Momento exacto en el que un cañón autopropulsado 2S3 ucraniano dispara contra las posiciones rusas de Klishchiivka (Donetsk)

Momento exacto en el que un cañón autopropulsado 2S3 ucraniano dispara contra las posiciones rusas de Klishchiivka (Donetsk) María Senovilla

Europa

Los cañones de Toretsk: la artillería ucraniana pone contra las cuerdas a las tropas rusas en Donetsk

Zelensky centra los esfuerzos bélicos en el Dombás con la contraofensiva casi paralizada en Zaporiyia.

14 agosto, 2023 02:32
Donetsk

Tiene nombre de flor, acacia. Los que saben sobre el significado romántico de las flores dicen que las acacias simbolizan el amor secreto; pero las "Acacia 2S3" soviéticas que trabajan en el frente de combate de Toretsk no envían precisamente besos a las tropas rusas: disparan proyectiles de 152 milímetros, con una capacidad de destrucción considerable, haciendo temblar la tierra bajo nuestros pies cada vez que atacan una posición enemiga.

En una zona boscosa del corazón del Donbás –a la que hay que acceder caminando un buen trecho, mientras se escucha el silbido de un intercambio de proyectiles– encontramos una batería de estos cañones con nombre de flor. Se encuentran a menos de 10 kilómetros de las líneas rusas, en uno de los puntos más calientes de la guerra en estos momentos.

Su trabajo es respaldar la contraofensiva en el eje de Klishchiivka, donde hay apostadas una docena de brigadas rusas, a las que las fuerzas de Zelenski han obligado a retroceder varios kilómetros a golpe de cañón. Mientras la infantería ucraniana avanza –peleando por cada metro y con un alto coste personal–, en estas posiciones de artillería intentan despejar su camino, para que sigan reconquistando el terreno ahora ocupado por el Kremlin.

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Pero la tarea no es sencilla: "Los rusos han mejorado con el uso de los drones, y ahora es más complicado trabajar porque debemos estar muy pendientes de que no nos localicen", reconoce el comandante de la posición, "Gringo". Si un dron ruso los divisa desde el aire, y envía sus coordenadas al puesto de control, en un par de minutos pueden recibir una lluvia de cohetes.

Por ese motivo, los casi 12 metros de largo que mide este sistema de artillería autopropulsado están cuidadosamente camuflados con redes mimetizadas y ramas de árboles. Es casi imposible sacar una foto en la que aprecie la pieza completa, porque el camuflaje es extremadamente bueno. Pero aún así, los soldados no dejan de mirar al cielo cada vez que escuchan cualquier sonido.

Gringo, el comandante de la pieza de artillería de la 24 Brigada que trabaja en Toretsk, fuma un cigarrillo mientras espera que llegue por radio la orden de disparar su cañón

Gringo, el comandante de la pieza de artillería de la 24 Brigada que trabaja en Toretsk, fuma un cigarrillo mientras espera que llegue por radio la orden de disparar su cañón María Senovilla

Bombas de racimo

"Kent" es el nombre de combate del jefe de personal del regimiento de cañones al que pertenece este "Acacia 2S3". Tiene 25 años, lleva ocho en el Ejército y comanda 12 posiciones como ésta. "De media disparamos entre 40 y 60 rondas de proyectiles al día, pero hay jornadas en las que llegamos a lanzar hasta 100", detalla.

"Los rusos también nos atacan de noche, así que hay que responder también en ese horario. Ellos emplean bombas de racimo contra nosotros, pero no es algo nuevo, llevan usando bombas de racimo desde el principio de la invasión", desvela Kent. Sus hombres no tienen este tipo de munición, y el comandante no sabe si se la van a enviar en un futuro.

"Estaría bien tener bombas de racimo, para responder en igualdad de condiciones, pero nos tenemos que conformar con munición normal", asegura Kent. Hace unos meses, la decisión de EEUU de enviar miles de rondas de esta munición a Ucrania desataba la polémica entre los países aliados de Kiev. 

Algunos socios –como España– afeaban el gesto alegando que el uso de este tipo de bombas está prohibido por un tratado internacional que se firmó en la Convención sobre Municiones de Racimo de 2010. Pero lo cierto es que ni Estados Unidos, ni Ucrania, ni tampoco Rusia suscribieron este acuerdo. Y de hecho, el Kremlin lleva más de 17 meses utilizándolas en esta guerra –frecuentemente contra objetivos civiles–, haciendo caso omiso de los acuerdos internacionales. 

Parte de la tripulación de la pieza de artillería autopropulsada ucraniana de la 24 Brigada, apostada en Toretsk (Donetsk)

Parte de la tripulación de la pieza de artillería autopropulsada ucraniana de la 24 Brigada, apostada en Toretsk (Donetsk) María Senovilla

Por eso en el corazón del Dombás no piensan en los debates que suscita su uso en la Unión Europea. Ellos demandan más rondas de munición, más armamento y más personal porque, desde que comenzara la contraofensiva, las bajas –muertos y heridos– se han multiplicado y esto obliga dilatar las rotaciones en algunos puntos.

Bochorno y bombardeos

Junto al cañón de Toretsk, los soldados que operan la pieza pasan una semana completa en la posición, y descansan otros siete días. Cuando los visito, están a mitad de la rotación, pero el cansancio ya va pesando –acuciado por las altas temperaturas y la humedad propia del Dombás en estas fechas–.

"Nuestro trabajo no tiene ninguna dificultad técnica a estas alturas de la guerra", explica Gringo cuando le pregunto qué es lo más duro en estos momentos. "Sí, los proyectiles son muy pesados, pero estamos acostumbrados y trabajamos muy rápido", añade.

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Junto al comandante de la pieza, otros cuatro hombres desempeñan los trabajos de conductor, artillero, cargador y portador de municiones. Es la tripulación completa de un cañón autopropulsado que pesa unas 28 toneladas y tiene capacidad para albergar 40 proyectiles en su interior –que se cargan a mano, uno por uno, en el momento de disparar–.

En mitad de la conversación con el comandante, reciben una orden por radio. Les han dado unas coordenadas cerca de Klishchiivka y todos se ponen en movimiento. Todo sucede muy deprisa. En apenas unos minutos el cañón comienza a disparar, provocando un estruendo que hace que te piten los oídos –incluso llevando tapones–.

Yuri, uno de los cargadores de la pieza de artillería ucraniana de la 24 Brigada, espera la orden para disparar contra las posiciones rusas

Yuri, uno de los cargadores de la pieza de artillería ucraniana de la 24 Brigada, espera la orden para disparar contra las posiciones rusas María Senovilla

Una, dos, tres, cuatro veces. Y con cada proyectil que escupe, el cañón nos lanza tierra y ramas a la cara, mientras una nube de pólvora lo cubre todo haciendo difícil respirar. El olor y las partículas suspendidas en el aire provocan tos y te tiñen la piel de negro. Pienso en las palabras de Kent, el jefe de personal: "Hay días que disparamos hasta 100 rondas".

100 rondas al día, 7 días a la semana –la guerra no descansa los domingos– respirando esa nube de pólvora en mitad del bochorno del verano. Y no sólo en esta posición, operada por la 24° Brigada Mecanizada: cientos –seguramente miles– de posiciones de otras brigadas trabajan a la vez, dando forma al frente de combate a base de cañones, morteros o lanzacohetes. 

Armamento de hace 50 años

La mayor parte de las piezas de artillería que Ucrania tiene desplegadas en el frente del Dombás son modelos soviéticos, diseñados a finales de los años sesenta y producidos en masa en las décadas de los 70 y 80. Sucede lo mismo con los carros de combate: por más posiciones que recorras no hay ni rastro de los Leopard o de los Abrams que occidente ha enviado hasta aquí.

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Los cañones autopropulsados "Acacia 2S3", como el acabo de ver en acción, han hecho ya muchas guerras: Afganistán, Irán, la Guerra del Golfo, las dos contiendas en Chechenia, Osetia del Sur, Libia o más recientemente Siria. Pero ninguno de esos conflictos había revivido los fantasmas de la Guerra Fría como lo está haciendo éste.

Y en ninguno de ellos se había implicado a este nivel la Unión Europea junto con Estados Unidos, comprometidos en bloque a suministrar ayuda militar, económica e incluso formación con protocolos OTAN para los combatientes que se están defendiendo de la invasión rusa. Por eso es sorprendente no ver estos lotes de armas de última generación trabajando en el frente en estos momentos, en los que la ofensiva ucraniana avanza tan despacio y se necesita todo el empuje posible.

Kent, jefe de personal de un regimiento de cañones de la 24 Brigada del Ejército ucraniano, a su llegada a una de las posiciones que comanda en Toretsk (Donetsk)

Kent, jefe de personal de un regimiento de cañones de la 24 Brigada del Ejército ucraniano, a su llegada a una de las posiciones que comanda en Toretsk (Donetsk)

Zelenski está haciendo esta guerra con armamento de hace más de cincuenta años. Los ucranianos que están peleando en el campo de batalla, como los de la 24° Brigada, no se quejan: es lo que tienen y trabajan con ello. Pero cabe preguntarse dónde están las armas occidentales –con mayor alcance y efectividad– en estos momentos. 

Lo cierto es que, dos meses después de que se anunciara el comienzo de la contraofensiva, sabemos muy poco de ella. Aunque nos adentremos en el mismísimo frente de combate a diario y veamos la guerra en primera persona, las estrategias que están siguiendo las Fuerzas Armadas –y sus planes a medio plazo– son un misterio.