El 15 de abril del año 2019 es un día grabado a fuego en la memoria de todos los franceses. Aquella terrible tarde, en torno a las 18:30 horas, la catedral de Notre Dame, símbolo del gótico en París, era pasto de las llamas al originarse un devastador incendio que encogió el corazón de todo el planeta. Y es que aquella tragedia dio la vuelta al mundo en cuestión de minutos mientras la tristeza y las lágrimas inundaban los ojos de los parisinos al ver arder uno de sus mayores iconos.
La debacle de Notre Dame fue un acontecimiento histórico que dejó una huella imborrable en la sociedad. Las dos alarmas de incendio que sonaron en aquella histórica jornada, separadas en el tiempo por unos 20 minutos, fueron el preludio de una noche dramática y de años de mucho dolor. Una desgracia que ahora, un lustro después, sigue siendo un asunto delicado y que seguramente ni siquiera se supere el día que el mítico templo dedicado a la Virgen María reabra sus puertas.
Quien más ha perseguido ese sueño ha sido Emmanuel Macron. El presidente francés se propuso tras la catástrofe que Notre Dame volviera a lucir impecable solo cinco años después. Un plazo difícil de cumplir porque un año más tarde de la tragedia llegó la Covid-19 para detenerlo y complicarlo todo. La fecha fijada para su reapertura es el próximo 8 de diciembre, día de la Inmaculada. Una jornada que se espera que sea una oda al sentimiento patriótico con la que Macron pretende acallar la situación de inestabilidad y división política que atraviesa el país.
Así han avanzado las obras
Notre Dame está considerado un icono único tanto para París como para el mundo por su simbología especial. Cada día, más de 30.000 visitantes recorrían sus naves, es decir, más de 12 millones de personas cada año. Desde su construcción, siempre ha sido tendencia y ha reflejado el poder que la iglesia francesa tiene en el país. Siempre ha estado vinculada al estado y ha conseguido sobrevivir a todo tipo de regímenes.
Su construcción se inició en el año 1163, pero no pudo ser inaugurada hasta más de dos siglos después, en 1345. Desde entonces, Notre Dame ha sido testigo de la evolución de París y de Francia, una ciudad y un país ejemplos de vanguardia a lo largo de la historia. Además, ha conseguido salir airosa de sus dos peores momentos, tanto el incendio de 1875 como el de 2019, convirtiéndose así en un símbolo de resistencia y de orgullo nacional.
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De hecho, del templo siempre se destaca que consiguió sobrevivir a la Comuna de París, a las dos guerras mundiales y que había permanecido casi intacta desde su inauguración en el siglo XIV. Y en cuestión de unos meses, el trance del 15 de abril de 2019 también será historia.
Ahora, cuando afronta ya la recta final de su recuperación, Notre Dame vuelve a lucir el esplendor perdido, ese que se ha tejido gracias a la solidaridad de todo el planeta. Casi 400.000 donaciones han permitido construir un presupuesto de más de 850 millones de euros, la cantidad que se ha necesitado para que la catedral gótica más famosa del mundo resurja de sus cenizas como el Ave Fénix. Unas obras que, eso sí, se prolongarán más allá de ese esperado 8 de diciembre.
"Es como si todo el mundo sintiera que iba a contribuir en la restauración del templo", decía el experto Maryvonne de Saint Pulgent, quien durante años estuvo al frente de la dirección nacional de monumentos de Francia, en declaraciones a Efe. La tragedia de Notre Dame no solo marcó a una ciudad y a un país, sino que la tristeza se hizo extensible a todo el mundo mientras los bomberos intentaban apagar el bosque de celosías de madera con más de 600 años de historia que ardían sin compasión.
En aquel momento se guardaban en la catedral tres reliquias de suma importancia para la Iglesia y para todos los católicos. La Corona de espinas de Jesús, un fragmento de la Vera Cruz y uno de los clavos de la crucifixión. Por suerte, la tragedia no se llevó a ninguna de ellas y las tres consiguieron salvarse.
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El planeta asistió en vivo y en directo durante 24 horas al día a un espectáculo terrible. Mientras las llamas devoraban la catedral a toda velocidad, los fieles rezaban oraciones frente a ella para intentar suavizar el golpe. Ahora, cinco años después de la tragedia, se afronta el aniversario menos traumático de todos, ese en el que la reinauguración del admirado templo se ve más cercana que nunca.
Emmanuel Macron en su día tomó una decisión que para muchos fue acertada a pesar de que no era nada sencilla: rechazar una reconstrucción contemporánea y optar por hacerlo de una forma más tradicional para intentar que la catedral quedara lo más idéntica posible a como se encontraba aquel día en el que ardió congelando los corazones de medio mundo.
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Una propuesta que nació, eso sí, de la mente de Philippe Villeneuve, arquitecto jefe del proyecto de reconstrucción. Una comisión de expertos apoyó esta decisión que fue refrendada por el dirigente galo meses después.
La pulcritud y atención con la que se han llevado a cabo estos trabajos ha sido exhaustiva, ya que por ejemplo, la reconstrucción de su cubierta de madera de roble se ha hecho replicando técnicas medievales. Ahora, ya solo resta por cubrir una pequeña parte, la de la zona del crucero. Pero por ejemplo, la mítica aguja de 96 metros, esa que se derrumbó en segundos, ya vuelve a surcar el cielo de París tal y como lo imaginó en el siglo XIX el célebre arquitecto Eugène Viollet-le-Duc.
Notre Dame, en la fase final ya de su restauración, lucirá exactamente igual en su aspecto exterior, pero algo renovada en su interior, ya que ha sido reconstruida con una piedra más clara que ayudará a reflejar la luz, dotando así al templo de un brillo especial y renovado.
Incluso de la tragedia, Notre Dame ha conseguido sacar algo positivo. Las imágenes del desastre y el reflejo de las llamas en los ojos destrozados de la gente sacó a la joya del gótico del olvido en el que se encontraba. Además, los trabajos de restauración han permitido también descubrir técnicas medievales de construcción que hasta ahora no se conocían y que han dado lugar a multitud de estudios e investigaciones.
Por si fuera poco, París ha aprendido la lección y dotará a su iglesia más representativa de un moderno sistema antiincendios para evitar un nuevo desastre, además de otras mejoras estructurales y técnicas. Un cambio fundamental para seguir intentando que Notre Dame trascienda en el tiempo y que olvide cuanto antes el episodio más negro de su historia, ese en el que intervinieron más de 500 bomberos arrojando agua sin parar hasta las 10 de la mañana del día siguiente.
Preguntas sin respuesta
A pesar de que han pasado ya cinco años y de que Notre Dame vuelve a ver la luz, sigue habiendo muchas preguntas sin respuesta. La más importante, sin duda, es la de la responsabilidad de aquel desastre y es que muchos franceses pidieron desde el primer minuto explicaciones tanto a la archidiócesis de París, quien administra su día a día, como al estado francés, propietario del templo.
La principal hipótesis que se manejó en el juicio, y que sigue sosteniéndose, fue que el fuego pudo ser provocado por las seis campanas electrónicas que se instalaron en la aguja a petición del clero. De sus cables podría haber salido la primera chispa por culpa de un cortocircuito. Estos atravesaban parte del techo de madera, que ardió en cuestión de minutos.
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Aunque hayan pasado ya cinco años, nadie ha conseguido dar respuesta a estas preguntas y todos se señalan para intentar huir del conflicto y eludir responsabilidades. Al menos, el corazón de Notre Dame sigue latiendo mientras cuenta ya los días para su reapertura completa. Este lunes 15 de abril, con motivo del cinco aniversario de la tragedia, está previsto la celebración de Te Deum.
Actualmente, las misas que se celebraban en el tempo tienen lugar en la iglesia Saint-Germain L'Auxerrois, situada en el primer distrito de París. Sin embargo, desde el 31 de mayo de 2020, se permitió el acceso al público al menos a la plaza de la Catedral, lo que marcó un esperanzador primer paso hacia la reapertura total de Notre Dame.