Bruselas

Las conferencias de embajadores (que tienen lugar periódicamente en cada país) son eventos para socializar, saludar en persona a compañeros a los que apenas se ve el resto del año y crear espíritu de grupo y de nación. También sirven para que el jefe (presidente o ministro de Exteriores) felicite a sus diplomáticos por su tarea y defina las prioridades del nuevo curso y la estrategia a seguir.

La Unión Europea celebra su propia conferencia anual de 2022 esta semana, la primera presencial desde el estallido de la pandemia, que reúne a los representantes de las más de 140 delegaciones y oficinas de la UE en todo el mundo. Pero en su discurso inaugural es lunes, Josep Borrell se ha saltado por completo las prácticas diplomáticas tradicionales y se ha dedicado a abroncar a sus subordinados (sin usar eufemismos) por no hacer bien su trabajo y ser lentos y soberbios.

"Este no es el momento en que les voy a mandar flores a todos diciendo que son guapos, trabajan muy bien, estamos muy felices, somos una gran familia, etc", les ha espetado Borrell a los embajadores nada más empezar. "Este es un momento para hablar entre nosotros sobre lo que no hacemos bastante bien, por qué no siempre estoy contento con la forma en que trabajan mis delegaciones y para enviar mensajes claros sobre cómo me gustaría que mejoraran", ha dicho.

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La tesis central de Borrell es que vivimos en "un mundo de incertidumbre radical" en el que "la velocidad y el alcance del cambio es excepcional". "Acontecimientos que pensábamos que nunca pasarían están sucediendo uno tras otro. A este ritmo, los cisnes negros se convertirán en mayoría. Ya no habrá cisnes blancos, todos serán negros, porque una tras otra han sucedido cosas que tenían pocas probabilidades de ocurrir, y aún así se han producido y tienen un impacto muy fuerte", ha señalado.

La invasión rusa de Ucrania es uno de esos "cisnes negros", igual que la inesperada resistencia de Kiev. Tampoco estaba en la agenda europea la escalada de tensión en Taiwán entre Estados Unidos y China, ni la crisis energética ni la subida acelerada de tipos por parte de todos los bancos centrales siguiendo la estela de la reserva Federal de EEUU. "Es una tormenta perfecta. Todo el mundo está corriendo a subir los tipos y eso causará una recesión mundial", ha dicho.

Embajadores apoltronados

Borrell censura que los embajadores de la UE en todo el mundo no están a la altura de estos desafíos: están apoltronados y no son capaces de reaccionar a esta sucesión de crisis en tiempo real. "Necesito que me informen rápido, en tiempo real ,sobre lo que está pasando en sus países. Quiero ser informado por ustedes, no por la prensa. A veces, sé más de lo que está pasando en algún lugar leyendo los periódicos que leyendo sus informes. Sus informes llegan a veces demasiado tarde", se queja el jefe de la diplomacia europea.

"Quiero que sean más reactivos, las 24 horas del día. Estamos viviendo en crisis, hay que estar en modo crisis. Expliquen lo que está sucediendo: rápido, inmediatamente. Aunque no tengan la información completa en las primeras horas, demuestren que están ahí", les ha reclamado Borrell a sus subordinados.

"Teniendo a todos ustedes en todo el mundo, debería ser la persona mejor informada del mundo, al menos tanto como cualquier ministro de Exteriores. Soy el 'ministro de Asuntos Exteriores de Europa'. Compórtense como lo harían si estuviesen en una embajada: envíen un telegrama, un cable, un correo, rápidamente. Rápido, por favor, reaccionen", insiste el Alto Representante.

Otra de las críticas de Borrell a sus subordinados es que renuncian a dar la batalla de la comunicación, algo que sí saben hacer Pekín o Moscú. "Me sigue sorprendiendo que, en algunas delegaciones, parece que no toman suficientemente en cuenta nuestra comunicación, y no tuitean y retuitean los mensajes que estamos elaborando desde el centro. Tienen que ser una red que va repitiendo, transmitiendo, insistiendo", se ha quejado.

Conquistar las mentes

"Esta es una batalla que no estamos ganando porque no estamos peleando lo suficiente. No entendemos que es un combate. Además de conquistar un espacio, hay que conquistar las mentes. Los rusos y los chinos son muy buenos en eso", sostiene el Alto Representante.

Pero para 'conquistar las mentes', los embajadores europeos deben abandonar el tono de superioridad moral que a veces exhiben. "Tenemos que escuchar más. Tenemos que practicar mucho más el 'modo escucha' con el resto del mundo. Debemos tener más empatía. Tendemos a sobreestimar los argumentos racionales. 'Somos la tierra de la razón'. Pensamos que sabemos mejor qué es lo que interesa a los otros", asegura Borrell.

¿Cómo se pueden corregir todos estos problemas? ¿Qué deben hacer entonces los embajadores de la UE? El jefe de la diplomacia de la UE lo resume en esta regla de oro: "Tomen más la iniciativa. Prepárense para ser audaces".

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