El ataque perpetrado este miércoles en una iglesia de Algeciras, donde un hombre de origen magrebí armado ha asesinado al párroco y ha herido a otra persona, está siendo investigado por la Policía Nacional como un presunto ataque yihadista.
Esta agresión, a falta de conocerse los detalles, que ha detenido al sospechoso, vuelve a poner en alerta a Europa por la posible reaparición del terror terrorista provocado, sobre todo, por la actuación de "lobos solitarios".
En los últimos años, Francia ha sido el país que más atentados de estas características ha sufrido desde que el ataque en el seminario satírico Charlie Hebdo, en París, desató una oleada de ataques yihadistas en suelo europeo.
["Je suis Samuel": Francia recuerda al profesor decapitado tras enseñar caricaturas de Mahoma]
En verano de 2016, dos jóvenes de 19 años que dijeron pertenecer al Estado Islámico entraron en la iglesia de Saint Etienne du Rouvray, en Normandía, y degollaron ante los feligreses al anciano sacerdote Jacques Hamel.
Ese mismo año, 84 personas murieron después de que el tunecino Mohamed Lahouaiej Bouhlel arrollase con un camión a una multitud en Niza que celebraba la fiesta nacional por la toma de la Bastilla.
El destino del profesor de secundaria francés Samuel Paty fue igual de terrible. En 2020 uno de sus alumnos lo decapitó a las afueras de París por uno de sus alumnos tras enseñar en clase caricaturas de Mahoma publicadas, precisamente, en la revista Charlie Hebdo para hablar de la libertad de expresión.
Viena, Londres, Bruselas...
No hace falta irse tan atrás en el tiempo para comprobar que la amenaza terrorista acecha desde hace tiempo a Europa por la actuación en solitario de individuos radicalizados. A finales de 2022, un policía murió en Bruselas a manos de un atacante que, según la prensa local, gritó "Aláhu Akbar" ("Alá es grande") en el momento de la agresión.
La escena recuerda a la que se vivió en los alrededores de una sinagoga de Viena hace tres años, cuando un terrorista, que trató de unirse al Estado Islámico en Siria y que estaba fichado por la policía, disparó con armas automáticas y semiautomáticas contra transeúntes y comensales de bares y restaurantes, matando a cuatro personas.
Los atentados de este tipo también han sembrado el terror en Reino Unido, donde ya en 2013, dos jóvenes islamistas británicos de origen nigeriano –que se autoproclamaron soldados de Alá–, asesinaron brutalmente al soldado Lee James Rigby. Le atropellaron a la luz del día, le arrastraron por el suelo y le asestaron varios machetazos para decapitarle en el distrito de Woolwich de Gran Londres.
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