Pactar o no con las emergentes fuerzas de derecha radical: ese es el dilema al que se enfrentan los partidos tradicionales en la próxima legislatura europea. La política de alianzas ha monopolizado el gran debate de los aspirantes a la presidencia de la Comisión, organizado por Eurovisión en Bruselas coincidiendo con el pistoletazo de salida de la campaña para las elecciones del 9-J. La gran paradoja es que en el debate no había ningún representante de los partidos de ultraderecha.
La candidata del Partido Popular Europeo (PPE) y gran favorita a revalidar un segundo mandato como jefa del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, ha excluido de plano cualquier tipo de colaboración con los ultras de Alternativa por Alemania o con la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, pese a sus esfuerzos por suavizar su imagen. "Son amigos de Putin y quieren destruir Europa. No vamos a permitir que eso suceda", ha alegado.
En contraste, Von der Leyen no ha descartado colaborar con el partido de Giorgia Meloni, que lidera el grupo de derecha radical Conservadores y Reformistas Europeos en la Eurocámara. Un grupo en el que también militan Vox o los polacos de Ley y Justicia, que durante su etapa en el Gobierno fueron objeto de un expediente sancionador por poner en riesgo el Estado de derecho y la independencia judicial. A su juicio, tras el 9-J habrá una reconfiguración de las familias políticas en el Parlamento.
[Las fuerzas de ultraderecha reconfiguran sus alianzas en la UE para ganar peso político]
La candidata del PPE sostiene que la primera ministra italiana sí respeta en principio las líneas rojas que ella se ha fijado a la hora de colaborar con las diferentes fuerzas políticas en la Eurocámara. "He trabajado muy bien con Giorgia Meloni en el Consejo Europeo, como hago con todos los jefes de Estado y de Gobierno: es mi trabajo en tanto que presidenta de la Comisión", ha relatado Von der Leyen.
La alemana considera que Meloni es "claramente proeuropea" y también cumple el requisito de apoyar a Ucrania y estar en contra de Vladmir Putin. A su juicio, la primera ministra italiana también respeta su tercera línea roja, sostener el Estado de derecho, y por eso es posible trabajar con ella. "¿No le preocupan las políticas de Meloni hacia el colectivo LGBTI?", le ha preguntado la moderadora. "Tengo un enfoque completamente diferente", ha respondido.
El candidato de los socialistas europeos a la presidencia de la Comisión, el luxemburgués Nicolas Schmit, le ha reprochado a Von der Leyen su disposición a trabajar con Meloni y le ha recordado que la primera ministra italiana partició el pasado fin de semana en la cumbre de fuerzas de derecha radical organizada por Vox en Madrid, junto a Le Pen, Ley y Justicia o el húngaro Víktor Orbán.
"Me pregunto qué significa para usted ser proeuropeo. Porque escuché el discurso de la señora Meloni en esa conferencia de Madrid y no puedo imaginarme que su idea de Europa sea la misma que la que usted tiene", le ha espetado Schmit a Von der Leyen.
El argumento de la presidenta de la Comisión es que necesita construir una mayoría suficiente en la Eurocámara para "hacer avanzar Europa". El Parlamento Europeo es "muy diferente a otros" porque no hay una disciplina de partido férrea y hay que garantizar los apoyos suficientes para que salga adelante la legislación, aduce Von der Leyen. "Estoy dispuesta a construir una mayoría favorable a una Europa fuerte, porque el centro debe resistir", ha dicho la alemana.
"Es importante fijar principios muy claros de con quién queremos trabajar. Esos miembros del Parlamento deben cumplir no uno sino tres criterios: pro Europa, pro Ucrania y por tanto anti Putin, y pro Estado de derecho. Si miramos por ejemplo a Reagrupación Nacional, Alternativa por Alemania o Confederación en Polonia, todos ellos pueden tener diferentes principios, pero tienen una cosa en común. Son amigos de Putin y quieren destruir nuestra Europa", sostiene Von der Leyen.
El resto de candidatos presentes en el debate -el italiano Sandro Gozi, del grupo liberal Renew, promovido por Emmanuel Macron; la alemana Terry Reintke, de los Verdes; y el austriaco Walter Baier, de la Izquierda- han rechazado cualquier tipo de colaboración con la ultraderecha.
Sin embargo, al candidato del partido de Macron el resto de aspirantes le han afeado sus contradicciones por lo ocurrido en Países Bajos, donde los liberales de la VVD de Mark Rutte han aceptado entrar en el Gobierno de coalición liderado por el PVV del ultra Geert Wilders. "Para mi es un gran error, yo nunca lo haría", ha contestado Gozi. La cabeza de lista de Renew en Francia, Valérie Hayer, ha pedido que el partido de Rutte no sea admitido en el grupo Renew la próxima legislatura.
En el debate, que se ha celebrado en un gran plató construido en la sede de la Eurocámara en Bruselas, no ha participado ningún representante del grupo Identidad y Democracia (el de Le Pen) ni tampoco de los Conservadores y Reformistas Europeos (el de Meloni). El moderador ha explicado que ello se debe a que estos grupos cuestionan el principio mismo de que los grupos políticos de la Eurocámara deban nombrar candidatos a la presidencia de la Comisión (Spitzenkandidat, en jerga bruselense).
El Tratado establece que son los líderes europeos los que deben proponer al candidato a la presidencia de la Comisión, teniendo en cuenta los resultados de las elecciones. El candidato propuesto por los jefes de Estado y de Gobierno debe ser después elegido por el pleno de la Eurocámara. Es decir, en la práctica el Parlamento se limita a ratificar (o no) al candidato que le plantean, pero no tiene margen para postular a otro diferente.
Eso significa que la única candidata real en el debate de este jueves era Von der Leyen. La alemana fue propuesta en 2019 por los líderes europeos, aunque no había hecho ningún tipo de campaña, y logró la confirmación en el Parlamento por un estrecho margen de 9 votos. Entonces ya le votaron fuerzas de derecha radical como Ley y Justicia y el Fidesz de Viktor Orbán. Ahora es la favorita para repetir precisamente porque cuenta con un apoyo mayoritario entre los los jefes de Estado y de Gobierno.
En los comicios del 9-J lo que está en juego es si resiste la gran coalición centrista -populares, socialistas y liberales, con el concurso ocasional de los verdes- que ha garantizado la estabilidad en Europa en la pasada legislatura. La alternativa es un vuelco electoral hacia una nueva alianza de liberales y derechas tradicionales y radicales; o bien una Europa ingobernable por la explosión de fuerzas de ultraderecha, euroescépticas y populistas.