La ambiciosa contraofensiva que el Ejército ucraniano prometió llevar a cabo en el sur del país para reconquistar la ciudad costera de Jersón ya ha arrancado. Y, al parecer, lo ha hecho golpeando a Rusia donde más le duele: en un territorio que considera suyo.
El pasado lunes, un ataque en la base aérea rusa de Saki, en la península ocupada de Crimea, destruía ocho aviones rusos y varios edificios. Al menos eso es lo que se puede ver en las imágenes satelitales publicadas por Planet Labs, que muestran cómo varias explosiones consecutivas convirtieron el lugar en un vertedero de escombros y polvo.
Como en otras ocasiones, Rusia restó importancia a lo ocurrido y dijo que se trataba de un accidente con municiones que no había causado grandes daños. Y, por supuesto, ningún avión se había visto afectado. Una respuesta similar a la que dio en abril, cuando un misil antibuque ucraniano Neptune hundió el buque de guerra estrella de la Armada rusa, el Moskva, en el mar Negro.
El Ministerio de Defensa de Ucrania, por su parte, negó la autoría del golpe y prefirió responder con sorna al enemigo y advertirle de los peligros de "fumar cerca de explosivos".
Sin embargo, hay quien señala que podría tratarse de una ofensiva realizada con el armamento de alta precisión que Occidente lleva enviando a Kiev desde hace meses.
Así lo han sugerido dos funcionarios al portal Político, donde han asegurado que las explosiones del aeródromo militar ruso en Crimea, anexionada ilegalmente por Rusia en 2014, son el inicio de la "contraofensiva de Ucrania en el sur", además del inicio de una nueva y dura fase que podría extenderse hasta septiembre.
Asimismo, pocas horas después del ataque (aunque aún no se conocían las imágenes) el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, señaló que la guerra rusa contra su país y "contra toda la Europa libre comenzó en Crimea y debe terminar con Crimea liberada".
"La guerra contr Ucrania comenzó en Crimea y debe terminar con Crimea liberada"
Asimismo, el líder ucraniano advirtió en el parte diario emitido por diferentes canales oficiales, que "no habrá una paz estable y duradera en muchos países a orillas del mar Mediterráneo mientras Rusia pueda utilizar Crimea como su base militar".
A pesar de que todo apunta a que las fuerzas ucranianas están detrás del incidente, Rusia no tiene interés en culpar al enemigo. Entre otras cosas porque entre la base aérea de Crimea y el frente defensivo de las líneas rusas hay más de 225 kilómetros, una distancia considerable que podría indicar que la tecnología militar de los ucranianos es muy superior a la rusa.
Y es que, que se sepa, Ucrania no cuenta con misiles de tanto alcance, ya que los cohetes HIMARS suministrados por EEUU tienen un alcance de 80 kilómetros. Asimismo, sería poco creíble que los aviones ucranianos hubieran penetrado el espacio aéreo controlado por el Kremlin.
Así, o las fuerzas ucranianas cuentan con un armamento desconocido o, según apuntan oficiales ucranianos consultados por The New York Times, el ataque se llevó a cabo con la ayuda de aliados que estarían en Crimea.
Cabe también la posibilidad de que unas fuerzas especiales del ejército ucraniano estuviesen detrás, lo que demostraría una nueva habilidad de las tropas de Kiev, según aseguran oficiales ucranianos a The Washington Post.
Contraofensiva en Jersón
Lo cierto es que en las últimas semanas, las fuerzas ucranianas han estado presionando para recuperar terreno en dirección a la ciudad de Jersón, que fue una de las primeras en caer en manos rusas al inicio de la invasión. Sin embargo, los avances, aunque significativos, han sido discretos.
En este sentido, las explosiones en el aeródromo podrían indicar que el contraataque ha comenzado en serio. Y es que el golpe en Crimea ha sido una bendición para las tropas ucranianas, mientras podría suponer un golpe a la moral de los soldados de Putin.
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Se encargó de subrayar esa humillación el propio Zelenski, que indicó que los invasores habían perdido en un sólo día diez aviones de combate: "nueve en Crimea y uno más en dirección a Zaporiyia".
Es precisamente en la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa, actualmente ocupada por Rusia, donde se concentra el otro gran frente de la guerra. En los últimos días han aumentado los bombardeos en la zona, despertando el miedo de una catástrofe nuclear.
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