien… y se puede perder mucho si sale mal.
De entrada, como hemos dicho, Mariúpol necesita de la presencia constante de tropas. Después de mes y medio de cerco, no es fácil mandar esas divisiones a otro frente y hacerlas combatir como si estuvieran recién salidas del centro de entrenamiento. Para continuar, la situación en Jersón es más defensiva que ofensiva. Ucrania lleva semanas contraatacando en la zona desde Mikolaiv y con éxito. No sobra ni un solo soldado ni un solo tanque ni un solo misil. En consecuencia, el reagrupamiento de fuerzas necesario para lanzarse sobre el Dniéper y desde ahí rodear lo que queda del Donbás ucraniano es muy improbable… y sin dicho reagrupamiento, intentar tomar la ciudad podría suponer una exposición a la contraofensiva demasiado imprudente.
Mariúpol, Donetsk, Izium, Kreminna o Melitopol. La importancia de todas estas ciudades bajo control mayoritariamente ruso se mide ahora mismo por su capacidad para mantener a raya cualquier insurgencia y avanzar hacia el centro. Sin ese avance y esa pinza, la guerra se va a volver a estancar y eso supone eternizar un conflicto tremendamente caro en vidas y rublos… Si Ucrania consigue resistir en estos frentes, tarde o temprano tendrá acceso a una negociación de paz justa. Las próximas semanas serán clave.
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