En la décimo primera jornada de protestas en Francia por la reforma de las pensiones que pretende sacar adelante Emmanuel Macron, los parisinos han salido a la calle y han asaltado e incendiado 'La Rotonde', la 'brasserie' favorita del presidente, que está situada en la margen izquierda del Sena, en el bulevar de Montparnasse.
Un grupo de manifestantes violentos lanzó botellas y pintura contra la Policía y, en ese momento de caos, quemaron el toldo del local. Se trata de un establecimiento muy conocido en Francia y simbólico para Macron, porque allí celebró la victoria que obtuvo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2017, las primeras que ganó.
Aquella cena fue muy criticada por algunos sectores de la sociedad francesa porque les pareció que la celebración fue "desproporcionada" debido al precio del menú. Incluso el por entonces alcalde de Lyon y fiel seguidor de Macron, Gérard Collomb, justificó la celebración publicando en Twitter el menú del restaurante para mostrar que los preciosse encontraban en el promedio de los de una gran brasserie parisina y no eran escandalosos. No obstante, desde entonces el local ha sido blanco de más altercados, como ocurrió en las protestas de los "chalecos amarillos" en 2018 y 2019.
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La reforma de las pensiones que pretende impulsar Macron se ha convertido en el proyecto más ambicioso de su segundo mandato. El mandatario quiere elevar la edad de jubilación de los 62 años actuales hasta los 64, porque está convencido de que esa es la única forma de hacer que el sistema siga siendo sostenible. Sin embargo, se ha encontrado con el rechazo frontal de la población. Las protestas contra esta iniciativa comenzaron a mediados de enero y, tres meses después, continúan.
En la capital francesa también se han registrado otros incidentes, como quemas de coches, destrozo de mobiliario urbano y ataques a sucursales bancarias, algo que demuestra el creciente nivel de tensión de las movilizaciones.
Validación de la reforma
Cientos de miles de franceses han vuelto este jueves santo a las calles para repudiar la reforma de pensiones en la antesala de la decisión final del Consejo Constitucional -órgano de interpretación de la Carta Magna, que el próximo 14 de abril deberá validar o no la ley de reforma de la jubilación-. Los sindicatos buscaban que esta jornada fuera una nueva demostración de fuerza tras el fracaso de la reunión celebrada la víspera con la primera ministra, Élisabeth Borne. Sin embargo, la participación ha sido algo menor que en la jornada anterior.
Las autoridades francesas tasaron la adhesión a la marcha de París, la principal del país, en 57.000 personas, cifra elevada a las 400.000 por parte de los sindicatos. La tendencia, no obstante, es ligeramente a la baja, pues los propios sindicatos habían estimado en 450.000 los participantes de la última movilización parisina de la semana pasada.
"Pase lo que pase, la movilización continuará mientras no se retire la reforma", aseguró la nueva líder de la Confederación General del Trabajo (CGT, segunda central del país), Sophie Binet, al comienzo de la manifestación organizada en París.
En una línea paralela, el secretario general de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT, primer sindicato), Laurent Berger, subrayó que "este movimiento sigue contando con el apoyo de la población" y que "el rechazo a esta reforma sigue siendo igual de fuerte".
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Los manifestantes concordaban este jueves santo con que la única salida a esta crisis es la retirada de la reforma que aumenta la edad mínima de jubilación de los 62 a los 64 años, algo en lo que el Gobierno se ha mostrado inflexible.
Para el Ejecutivo, la medida es indispensable para garantizar el equilibrio financiero del sistema de pensiones. "No hay alternativa, deben echarse atrás, tenemos razón, ellos se equivocan, somos mayoritarios", afirmaba en declaraciones a Efe en la manifestación de París Thomas Vaucouleur, un miembro de la sección agrícola del sindicato CGT.
Para este sindicalista, "hay un fuerte resentimiento de la población" contra el Gobierno, que se está agravando con la respuesta policial a las movilizaciones, y Macron "vive en la realidad paralela del capitalismo y de los grandes empresarios".
"Al menos yo pienso que voy a morir antes de mi jubilación", lamentaba Violette, una estudiante de 25 años que igualmente criticaba la sordera del Gobierno al descontento popular.
Popularidad de Macron
Las movilizaciones de este jueves se tradujeron también en huelgas en sectores como la educación y el transporte colectivo, como trenes y transporte público, si bien no tan intensas como en ocasiones precedentes.
Sin haberse cumplido aún un año de las últimas presidenciales, esta crisis política se está traduciendo en una caída de la popularidad de Macron, que si se enfrentara ahora a la ultraderechista Marine Le Pen en unas hipotéticas presidenciales, perdería por un amplio margen, según las encuestas.
Un barómetro publicado este mismo jueves por el diario Les Echos revela que sólo un cuarto de los franceses dicen confiar en él, aunque aún lejos del 13% que obtuvo el socialista François Hollande.