Las imágenes recuerdan a tiempos pasados. Ya recordaban en febrero, cuando familias prósperas se vieron de un día para otro deambulando a pie y con lo puesto por carreteras para no morir bajo los escombros en un bombardeo, camino de ser acogidos como refugiados, dejando atrás su hogar, su profesión y todos sus proyectos vitales. Pero ahora son esperanzadoras y vemos a soldados ucranianos liberar ciudades y recibir aplausos y abrazos de compatriotas. El invasor huye.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha pedido a los aliados que aceleren el envío de armas. Sus tropas han recuperado 6.000 kilómetros cuadrados de territorio desde el inicio de septiembre en una contraofensiva en la región de Járkov que siembra dudas en el enemigo. Incluso leales a Vladímir Putin hablan a estas horas de "desastre" mientras el Kremlin trata de contener la furia asegurando que su "operación militar especial" concluirá con éxito.
Cuando menos, el transcurso de los últimos acontecimientos ha significado una inflexión que cala en la opinión pública, cuestión aparte es si la guerra se puede ganar o si su final está cerca pero hoy, por primera vez, se contempla la derrota de Rusia. Zelenski augura una "rápida desocupación" este invierno y su discurso convence. El presidente no ha desgastado su popularidad contra todo pronóstico, sigue sin abandonar Kiev y sin faltar a su discurso diario dirigido a la nación.
Las redes sociales amplifican este mensaje y lo corroboran con emotivos y poderosos vídeos de la liberación. Ucrania reconquista en horas lo que a Rusia había costado meses controlar. Y los habitantes, principalmente mujeres, salen a las calles entre lágrimas a recibir a los liberadores a los que ofrecen refrescos y comida. Pero éstos llaman a la calma y a continuar en el refugio. 102 días de guerra dan para ser conscientes de que en cualquier momento pueden volver a caer las bombas.
Esperanza, no euforia
En efecto, si Zelenski ha solicitado a sus socios que envíen más armamento cuanto antes es porque no quiere que se confunda la esperanza con la euforia. El periodista Rostyslav Averchuk, en una crónica que ofrece la agencia Efe, conversa con Olena Mykula, una ciudadana de Leópolis cuyo hermano combate en el este, y advierte: "Cuanto más grandes sean nuestros éxitos, más se desbocará Rusia con sus ataques de misiles".
Averchuk relata también el temor a que en los asentamientos liberados tengan lugar hallazgos como los de Bucha o Irpín. Ya hay denuncias por desapariciones de residentes y se han encontrado huellas de tortura y heridas de bala en la nuca en el pueblo de Grakove.
Muchos de los vídeos de la liberación corresponden a la ciudad de Balakliya, una de las primeras recuperadas en Járkov. Junto con los que muestran tanques rusos destruidos o arrebatados al enemigo, son la principal información sobre el terreno para los ucranianos, que consumen todo lo que les ayuda a comprender el estado del conflicto. Deben saciarse con ellos porque Kiev no abandona el hermetismo sobre sus próximos pasos ni objetivos. De otra manera daría pistas a Moscú.
Pero no solo militares y ciudadanos anónimos contribuyen a mejorar el ánimo. El propio Ministerio de Defensa ha compartido en las últimas horas un vídeo en el que se mofa del ejército ruso. Se ve a soldados de infantería saltando de un tanque en pleno repliegue y a toda velocidad que acaba estrellándose contra un árbol.
Con esto se apela al patriotismo, como ocurre con otra imagen que se ha viralizado que hay que situar en la ciudad de Balakliya. Allí, un soldado ucraniano arranca un gran cartel de propaganda del Kremlin en una valla publicitaria en el que se lee '¡Somos un pueblo con Rusia!' Bajo ese cartel aparece uno anterior con versos del poeta ucraniano Tarás Shevchenko. '¡Lucha y vencerás!', dice la primera estrofa.