Al terminar el conteo de votos en la primera vuelta de las elecciones francesas, Jean-Luc Mélenchon, el candidato más a la izquierda de la papeleta, líder de Francia Insumisa, fue claro: "No hay que dar ni un solo voto a Le Pen. No hay que dar ni un solo voto a Le Pen. No hay que dar ni un solo voto a Le Pen". Lo repitió hasta tres veces, para que quedara claro porque "a veces, incluso cuando digo las cosas, parece que no las digo", justificaba con sorna.
Quedó claro a donde no debería ir el voto de la izquierda, pero pareció no quedar tan claro a donde había que redireccionarlo. Sin hacer un llamamiento directo al voto en Emmanuel Macron, como hicieron los demás candidatos derrotados, algunos analistas especularon con una posible llamada a la abstención.
La semana pasada, a pocos días del voto decisivo, Mélenchon hizo un llamamiento a los suyos a que, además de no ceder votos a la extrema derecha, no se abstuvieran. "No se abstengan, sigan siendo actores de esta historia", ha dicho en una entrevista para la cadena de televisión BFM, donde además ha pedido a su electorado que tampoco voten por Le Pen. No mencionaba a Macron, pero el mensaje iba implícito: era la única opción posible.
Este domingo, Emmanuel Macron salió ganador de una votación en la que la extrema derecha, aún derrotada, se alza con sus mejores resultados electorales y en unas elecciones que han tenido en la abstención otra protagonista. Un 28% de los electores decidieron abstenerse, el porcentaje más alto desde 1969, en la que dejaron la papeleta en blanco un 31% del electorado.
Entre ellos, hay un alto porcentaje de los votantes de Mélenchon. Un 24% de los electores que habían votado a Francia Insumisa se han abstenido este domingo y un 17% han depositado en las urnas un voto blando o nulo. Se trata del grupo más abstencionista entre los electores franceses que no han votado a Macron ni a Le Pen en primera vuelta.
Pero, si bien han contribuido para un dato histórico de abstención, los votantes de Mélenchon también han hecho una aportación decisiva a la victoria de Macron: un 42% de ellos votó por la reelección del presidente francés, según IPSOS. Su voto se trata de un voto más en contra de Le Pen que a favor de Macron, con los que pocos se identifican, pero, sin ellos, hubiese sido imposible apartar a la extrema derecha del Elíseo.
Pese a las diferencias ideológicas, que le colocan en las antípodas de los ideales de Marine Le Pen, un 17% del electorado de Mélenchon votó a la líder de la extrema derecha. Los sondeos anteriores a las elecciones de este domingo preveían una trasferencia de voto para Le Pen de entre 18% y el 30%, cifras que al final no se confirmaron.
Gran parte del electorado de Mélenchon está decepcionado con Macron y sus políticas, que dicen no representar las aspiraciones de las clases trabajadoras más precarias, la base electoral de Mélenchon, y está cansado de ser utilizado como dique de contención frente a la ultraderecha.
Le Pen supo leer esta decepción y centró sus últimos discursos en la protección del Estado de bienestar social. "Quiero decirles a los votantes de Jean-Luc Mélenchon que estoy fuertemente apegada a nuestro sistema de protección social. Tengo el proyecto más protector", explicó la candidata de la ultraderecha en una entrevista con la emisora francesa TF1 poco después de la primera vuelta.
Durante la mayor parte de la campaña, Le Pen dejó en un segundo plano los temas como la inmigración, el islam y la seguridad, y centró sus discursos en la mejora del poder adquisitivo de la población, en un contexto económico de alta inflación, intentando dejar a un lado su visión más extremista.
Consciente del alto grado de rechazo que genera en este segmento del electorado y de que es considerado por muchos un presidente para los ricos, Macron intentó seducir las clases trabajadoras, admitiendo modificar su proyecto de ley de reforma de las pensiones, que prevé elevar la edad mínima de los 62 años actuales a los 65 años y vincular las pensiones a la inflación.
Y si bien sus propuestas parecieron calar entre los más mayores -ha conseguido la confianza de un 59% del electorado de entre 60 a 69 años y un 71% entre los mayores de 70 años-, también parecen haberlo hecho entre los más jóvenes. Un 61% de los electores de 18 a 24 años han votado por Macron.
Si bien Macron ha salvado la partida con un margen confortable, recae sobre él una nueva responsabilidad: el crecimiento de la extrema derecha en Francia es un hecho consolidado y que pone en alerta a toda Europa; de sus cinco años en el Eliseo depende conseguir frenarlo o no.