Central de carbón en China.

Central de carbón en China. Reuters

Europa

La guerra en Ucrania perjudica la lucha climática: la vuelta al carbón dinamita el Acuerdo de París

Mientras Europa reactiva sus plantas de este combustible fósil, en Asia aumenta la importación desde Rusia y la producción nacional. 

10 julio, 2022 02:42

"Es como el momento 'hombre en la luna' para Europa", dijo a finales de 2019 Ursula von der Leyen cuando presentó su ambicioso plan para combatir el cambio climático. Lo que nadie esperaba es que, pocos meses después, una pandemia mundial paralizase cualquier intento de despegue. Mucho menos se esperaba que Rusia invadiera Ucrania, cortara el flujo de gas a países vecinos y abocara a numerosos estados a volver a utilizar uno de los combustibles fósiles más contaminantes para paliar la escasez de suministro: el carbón.

Europa se está preparando para el peor escenario energético posible y, al parecer, eso pasa por disminuir -al menos temporalmente- la ambición climática. Alemania ha sido la primera en reconocer esta derrota parcial. Esta misma semana, el Gobierno alemán ha anunciado que reactivará sus plantas de carbón, a pesar de que pensaba desmantelarlas para cumplir con su compromiso de eliminar este combustible para 2030.

La prioridad ahora es garantizar que la energía siga llegando a la industria y los hogares y conseguir llenar los depósitos de gas antes de que se inicie la temporada de calefacción. Sobre todo ante la posibilidad de un inminente corte total del gas de Rusia, que ya ha recortado el 60% del flujo que envía al país.

"Es una decisión amarga, pero esencial", ha reconocido el ministro de Economía, Robert Habeck. Y es que antes de la guerra, Alemania importaba un 55% de su gas natural de Moscú, lo que la convierte en uno de los países europeos más susceptibles a los ataques energéticos del Kremlin. 

Sin embargo, renunciar a la agenda verde ha sido mucho más duro para Austria, que anunció el adiós "definitivo" al carbón en 2019. Con un 80% de su gas procedente de Rusia, el país se ha visto obligado a preparar algunas centrales fuera de servicio para utilizarlas para generar electricidad en caso de emergencia.

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Por su parte, los Países Bajos han decidido levantar el límite a la producción de las centrales eléctricas de carbón, lo que le permitirá reducir su dependencia (del 15%) del gas ruso.

Una medida parecida se está planteando Italia, que en 2021 importaba el 90% de sus suministros de gas y el 40% lo hacía de Rusia. Desde el inicio de la guerra, el país transalpino ha buscado proveedores alternativos en Argelia o Catar.

Alemania, Austria, Italia y Países Bajos se preparan para reabrir sus viejas plantas de carbón

Sin embargo, estos podrían no ser suficientes para llenar los depósitos de gas, actualmente al 55% de su capacidad, según datos del Ministerio de Transición Ecológica. Por eso, el Gobierno de Draghi ha anunciado que comprará más carbón "con carácter prudencial" para incrementar la producción nacional.

La Unión Europea es consciente de que la vuelta al carbón es un daño colateral de los esfuerzos para eliminar los lazos energéticos con Rusia y seguir ahogando financieramente a Vladímir Putin. De hecho, Von der Leyen ha advertido recientemente a los estados miembros a no retroceder en su camino para reducir los combustibles fósiles. Para el Ejecutivo europeo el horizonte tiene que estar en las energías renovables

Más allá de Europa

Desde que empezaron las sanciones a las materias primas exportadas desde Rusia -el sexto mayor productor y el tercer exportador de carbón del mundo- los mercados de este combustible parecen haber enloquecido. Primero, porque países occidentales que habían renunciado al carbón ahora lo demandan. Segundo, porque Moscú se ha visto obligado a vender carbón con descuento a países que no censuran abiertamente su invasión a Ucrania.

En este sentido China e India han salido ganando. En el primero, las importaciones de carbón procedentes de Rusia casi se duplicaron entre marzo y abril, alcanzando los 4,42 millones de toneladas métricas, según datos de Refinitiv.

Además, el mayor consumidor de carbón del mundo está expandiendo la producción de este combustible desde el año pasado. Concretamente desde otoño, cuando un déficit de energía provocó apagones en todo el territorio y comenzó a frustrar el plan de Xi Jinping (presentado a Naciones Unidas) para alcanzar la neutralidad de carbono antes de 2060.

El carbón emite casi el doble de dióxido de carbono que el gas natural

En India la escasez es, desde hace tiempo, una de las mayores preocupaciones. De ahí que el país asiático se esté inclinando por el carbón, un combustible relativamente barato que alimenta ya el 70% de la red eléctrica del país.

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Además, Nueva Delhi no parece dispuesta a querer prescindir de esta energía. Mucho menos ahora que Rusia ofrece descuentos en sus materias primas. Sin ir más lejos, la compra de carbón ruso en el país aumentó hasta seis veces más que el año pasado en el periodo que va desde el 27 de mayo al 15 de junio, según datos recogidos por Reuters.

Así, el resurgimiento del carbón, que emite casi el doble de CO2 que el gas natural, pone en peligro los esfuerzos internacionales para limitar el aumento de la temperatura global en 1,5ºC, tal y como pactaron más de 190 países en el Acuerdo de París de 2015. Un hito climático que, como muchos otros logros, podría desmoronarse con la guerra en Ucrania.