La primera vez que Ucrania se retiró de Sievierodonetsk coincidió, obviamente, con la primera ofensiva rusa, el 24 de mayo, es decir, hace un mes casi exacto. Tras unas primeras escaramuzas en la periferia de la ciudad, captura del Hotel Mir incluida, las tropas de reconocimiento rusas junto a las chechenas fueron entrando en la capital del Lugansk ucraniano sin encontrar resistencia alguna. Los vídeos mostraban a grupos de invasores paseando sin ruido alguno de fondo, ante la tranquilidad de una ciudad abandonada.
La decisión fue aplaudida por casi todos los expertos. Rusia ya ocupaba el 90% de Lugansk, Ucrania presentaba una desventaja numérica de aproximadamente diez a uno, y al fin y al cabo siempre cabía la posibilidad de hacer una doble jugada para sorprender a los rusos: por un lado, huir a Lisichansk, cuya situación en lo alto de una colina ayudaba a la defensa e incluso al ataque con artillería a una Sievierodonetsk tomada por los rusos… o fijar la línea del frente más al oeste, prácticamente en la frontera de las regiones de Lugansk y Donetsk, más cerca de las distintas líneas de suministro y con mayor facilidad para el movimiento de tropas.
¿Cuál era la gran ventaja de este segundo movimiento? Impedía el embolsamiento de las distintas unidades por parte del ejército ruso, lo peor que te puede pasar en una operación defensiva. Si tú resistes en primera línea del frente, pierdes hombres, pero los pierdes con un sentido. Si rodean a tus batallones, quedan condenados a la rendición o la muerte sin mayor ganancia que la propia resistencia por sí misma. En otras palabras, la posibilidad de convertir tu derrota en una masacre para ambos bandos.
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Eso tuvo sentido en Mariúpol, muy al principio de la guerra, y con matices. De entrada, tanto el Batallón del Azov como las tropas de la infantería marina se vieron rodeados desde el primer momento. La pésima defensa de todo el sur del país por parte de la Defensa Territorial -lo que le costó su puesto al máximo responsable, Yuri Halushkin, a mediados de mayo- hizo que a esos miles de hombres solo les quedara la resistencia o la rendición, sin terceras opciones. Eligieron lo primero hasta que lo segundo se hizo inevitable. Por el camino, entretuvieron lo suficiente a las tropas rusas como para impedirles seguir con sus conquistas hacia el norte de Zaporiyia o marchar directamente hacia el frente oriental.
Una segunda retirada tal vez tardía
Sin embargo, Sievierodonetsk era un escenario distinto. En Sievierodonetsk sí había la tercera opción de la retirada estratégica. Salvar vidas y salvar armas sin perder la posibilidad de recuperar después la posición. Parecía, con mucho, la opción más sensata… pero da la sensación de que la política pudo sobre la estrategia militar y a las cuarenta y ocho horas todo había cambiado. En lugar de una retirada ordenada de la zona, las tropas ucranianas se quedaron en la planta química de Azot y llegaron los refuerzos de la "legión extranjera". A los pocos días, el propio Volodimir Zelenski se presentaba en Lisichansk desafiando todas las convenciones de seguridad para reunirse con el alto mando y transmitirle su apoyo en primera persona.
Aunque la contraofensiva pareció ir bien en un principio -Ucrania llegó a recuperar el 50% de Sievierodonetsk-, todo se basó en un factor sorpresa que duró muy poco. Pronto, la situación volvió al escenario original: los rusos y sus aliados dominaban toda la zona residencial de una ciudad hecha añicos por su propia artillería… y los ucranianos seguían refugiados en Azot, con los puentes a Lisichansk cortados, en serio riesgo de embolsamiento, y con un ojo en la carretera T1302, cuya heroica defensa permite la viabilidad de una nueva retirada táctica, entendemos que esta vez definitiva.
El encargado de formalizar el anuncio ha sido el presidente de la región administrativa de Lugansk, Sergei Hayday. A primera hora de la mañana del viernes, Hayday hablaba a las claras de una retirada estratégica "en cuestión de horas o días". Más bien parece lo primero. Lo normal es que uno no anuncie una retirada hasta que no esté muy avanzada. De hecho, lo primero que han hecho los rusos nada más conocer las intenciones ucranianas ha sido bombardear la T1302, por donde todos entendemos que se efectuará dicha retirada, en la que puede haber miles de tropas de élite involucradas, algunas de ellas, incluso, provenientes de Zolote.
Abandonar ciudades derruidas para defender terreno sólido
Porque es muy probable que esta decisión sea consecuencia del sentido común… pero también de lo sucedido el miércoles en esta localidad al norte de Popasna. Allí luchaban tres o cuatro regimientos en el convencimiento de que los rusos serían incapaces de cercarlos -en estos cuatro meses de guerra, Rusia ha mostrado una exagerada torpeza al respecto-. Al final, la mayoría pudo escapar en el último momento, antes de que el ejército invasor consiguiera cerrar por fin la pinza. En el interior, han quedado unos mil hombres con la labor de resistir todo lo que puedan y cubrir la retaguardia a los que iban retirándose.
Viendo que la experiencia podía repetirse con muchos más hombres y un cerco más completo, Ucrania ha decidido ceder Sievierodonetsk y, entendemos, Lisichansk, otorgando el dominio completo de Lugansk a las milicias prorrusas. Desgraciadamente, no son más que puntos en el mapa, pues ambas ciudades han sido devastadas por completo, como tantas otras en el Donbás, una región que requerirá de millones y millones de rublos si Rusia pretende reconstruirla; algo que, se supone, era el objetivo inicial.
La retirada táctica del ejército ucraniano es una buena noticia o al menos consuma lo que los expertos llevan tiempo pidiendo. Ahora bien, no deja de ser la consecuencia de un momento militar muy delicado. A la espera de que lleguen a ese frente los nuevos lanzamisiles HIMARS estadounidenses -también es posible que se reserven para la contraofensiva en Jersón, que parece ir avanzando a mayor ritmo en los últimos días-, lo cierto es que Ucrania está muy cerca de perder todo el Donbás.
Lugansk, como hemos dicho, se puede dar por abandonado. Quedan determinados territorios de Donetsk, principalmente el eje Sloviansk-Kramatorsk, pero es de suponer que en cuanto terminen la conquista de Sievierodonetsk-Lisichansk, todas las tropas rusas acudirán a ese frente e intentarán embolsar estas dos ciudades desde el norte (Izium) y el sur (alrededores de Artemivsk), además de seguir avanzando desde el este (Limán) y cerrar la amenaza sobre la carretera que une Kramatorsk con Barvinkove.
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Con todo, hay que recordar que una guerra no se gana sin derrotas previas. Recular es normal en un ejército más débil y más cansado. El asunto es hasta dónde y ahí estará la clave de los próximos días. Veremos si Ucrania se siente cómoda en la defensa de lo que queda de Donetsk o si necesita echarse más atrás. Veremos, también, si Rusia sigue manteniendo las tropas unidas y las líneas de comunicación abiertas conforme vaya avanzando hacia el oeste, algo que no ha conseguido en otros momentos de esta guerra. La mezcla de estos dos supuestos definirá buena parte del verano en el sudeste de Ucrania.
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