La realidad de la ofensiva que la propaganda rusa intenta vender al mundo: 15 kilómetros en un año
Desde Ucrania, Zelenski también ha alentado el discurso de la debilidad frente a Rusia para presionar el envío de ayuda a sus aliados.
24 abril, 2024 02:56En toda guerra, se libran al menos dos batallas: la real y la contada. Sobre la real, a menudo, hay pocos datos, son confusos y sus conclusiones solo se pueden sacar a posteriori, cuando la historia juzgue tal o cual maniobra. Eso es precisamente lo que da alas al relato, es decir, a la propaganda. Si cuestionamos continuamente los hechos o los manipulamos a nuestro antojo, podemos conseguir que nuestra versión de lo sucedido se convierta automáticamente en una verdad aceptada.
En eso lleva el Kremlin más de dos años y especialmente los últimos meses. Desde que la contraofensiva ucraniana de verano de 2023 quedara en poca cosa, Rusia ha sabido coger la iniciativa en el frente y en las redes sociales. Ahora bien, hay un abismo entre lo logrado en un campo y lo conseguido en el otro.
Desde la toma de Avdivka, una localidad al oeste de la capital de Donetsk que resistía en manos ucranianas tras casi diez años de acoso continuo, Putin ha conseguido transmitir al mundo el mensaje de que la victoria rusa era inevitable, que los avances vendrían por sí mismos y que Ucrania estaba llamada a la rendición.
Es cierto que ese mensaje se ha amplificado también desde Kiev por una cuestión de conveniencia. Las declaraciones del presidente Zelenski, del ministro de exteriores Kuleba o del jefe de las fuerzas armadas, Oleksander Sirskyi, han parecido confirmar la tesis rusa y, aparte, hay un hecho indudable: Ucrania tiene problemas serios en la primera línea de combate, donde faltan hombres, falta munición y faltan, sobre todo, defensas antiaéreas que impidan los bombardeos constantes de los rusos.
Dicho esto, hay que aclarar que al gobierno ucraniano le interesaba potenciar ese relato de inferioridad y tal vez incluso se haya exagerado. Si uno está en una posición de extrema debilidad, es raro que lo haga público para que el enemigo se entere y aproveche la situación.
En este caso, parece que los mensajes iban dirigidos de manera unívoca a los aliados y especialmente a Estados Unidos, cuya Cámara de Representantes se negaba a aprobar los 65.000 millones de dólares en ayuda armamentística que el gobierno de Biden había destinado a Ucrania.
El ataque sobre Ocheretyne
Una vez que tanto la Cámara como el Senado han aprobado la ayuda y el presidente Biden está dispuesto a rubricarla cuanto antes, ha llegado el momento de evaluar cuál es la situación en Ucrania y si se parece tanto a las crónicas catastrofistas que se han leído en los últimos meses.
De entrada, hay que aclarar que los avances rusos se han limitado al Donbás. Es una buena noticia si tenemos en cuenta que el 24 de febrero de 2022, todos temíamos una invasión completa de Ucrania y que, de hecho, los tanques rusos quedaron a pocos kilómetros de tomar Kiev y llegaron a cruzar el Dniéper a la altura de Jersón.
Desde el pasado verano, Rusia no ha avanzado en el sur más allá de unos pocos kilómetros recuperados en la zona de Zaporiyia, sin llegar siquiera a Robotyne, la gran conquista ucraniana en su contraofensiva de verano. Prácticamente, todos sus esfuerzos se han centrado en las regiones de Lugansk y de Donetsk, donde sí han golpeado con fuerza a Ucrania y han dañado seriamente sus estructuras defensivas, aunque a costa de perder ingentes cantidades de material y de sacrificar a decenas de miles de sus hombres.
¿Ha merecido la pena? Según como se mire. Efectivamente, Avdivka cayó después de una campaña casi suicida en la que murieron miles de soldados enviados al matadero. Eso fue el 19 de febrero, es decir, hace más de dos meses. Entonces, se dijo que el desplome del frente era una posibilidad si no llegaban refuerzos ni municiones.
Sin embargo, contra todo pronóstico, Ucrania ha resistido hasta el punto de que, en este tiempo, Rusia solo ha conseguido avanzar hasta Orlivka y Tonen'ke, es decir, diez kilómetros hacia el oeste, y está luchando por el control de Ocheretyne y Novobakhmutivka, unos quince kilómetros al sur. Hablamos de unos doscientos kilómetros cuadrados en dos meses de fatigas ucranianas y euforia rusa.
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La batalla por Chasiv Yar
El otro gran punto de lucha ha sido el oeste de Bakhmut, con la pretensión de amenazar el núcleo Sloviansk-Kramatorsk, clave para la defensa ucraniana del Donbás. Ahí también se han producido avances: los rusos controlan Ivanivske casi en su totalidad y parecen haber llegado a la zona más oriental de Chasiv Yar, un enclave que los ucranianos no se pueden permitir perder sin meterse en un enorme lío y que ahora podrán defender… si la ayuda estadounidense llega a tiempo.
Obviamente, no es una situación ideal, pero Bakhmut fue conquistada por el Grupo Wagner hace prácticamente un año y en todo este tiempo, de nuevo, el avance ha sido de exactamente quince kilómetros.
Por supuesto, puede haber aún sorpresas. Puede haber desplomes. Puede que tanto Ocheretyne, donde un problema con las rotaciones ha facilitado el avance ruso en los últimos días, como Chasiv Yar caigan… pero será entonces cuando tengamos que hablar de victorias. Mientras tanto, lo cierto es que el frente está prácticamente estancado. Con iniciativa rusa, es innegable, pero también con un desgaste brutal.
Los expertos coinciden en que buena parte del futuro de la guerra se decidirá este verano. Rusia dice estar preparando para esas fechas una ofensiva similar a la del inicio de la guerra. El asunto será ver con qué recursos, porque no pueden sobrarle. Para Ucrania es decisivo que, si ese ataque se produce, no lo haga con los puntos de acceso a Kramatorsk ya tomados, sino que consigan fortificar sus posiciones en torno a Chasiv Yar y se detengan los despistes en Ocheretyne y alrededores.
Si la ayuda estadounidense llega en tiempo y forma, es muy complicado que Rusia se haga con esas piezas clave. Si no llega, Ucrania tendrá que resistir como pueda… aunque con el as en la manga de saber que, tarde o temprano, contará con más recursos y, por lo tanto, puede gastar lo que tiene ahora sin miedo a quedarse sin nada de cara al verano.
En los tiempos más difíciles para el ejército de Syrskyi, apenas han perdido posiciones. Esos tiempos continúan, pero no durarán mucho más. Su capacidad de resistencia puede provocar un colapso precisamente en el enemigo… y la posibilidad de plantearse, en otoño, una nueva contraofensiva.