Rusia ataca en varios frentes: Ucrania duda si la gran ofensiva será en Kiev o en el Donbás
Lo que queda claro, en cualquier caso, es la inminencia del ataque y el nuevo cambio de tendencia en la guerra.
3 febrero, 2023 02:34Los últimos días recuerdan en exceso a los vividos en enero y febrero de 2022, lo que no es en absoluto una buena señal. La misma confusión, los mismos mensajes de alerta y la misma sensación de que en cualquier momento puede suceder algo horroroso. La diferencia con respecto al año pasado es que ahora es fácil ponerle fecha a nuestros miedos: la tentación del aniversario es poderosa y prácticamente todo el mundo da por hecho que será el 24 de febrero el día del comienzo de la nueva ofensiva rusa.
Sobre dicha ofensiva llevamos hablando desde noviembre, cuando tanto el gobierno de Zelenski como el jefe del estado mayor estadounidense, el general Milley, coincidieron en alertar de un ataque ruso para finales de invierno o principios de primavera de 2023. Dependería de las condiciones meteorológicas: si el invierno era duro y helaba, el ataque sería más fácil. Si, por el contrario, era plácido y más lluvioso, generando más barro, el ataque tendría que esperar. Las imágenes de los tanques rusos varados en medio de la nada sin poder avanzar ni retroceder aún están muy presentes en nuestra memoria de aquella invasión de 2022.
El asunto es aclararse por dónde van a venir los tiros. En un principio, había cierto consenso en que se intentaría algo parecido a lo del año pasado, es decir, un ataque desde varias posiciones con Kiev como uno de los objetivos principales, contemplando incluso la posibilidad de atacar Leópolis desde Bielorrusia. Fueron los días de las constantes reuniones entre Lukashenko y Putin y las peticiones de este último de que Bielorrusia entrara en el conflicto con sus propias tropas. Los movimientos y los ejercicios militares en la frontera fueron constantes durante aquellos días, invitando a pensar en la necesidad de proteger Kiev como no se protegió en su momento por un exceso de confianza.
Sin embargo, conforme han ido pasando los días, la inteligencia ucraniana parece haber cambiado de idea. Si en diciembre de 2022, Valeriy Zaluzhny, jefe del ejército ucraniano, afirmaba en The Economist su convencimiento de que Rusia iba a ir a por la capital para descabezar cuanto antes la resistencia, ahora los altos mandos parecen inclinarse por un ataque directo en el este, para tomar de una vez las regiones de Lugansk y Donetsk en su totalidad.
Demasiadas incertidumbres
Lo inquietante de este cambio de enfoque es que la inteligencia estadounidense aún no se ha pronunciado al respecto. En 2022, acertaron cuando predijeron un ataque a gran escala con el intento de hacerse con todo el país. En Kiev, estaban convencidos de que dicho ataque se centraría en el Donbás, como ahora. Se habla de una movilización de 500.000 hombres, fruto de la última leva más los reclutados forzosos. Aunque es cierto que 500.000 hombres parecen pocos para acometer un intento de invasión desde el norte, el sur y el este, también parecen muchos para centrarlos en una sola región.
¿Sabe con certeza Kiev que el ataque va a llegar desde Rusia y no desde su vecino del norte o se limita hasta cierto punto a tirar de intuición? Es lo que desconocemos. ¿Se anuncia el 24 de febrero como fecha del nuevo ataque por una cuestión cabalística o hay información específica y de fiar acerca de las intenciones de Putin? En principio, es raro que alguien ataque justo el día que los demás anticipan dicho ataque y que lo haga entrando justo por donde se le espera. Parece algo aventurado descartar ahora mismo que Rusia vuelva a intentar abrir varios frentes confiando en que esta vez la apuesta fructifique.
En su favor, está el cansancio de las tropas ucranianas, su limitada capacidad de remplazo y el hecho de que la nueva remesa de armas prometida por occidente no estará lista hasta primavera o incluso verano. En su contra, los mencionados problemas orográficos y la pérdida del factor sorpresa, aparte de la acreditada capacidad de resistencia del ejército ucraniano. Da la sensación de que la única táctica de Gerasimov consiste en acumular hombres e ir mandándolos al frente a morir hasta que alguna unidad consiga romper las líneas enemigas.
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Pérdida ucraniana de la iniciativa
Lo que queda claro, en cualquier caso, es la inminencia del ataque y el nuevo cambio de tendencia en la guerra. Ucrania estuvo defendiéndose como gato panza arriba durante los tres primeros meses, paró la sangría los tres siguientes y vivió momentos de verdadero esplendor bélico de agosto a noviembre, tres meses en los que consiguió expulsar a los rusos del norte de Jersón y del sudeste de Járkov, recuperando incluso territorios en Lugansk y soñando con la posibilidad de avanzar hacia Crimea.
Sin embargo, esa iniciativa se ha vuelto a perder. En enero, por primera vez desde agosto, Rusia ha ganado más terreno del que ha perdido y, en general, ha conseguido darle la vuelta a la tortilla y tomar la ofensiva de las operaciones. El precio a pagar en forma de vidas humanas nos es de momento desconocido, aunque entendemos que es muy elevado. Los avances son mínimos, eso sí, solo un 0,1% del total de territorio ucraniano ha cambiado de manos, prácticamente todo en las inmediaciones de Bakhmut, aunque la ciudad de la región de Donetsk aún resiste a todas las ofensivas tanto del Grupo Wagner como del ejército regular ruso.
Ahora bien, la falta de recursos le ha costado a Ucrania la oportunidad de asestar un duro golpe a Rusia. El frente de Kreminna no se ha movido en absoluto cuando nadie dudaba en octubre que acabaría cayendo. Zelenski lleva tiempo pidiendo más y más armas, pero no han llegado aún. Ahora, tendrá que defenderse de una amenaza que no es capaz de precisar en tamaño, lugar ni fecha con lo que le quede de los envíos anteriores y el empuje de sus hombres. Con todo, si Ucrania repite la hazaña de 2022 y para ese primer impulso ruso, el verano promete ser claramente esperanzador.