La estrella de Emmanuel Macron palidece. Si en 2017 hizo historia al convertirse en el presidente más joven de la V República tras una campaña relámpago y en abril de este año logró ser reelegido, algo que sólo habían conseguido Jacques Chirac en 2002 y François Mitterrand en 1988, hoy en las legislativas ha perdido la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. Una derrota en toda regla.
Y un terremoto. Aunque su grupo de diputados sea el más numeroso, va a tener que negociar, bien un acuerdo de gobierno con los restos de la derecha homologada al Partido Popular Europeo (una hipótesis complicada) o bien sumar apoyos ley por ley. Algo inusitado en la Francia de la V República, construida institucionalmente para asegurar la gobernabilidad. Los analistas hablan ya de crisis de régimen.
Las estimaciones de cuatro institutos de sondeos predicen entre 200 y 260 diputados para Ensemble! (Juntos), la coalición centrista pro Macron. Muy lejos de la mayoría absoluta (289). Y a una distancia sideral de los 360 escaños de la anterior legislatura.
Desde la reforma constitucional que acortó el mandato presidencial de siete a cinco años, hace 20 años, las legislativas se celebran unos meses después. Hasta ahora, el electorado había confirmado su voto dando al Jefe del Estado con más poderes de Europa Occidental mayorías parlamentarias holgadas. Este domingo no ha sido así y el voto se ha centrifugado hacia los extremos.
La Nueva Unión Popular Ecologista y Socialista (NUPES) dirigida por Jean Luc Mélenchon, líder de la Francia Insumisa (aliado con Podemos en Europa) habría obtenido entre 149 y 200 actas. Esto es, la principal fuerza de oposición.
Mélenchon que no pasó a la segunda vuelta de las presidenciales al quedar tercero en la primera ha sigo el ganador moral de los comicios. Acertó al presentar las legislativas como una tercera vuelta de la presidenciales. Acertó al forzar en 48 horas a las fuerzas de la izquierda de gobierno (ecologistas, socialistas y comunistas) a aceptar un pacto radical y euroescéptico. Y acertó con el banderín de enganche de su candidatura al puesto de primer ministro. Era una ficción. Pero ha funcionado.
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Los números no dan para eso. El futuro de la NUPES está por escribir. Pero se adivina complicado. De entrada, Mélenchon no estará en la cámara porque no se presentaba. Y a sus 70 años, daba la impresión de que peleaba su último combate. Además es más que probable que, una vez adquirida la condición de diputados, los socialistas y los verdes que tuvieron que aceptar el trágala de Mélenchon, decidan recuperar su voz propia y formar sus propios grupos parlamentarias.
Éxito de Le Pen
La otra ganadora de la jornada es, incontestablemente, Marine Le Pen. Por primera vez, si excluimos la legislatura de 1986-88 electa en escrutinio proporcional, tendrá un grupo parlamentario propio. Y, si las proyecciones se confirman, hasta un centenar de diputados. En 2017, logró 8 escaños. En 2012, dos. Antes, cero.
Su partido estaba prácticamente en quiebra, con una deuda de 24 millones. En las presidenciales de 2017 obtuvo un préstamo de un banco ruso tras una entrevista personal con Vladimir Putin, en las de 2022 de un banco húngaro. Tras su fracaso en las regionales de 2019 parecía acabada. La irrupción fulgurante en las encuestas de un rival del mismo campo ideológico, Éric Zemmour, le hizo tambalearse. Derrotado en las presidenciales, el domingo pasado ni compareció ante los medios, tras ser eliminado en la primera vuelta de estas elecciones legislativas.
Marine Le Pen sonreía anoche. Ha sobrevivido a todo, traiciones familiares incluidas. Y superado, por primera vez, a la derecha homologada.
Paradójicamente, otros grandes derrotados en las urnas (los Republicanos, derecha clásica) a los que todas las proyecciones otorgan entre 58 y 65 actos, pueden encontrarse de nuevo en el poder, vía un acuerdo de gobierno. Lo que siempre ha buscado el ex presidente Nicolas Sarkozy, que mantiene una relación excelente con el actual inquilino del Elíseo.
Macron decidió no implicarse en la campaña de las legislativas tras su reelección, un error monumental. El martes último, a la desesperada, improvisó una declaración en el aeropuerto con el avión de la presidencia de la República, motores en marcha, como fondo.
Antes de despegar para Rumanía, Moldavia y Ucrania, declaró: “Vivimos un momento histórico (…) Porque está en juego el interés superior de la nación, quiero convencerles de dar una mayoría sólida al país. Nada sería peor que añadir un desorden francés al desorden mundial”.
Los franceses han desoído a su presidente. Y al cobrarse con un voto de protesta todas sus cuentas pendientes con Macron, han añadido desorden no sólo a la política nacional de Francia sino a la europea, dimensión en la que Macron era un actor dinámico. Ya saben que cuando París estornuda…