El italiano Alessandro Chiocchetti es ya el favorito para ocupar el puesto de mayor poder entre los funcionarios europeos. Y, más allá de su controvertido pasado, el problema está en las acusaciones de que se han torcido ad hoc los procedimientos para favorecer al protegido de la presidenta de la Cámara. De hecho, una organización del prestigio de Transparencia Internacional ha acusado a la institución de "corrupción".
Chiocchetti no cumple los requisitos inicialmente previstos en la normativa para optar a la Secretaría General de la Cámara. La categoría que se asignó a ese puesto era la AD-16, y él está una por debajo... desde que la maltesa Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo, lo ascendió a su llegada al cargo, al convertirlo en su director de Gabinete. Ahora, un extraño pacto político entre el Grupo Popular, los liberales y los radicales de La Izquierda ha allanado el camino.
Así han ido las cosas durante las últimas semanas en la oscura carrera por elegir al nuevo secretario general de la Eurocámara.
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El director de Gabinete de la presidenta fue ascendido de categoría, por decisión directa de Metsola, hace sólo seis meses. Con esa promoción de la mano de su jefa, ella le otorgó la categoría AD-15, pero Chiocchetti quiere ahora dar otro salto más y ocupar el despacho de mayor rango burocrático.
Según fuentes del entorno de la presidenta, "hace ya 10 años que se permite un AD-15 en los puestos directivos", para ampliar la cantidad de candidatos, ya que muy pocos tienen el rango máximo.
Pero todo se suavizó aún más el día que la Mesa de la Cámara decidió crear una nueva Dirección general, bien dotada económicamente y que recayó en manos de La Izquierda. De este modo, los representantes de este grupo parlamentario apoyaron al candidato propuesto por los populares.
Gracias al hábil trabajo en los últimos años del actual dueño del sillón, el alemán Klaus Welle, la Secretaría General del Parlamento Europeo es el cargo mejor pagado (unos 250.000 euros anuales) y con más poder de Bruselas, Estrasburgo y Luxemburgo, las tres sedes de "la Casa".
Chiocchetti no es el único aspirante, pero sí es el único acusado de no reunir los requisitos precisos. Metsola, miembro del PPE, lograría con este movimiento consolidar a los populares en un puesto clave y, de paso, tener a su mano derecha al frente de las cañerías funcionariales de la Eurocámara.
Índice Global de Corrupción
Transparencia Internacional es una ONG multilateral que promueve la lucha contra la delincuencia corporativa y la corrupción política en el ámbito internacional. Fundada en 1993, publica anualmente el Índice de Percepción de Corrupción, una lista corporativa de corrupción a nivel mundial.
Según su informe de 2021, publicado en enero de este año, Dinamarca, Finlandia y Nueva Zelanda empatan en el primer puesto como países menos corruptos del mundo, con una puntuación de 88 sobre 100. Los cuatro peores países más "altamente corruptos" son Venezuela (14/100), Somalia y Siria (13/100) y Sudán del Sur (11/100).
Según este ránking, la UE en su conjunto ocuparía el puesto 29 de los 180 países estudiados en el mundo, con una puntuación de 66 sobre 100, justo detrás de Estados Unidos. España saca un 61/100 y cae un puesto, hasta el 34º, adelantada por Portugal.
Los parlamentos son la casa de la democracia, sedes de la representación y de la soberanía del pueblo. Los únicos poderes elegidos por los ciudadanos en los que, además de legisladores de todo signo (según el voto), hay tradición habitual de respeto a las minorías. Pero también necesitan un poder oculto, un cuerpo de funcionarios estables que los haga funcionar.
La UE, cuyo origen es el Mercado Común, es la mayor potencia comercial del mundo con 450 millones de habitantes, menos de un tercio de los de China o la India. A falta de mayor peso geopolítico a nivel global, es indudable que el secretario general de una institución como el Parlamento Europeo es una persona con un poder enorme.
"Nepotismo" y "corrupción"
Según recuerda un alto funcionario europeo, Welle ha ocupado ese puesto durante los últimos 13 años. Ha sido, por tanto, testigo de la crisis financiera y sus consecuencias legislativas, primero, y de la crisis del coronavirus y el "primer paso hacia la federalización" que fue el nacimiento de la deuda mancomunada, después. En medio, ha lidiado con el Brexit, la crisis de refugiados sirios, la revolución verde y las derivadas de la guerra en Ucrania.
En este tiempo, también, ha sido el gestor del aumento de atribuciones de una Cámara que antes ejercía meramente de faro moral de Europa y hoy puede vetar legislaciones que afectan a 27 países e incluso impulsar sanciones a gobiernos soberanos.
Pero Welle se retira al acabar 2022. Y ocupar su sillón significa manejar decenas de palancas, influir en todas las direcciones generales y comités políticos. Además de disponer de unos 2.000 millones de euros de presupuesto y dirigir a 8.132 funcionarios y personal contratado en 24 idiomas diferentes.
Por eso la guerra soterrada está abierta desde hace semanas. Y por eso Metsola, presidenta del mayor foro de debate legislativo y democrático del mundo y hasta ahora admirada por todos, ha perdido su aura entre acusaciones de "nepotismo" y "corrupción". En su entorno lamentan esta guerra pero la asumen como "parte del juego político", ya que el cargo de la Secretaría General "es muy codiciado".
El antecedente Selmayr
El escñandalo alrededor de Chiocchetti recuerda mucho a otro anterior, el que protagonizó la sombra de Jean-Claude Juncker, expresidente de la Comisión Europea, en 2018. Entonces se aceleró el nombramiento de Martin Selmayr, el jefe de Gabinete de Juncker, como secretario general de la institución.
Pero entonces, el Parlamento Europeo se indignó comprensiblemente y calificó la maniobra como "una acción similar a un golpe de Estado que fuerza y posiblemente incluso rebasa los límites de la ley".
Selmayr había sido ascendido de director de Gabinete a vicesecretario general, y luego a secretario general, todo durante una única reunión del Colegio de Comisarios, y sin pasar por los procedimientos normales de selección.
Algo similar ha pasado en el último mes en la Eurocámara: la Mesa del Parlamento Europeo aprobó un acuerdo armado entre el PPE, La Izquierda y los liberales de Renew para crear una 13ª Dirección General completamente en la secretaría del Parlamento. "Todo se ha hecho conforme a reglamento", alega un portavoz de Metsola, "este caso y el de Selmayr no pueden ser más diferentes".
La nueva oficina recibirá el nombre de Dirección General de Asociaciones Parlamentarias para la Democracia, pero aún no se ha informado oficialmente de cuál será su cometido concreto. "Es un nuevo reparto de atribuciones", explica el citado portavoz de Metsola.
Según un alto funcionario citado por la revista web especializada Politico, la realidad simple es que se está "haciendo el pastel más grande" para que La Izquierda obtenga su tajada. Y, de paso, un puesto de liderazgo que se acompaña de un salario mensual de alrededor de 20.000 euros. Otros trabajadores señalaron que la nueva Dirección General será redundante y duplicará el trabajo que ya hace la de Políticas Exteriores.
A cambio, estos mismos grupos apoyarían el ascenso fulgurante de Chiocchetti, a pesar de las objeciones del resto de grupos políticos y de los funcionarios públicos en la administración del Parlamento, molestos por lo que ven como un clientelismo descarado.
Aunque lo cierto es que este nuevo "chiringuito", como lo califican altos funcionarios del Parlamento consultados por este periódico, sólo cumpliría con otra dudosa tradición, la de la redundancia entre direcciones generales. Sin ir más lejos, hay tres -la de Logística e Interpretación para Conferencias, la de Traducción y la de Infraestructura y Logística- con fronteras muy difusas.
Cada una de ellas, tiene cuatro oficinas con directores designados políticamente, que reciben un alto sueldo por reportar a sus directores generales.
Batalla sucia
El escándalo ya ha salpicado a Metsola en su país y en artículos periodísticos publicados en Francia, Italia y Bélgica.
La batalla se ha ensuciado también con los recuerdos del pasado del propio Chiocchetti, al que se le recuerda su trabajo como mano derecha en del exeurodiputado Marcello dell'Utri, quien fue lugarteniente del ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi y, después, condenado a siete años de cárcel por sus relaciones con la mafia siciliana.
Cuando estalló hace cuatro años el muy parecido caso Selmayr, el Parlamento Europeo clamó por "el daño a la reputación causado a la UE en su conjunto", y votó abrumadoramente para exigir la dimisión del funcionario por no haberse respetado "los principios de transparencia, ética y Estado de derecho en el procedimiento para nombrarlo secretario general".
Ahora, Transparencia Internacional le saca los colores a Metsola por su proceder "claramente ajeno a sus propios llamamientos a una mayor transparencia". Por ejemplo, la vacante se anunció "en un anuncio de seis líneas, sin requisitos formales requeridos para el puesto, con fecha límite de 1 de agosto", el día en que las instituciones de la UE tradicionalmente cierran por vacaciones.
Se da la increíble circunstancia de que hace sólo dos meses, en mayo pasado, el Parlamento Europeo votó una resolución para pedir a su secretario general que "garantice la transparencia y la equidad durante los procedimientos de nombramiento de altos directivos". Los sindicatos del personal de la Cámara ahora están en pie de guerra.
Además, Transparencia Internacional denuncia que al realizar su último estudio sobre la integridad y ética de las instituciones europeas, el Parlamento Europeo fue la única de las tres (junto a la Comisión y el Consejo) que se negó a cooperar.
Y la sentencia ante esto fue la siguiente: "El PE debe atenerse a un estándar más alto, particularmente por su papel principal de hacer que otras instituciones de la UE rindan cuentas y de salvaguardar la legitimidad democrática de la Unión".