"La guerra de agresión de Rusia contra Ucrania continúa desatada. Durante 500 días, Moscú ha llevado muerte y destrucción al corazón de Europa, buscando destruir a Ucrania y dividir a la OTAN. Nuestra cumbre enviará un mensaje claro: la OTAN permanecerá unida y la agresión de Rusia no saldrá a cuenta".
Con estas palabras describe Jens Stoltenberg el meollo de la reunión anual de jefes de Estado y de Gobierno de los 31 países de la Alianza Atlántica que se celebrará el martes y el miércoles en la capital de Lituania, Vilna. Un encuentro que tendrá lugar en un "momento clave" para la seguridad transatlántica, según subraya el recién renovado secretario general. A la cumbre asiste el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y los ministros José Manuel Albares y Margarita Robles.
En el menú de los líderes sobresalen cuatro expedientes difíciles: la entrada de Suecia en la OTAN, la ayuda militar y las garantías de seguridad para Ucrania, la aprobación de nuevos planes de defensa y de producción industrial y el aumento del gasto militar. Y a pocas horas de que empiece la cumbre de Vilna, persisten las divergencias entre los aliados, especialmente respecto al calendario de adhesión de Kiev.
Fin del veto de Turquía a Suecia
La decisión más trascendente de Vilna se adoptará probablemente antes del inicio oficial de la cumbre. Para este lunes, Stoltenberg ha convocado una reunión de emergencia entre el presidente turco, Recep Tayipp Erdogan, y el primer ministro sueco, Ulf Kristersson. Un último intento de desbloquear la entrada de Estocolmo en la OTAN, pendiente aún de la ratificación de Ankara y Budapest. El secretario general sostiene que sumar a Suecia "proporcionará un escudo ininterrumpido desde la región del Mar Negro hasta la del Báltico".
¿Por qué este retraso con Suecia si Finlandia ya entró en abril? Ankara acusa a Estocolmo de dar cobertura en su territorio a activistas del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que está incluido en la lista negra de organizaciones terroristas de la UE. Los motivos del Gobierno del húngaro Viktor Orbán nunca han estado claros. Stoltenberg asegura que Estocolmo ha cumplido su parte: reforma de la Constitución, nuevas leyes antiterroristas y levantamiento del embargo militar a Turquía.
Aunque de la penúltima reunión a cuatro bandas celebrada el pasado jueves no salió ningún acuerdo, Stoltenberg sostiene que fue constructiva y hubo avances importantes. Los aliados esperan que Erdogan anuncie en Vilna que se da por satisfecho con las reformas de Suecia y que promoverá la ratificación de su entrada en la OTAN. El objetivo sería que el Parlamento turco la aprobara antes de su receso estival del 15 de julio, para evitar también que las crecientes protestas en Estocolmo (con quemas de Corán incluidas) generen nuevas dudas en Ankara. Hungría ha dado señales de que también desbloqueará rápidamente.
Sin calendario para la adhesión de Ucrania
De la cumbre de Vilna no saldrá ningún calendario ni hoja de ruta para la entrada de Ucrania en la OTAN, pese a que así lo ha pedido el presidente Volodímir Zelenski, que está previsto que participe en la reunión. Sobre esta cuestión, los aliados están profundamente divididos. Los bálticos y Polonia apoyan las pretensiones de Kiev, mientras que Alemania y Estados Unidos se oponen por el riesgo de entrar en una guerra abierta con Rusia. Tampoco España cree que se den las condiciones para que Ucrania sea miembro del club a corto o medio plazo.
Aunque la redacción del comunicado aún no se ha cerrado, empieza a perfilarse un acuerdo de mínimos. Consistiría en reiterar que Ucrania será algún día miembro de la OTAN (tal y como se decidió en la cumbre de Bucarest de 2008). Y añadir que el proceso de adhesión es algo que deben dilucidar los aliados y Kiev, sin que Rusia tenga poder de veto. Pero no habrá ninguna referencia temporal, según explican fuentes diplomáticas.
La alternativa que la Alianza Atlántica ofrecerá a Zelenski será un plan multianual (de 10 años) para la defensa de Ucrania, así como un ascenso en el nivel de relaciones políticas con la creación de un Consejo OTAN-Ucrania (cuyo único precedente es el moribundo Consejo OTAN-Rusia).
En paralelo, la UE y varios países aliados (cuya identidad no se ha desvelado) negocian de forma bilateral con Kiev garantías de seguridad. Es decir, compromisos concretos de seguir suministrando a Ucrania armas, entrenamiento e inteligencia. Pero todavía no se ha alcanzado una fase de madurez suficiente y no está previsto que estas garantías se hagan públicas en Vilna. España no está en este grupo, aunque reiterará su compromiso de continuar enviando armas y formando a soldados ucranianos.
Planes de defensa y de producción industrial
En Vilna, la OTAN tiene previsto fortalecer su posición de disuasión y defensa para contrarrestar lo que considera como las dos principales amenazas, Rusia y el terrorismo. En concreto, los líderes aprobarán tres nuevos planes regionales de defensa: uno para el norte, el Atlántico y el Ártico europeo; otro para el centro, que cubre la región del Báltico y Europa central; y un plan del sur para el Mediterráneo y el mar Negro. Para ejecutarlos, la Alianza pretende poner a 300.000 soldados en alto grado de disponibilidad.
Los jefes de Estado y de Gobierno respaldarán además un Plan de Acción de Producción de Defensa, cuyo objetivo es agregar la demanda, aumentar la capacidad de la industria militar y mejorar la interoperabilidad. La ministra Robles amenazó con vetar este plan industrial en protesta por la exclusión de empresas españolas. Pero el problema está cerca de resolverse. El propio Stoltenberg ha elogiado a la industria española de defensa y la OTAN ha aceptado incluir en el Plan de Acción las sugerencias españolas para garantizar la transparencia, el tratamiento equitativo y la participación inclusiva.
Aumento del gasto militar
"En un mundo más peligros, debemos invertir más en defensa", sostiene Stoltenberg. Para 2023, la OTAN prevé un incremento del 8,3% del gasto militar entre los aliados europeos y Canadá, el mayor en décadas. Un total de 11 Estados miembros han alcanzado ya el objetivo de destinar el 2% del PIB al año a defensa: Polonia, Estados Unidos, Grecia, Lituania, Finlandia, Estonia, Rumanía, Hungría, Letonia, Reino Unido y Eslovaquia. Pero España está el tercero por la cola con apenas el 1,26%.
En la cumbre de Vilna, los jefes de Estado y de Gobierno fijarán un objetivo todavía más ambicioso: el 2% ya no será un techo sino un mínimo. El Gobierno de Pedro Sánchez se ha comprometido a llegar a este umbral en 2029. Y presume de que cumple sobradamente los otros dos requisitos: destinar al menos el 20% de la inversión a capacidades de defensa (nuestro país está en el 29%) y contribuir a las operaciones OTAN (España lo hace en Estonia, Letonia, Turquía o Irak).