Soldados del Ejército de EEUU trasladan munición convencional mejorada de doble propósito (DPICM) de 155 mm a un vehículo durante unos ejercicios en Camp Hovey, Corea del Sur, en 2016.

Soldados del Ejército de EEUU trasladan munición convencional mejorada de doble propósito (DPICM) de 155 mm a un vehículo durante unos ejercicios en Camp Hovey, Corea del Sur, en 2016. Reuters

Europa

Ucrania utiliza las bombas de racimo de EEUU en el frente tras el bloqueo de Rusia en el mar Negro

Es la única manera que tiene Ucrania hasta que le lleguen los F-16 de aclarar el camino antes de poder lanzarse a recuperar terreno.

21 julio, 2023 03:01

La contraofensiva ucraniana está prácticamente parada en términos de avances territoriales. En lo que va de semana, el Ejército de Zelenski apenas ha podido avanzar en las inmediaciones de Bakhmut. Unos avances que casi se compensan con los que Rusia ha conseguido desde el eje Kreminna-Svatove en dirección a Tors´ke y Makiivka, en la región de Donetsk, cerca de la frontera con Járkov. El trabajo sigue centrándose en dañar la retaguardia rusa, sus líneas de comunicación y sus fortificaciones defensivas.

En ese sentido es en el que las bombas de racimo facilitadas por Estados Unidos recientemente cobran su importancia. Aunque según la organización 'Human Rights Watch', los ucranianos ya habrían utilizado este tipo de armamento en la liberación de Izium, el objetivo ahora es básicamente sacar a los soldados rusos de sus madrigueras. Rusia ha basado su defensa en líneas de trincheras que dificulten cualquier ataque frontal tanto de la infantería como de los tanques Bradley y Leopard, ralentizando, en ausencia de una fuerza aérea digna de ese nombre, el ritmo de reconquista ucraniano.

Según vídeos publicados en las redes sociales, Ucrania ya habría empezado a utilizar las bombas de racimo estadounidenses al menos en Krasnohorivka, pocos kilómetros al oeste de Donetsk capital. Aunque el uso de este tipo de armamento va acompañado de polémica, por ser potencialmente devastador en entornos urbanos, en principio Ucrania sólo lo va a utilizar en entornos abiertos y protegidos por soldados enemigos. Todo lo contrario de lo que ha hecho Rusia en el pasado, por mucho que ahora se rasgue las vestiduras.

La importancia de esta nueva munición puede ser definitiva. El propio alto mando ucraniano declaraba recientemente que "podía cambiar la guerra". Ciertamente, es la única manera que tiene Ucrania hasta que le lleguen los F-16 a finales de este año o principios del siguiente de aclarar el camino antes de poder lanzarse a recuperar terreno. Mientras tanto, se verá obligada a seguir operando con cautela y paciencia, para desesperación de los más agoreros.

La "guerra del grano"

Quien no entiende cautela ni de paciencia es precisamente Rusia. Su ruptura unilateral del "pacto del grano" firmado con Ucrania, Turquía y la Unión Europea ha llevado al enésimo acto de matonismo internacional. No sólo se está dedicando a bombardear sistemáticamente Odesa, desde cuyo puerto salen miles de toneladas de cereales, causando de paso la muerte de varios civiles, sino que ha elevado la tensión al anunciar que cualquier barco que cruce el mar Negro con la intención de transportar ese grano será considerado un objetivo militar... y el país al que pertenezca la nave se tomará como aliado bélico de Ucrania.

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Las consecuencias de este tipo de amenazas pueden ser muy peligrosas. Especialmente si tenemos en cuenta que Rusia comparte las aguas del Mar Negro no solo con Ucrania sino también con Turquía, país miembro de la OTAN. ¿Cómo reaccionaría el Ejército ruso si encontrara un barco turco en aguas territoriales ucranianas dispuesto a recoger un cargamento de grano? ¿De verdad se atrevería a hundirlo y provocar un enorme conflicto diplomático con uno de sus máximos aliados en el pasado?

Todo esto nos lleva al empeoramiento de las relaciones entre Turquía y Rusia, que se han venido abajo después de que Erdogan decidiera liberar y devolver a su país a varios de los militares del Batallón del Azov que Putin había dejado bajo su cuidado tras la toma de Mariúpol. El hecho de que el propio Erdogan aceptara 'in extremis' la adhesión de Suecia a la OTAN tampoco ha ayudado en absoluto. Putin se siente traicionado y quiere castigar a Ucrania, sí, pero sin duda tras esta decisión hay una voluntad inequívoca de perjudicar también a Ankara.

El chantaje a China

De hecho, no es Turquía el único aliado a quien Putin perjudica con su decisión de impedir el transporte del grano ucraniano. El mayor importador de este producto es ni más ni menos que China, por encima incluso de la Unión Europea. Una parte de ese grano se utiliza para consumo propio y otra para su reventa a buen precio a otros países amigos. Es de suponer que con esta decisión lo que pretende el Kremlin es que ahora Xi Jinping les compre sólo a ellos, pero no está nada claro que chantajear a Xi sea una buena idea cuando es prácticamente tu único aliado en este conflicto.

Tal vez, después de todo, las relaciones entre ambos países -y entre ambos líderes- no sean todo lo estrechas que la propaganda nos quiere hacer pensar. Este jueves, llegó a Pekín el exsecretario de estado norteamericano Henry Kissinger, a sus 100 años, con honores casi de jefe de Estado. Xi Jinping no sólo lo recibió, sino que lo halagó, le dio las gracias por sus esfuerzos diplomáticos en los años setenta y escenificó en la práctica el deseo de China de que las relaciones con EEUU vuelvan a ser moderadamente cordiales.

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Asediado por los conflictos internos -siguen las purgas en el ejército y siguen las voces discordantes-, parece que Putin quiere también complicarse la vida de cara al exterior. La respuesta de Ucrania, de momento, ha sido copiar prácticamente la amenaza: considerará un potencial objetivo militar cualquier barco que se dirija a Rusia cruzando el mar Negro. En definitiva, se avecina un agosto aún más caliente mientras decenas de millones de personas esperan que se solucione el problema. Inocentes cuyo único objetivo es tener algo que comer este invierno.