Macron, el líder incómodo: abucheos en Francia y críticas en la UE por su ideal de soberanía europea
El Consejo Constitucional decidirá este viernes si la reforma de las pensiones se ajusta o no a la Carta Magna y podría autorizar un referéndum.
14 abril, 2023 03:46El grito de indignación y rabia de cientos de miles personas reverbera desde hace casi cuatro meses por las calles de las principales ciudades de Francia. En París, Nantes y Rennes los ciudadanos salen a las calles semana tras semana para protestar contra la polémica reforma de las pensiones que el presidente francés, Emmanuel Macron, aprobó por decretazo a mediados de marzo a pesar del amplio rechazo de la población, los sindicatos y la oposición.
Este jueves, las fuerzas sindicales convocaron la duodécima jornada de movilizaciones y paros laborales. La afluencia a estas últimas manifestaciones ha sido menor que en las anteriores, aunque su carga simbólica es considerable: este viernes, el Consejo Constitucional -equivalente al Tribunal Constitucional español- dirá si considera que la ley estrella de Macron que aumenta la edad legal de jubilación de los 62 a los 64 años se ajusta o no a la Carta Magna. Los miembros que componen este órgano, conocidos popularmente como los sabios, podrían aceptar la norma en su totalidad, modificar algunos artículos, rechazarla por completo e incluso autorizar un referéndum.
Sea cual sea el veredicto, tanto la Conferencia Francesa Democrática del Trabajo (CFDT, primer sindicato del país) como la Confederación General del Trabajo (CGT, la segunda) ya han advertido que la movilización continuará hasta que no se retire la reforma. De la misma manera, el presidente de la república parece empeñado en seguir adelante con su proyecto, aunque eso le cueste la popularidad (en mínimos históricos, según las encuestas) e incluso ponga en riesgo su mandato. Confía en que los franceses acaben resignándose y el movimiento se acabe desgastando.
"Acepto la impopularidad", dijo. Y lo cierto es que los eslóganes que portan los manifestantes de toda Francia van directamente contra Emmanuel Macron, al que tildan, entre otras cosas, de "hipócrita" y "autoritario" por haber aprobado la ley sin el respaldo total de los diputados a través del artículo 49.3 de la Constitución, que permite suprimir el debate parlamentario.
A Macron no le importa ser un líder incómodo dentro de casa. De hecho, ganó ampliamente a la ultraderechista Marine Le Pen en las elecciones de 2022 siendo el presidente más odiado de la Quinta República. El problema es que tampoco parece afectarle ser un líder incómodo fuera del país.
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Incómodo dentro... y fuera
En los últimos días, el presidente francés ha abierto una brecha en el seno de la Unión Europea con las declaraciones ofrecidas a Politico y al medio francés Les Échos tras su visita de la semana pasada a China. En ellas, Macron marcaba distancias respecto a la política de Estados Unidos hacia China y Taiwán, y pedía a Europa no quedar "atrapada en crisis que no son nuestras".
Asimismo, refrendaba la tesis de que la Unión Europea no debe dejarse arrastrar por la política de Joe Biden ni convertirse en "vasallo" de Washington, sino que por el contrario tiene que desarrollar su propia "autonomía estratégica" con el objetivo de convertirse en la tercera superpotencia mundial, según explicaba Juan Sanhermelando en este periódico.
Las palabras de Macron han provocado un importante enfado en Washington y también en algunas capitales europeas. Hasta el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha acusado al líder galo, de quien dice ser "muy buen amigo", de "complacer" al líder chino, Xi Jinping, y de "besarle el culo", según afirmó en una entrevista con Fox News.
En la misma línea, Mike Gallagher, el presidente republicano del Comité Selecto del Partido Comunista Chino de la Cámara de Representantes de EEUU, llegó incluso a calificar de "vergonzosos" los comentarios. También Norbert Röttgen, diputado de la Unión Demócrata Cristiana de Alemania y exjefe del comité de asuntos exteriores del Bundestag, tuiteó que Macron había "logrado convertir su viaje a China en un golpe de relaciones públicas para Xi y en un desastre de política exterior para Europa".
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No contento con caldear los ánimos una vez, en su reciente visita de Estado a Países Bajos entonó el je ne regrette rien (no me arrepiento de nada). Defendió su ideal de una Europa soberana, que reduzca la dependencia de otras potencias y pueda "elegir su propio destino". "Debemos [los europeos] intentar ser los que toman decisiones más que ser los que siguen las reglas" y "reducir la dependencia para reforzar nuestra identidad y soberanía", señaló.
Durante el discurso que dio en el instituto Nexus en La Haya, un grupo de activistas intentó boicotear su intervención. Le increparon con proclamas sobre el clima y, sobre todo, contra la reforma de las pensiones de Francia. Y es que, al pareceer, el grito de indignación y rabia de los franceses también traspasa fronteras.