La odisea de las familias de los desaparecidos en combate: 42.000 cuerpos "perdidos" en Ucrania
Muchas familias se aferran a la posibilidad de que sus seres queridos estén vivos, y hayan sido capturados por Rusia, pero en la mayoría de los casos han muerto en el campo de batalla.
17 agosto, 2024 02:33Niños ucranianos deportados a Rusia; civiles que fueron detenidos por las fuerzas de ocupación rusas en el Donbás, Zaporiyia o Jerson –y ya nunca se les volvió a ver–, y decenas de miles de soldados caídos en el campo de batalla, cuyos cadáveres no han podido recuperarse al quedar en "zona gris" o en territorio controlado por el Kremlin. Dos de estos desaparecidos son combatientes españoles, y aunque sus compañeros de armas fueron testigos de su muerte bajo fuego ruso, sin cadáver no hay certificado de defunción.
Al dolor de no poder recuperar los restos mortales de sus seres queridos, se suma la odisea burocrática que estas familias deben emprender para que se abra una investigación policial –y luego un proceso judicial– que corrobore la muerte del desaparecido. Y si este largo proceso es difícil para las familias ucranianas, para las de los combatientes extranjeros –que no hablan el idioma local y no saben ni por dónde empezar– es un auténtico calvario.
Todo empieza cuando la Oficina de Reclutamiento notifica a los familiares que el soldado en cuestión ha desaparecido durante el transcurso de una misión y les entrega una carta que así lo acredita. El problema es que el Ejército de Zelenski sólo se pone en contacto con las familias ucranianas, quedando abandonadas las esposas, madres e hijos de los desaparecidos españoles, colombianos o chilenos.
"Ellos no contactan a nadie en Colombia, a nadie", denuncia Jesús, uno de los cientos –tal vez más de mil– combatientes colombianos que luchan del lado de Kiev. "Son los compañeros de armas los que llaman a los familiares", añade. "En el batallón Karpatska Sich teníamos a un hispano encargado de esa tarea, de notificar, pero en el resto de los batallones donde he servido ni siquiera eso", explica.
Lo mismo sostiene la familia del español Miguel Ortiz, conocido como Abuelo, que cayó en el Donbás el pasado el mes de noviembre y cuyo cuerpo no se pudo recuperar. "Un compañero de Miguel fue quién nos lo notificó: 'Abuelo ha caído en combate', esas fueron las palabras que nos dijo", recuerda su cuñada Carmen. "Nosotros estamos en contacto con la embajada de España y con la Policía española, pero el Ejército ucraniano jamás nos ha contactado", sentencia.
Miguel luchaba con la Legión Internacional y llevaba poco más de un mes en Ucrania cuando cayó. Su posición fue atacada por la artillería rusa y, mientras esperaba la evacuación, un francotirador le disparó en la cabeza. La familia atesora pruebas de todo lo sucedido: fotografías, declaraciones de testigos y el informe de su comandante. Pero al no poder recuperar el cuerpo, Miguel figura como "desaparecido en combate" a efectos legales.
Otra familia de Tenerife está en las mismas circunstancias: su familiar cayó en febrero y tampoco se pudo rescatar el cadáver. Así que también está "desaparecido". Y esto implica –entre otras cosas importantes–, que las viudas no pueden cobrar su pensión de viudedad, ni los hijos menores la de huérfanos.
Un abogado a distancia
Para seguir con el proceso, hay que esperar seis meses desde que la Oficina de Reclutamiento notifica la desaparición. Cuando no hay notificación, pero se ha perdido el contacto con el soldado, la familia debe tramitar una "solicitud de captura o desaparición". Otro escollo para las familias extranjeras, pues el trámite se hace online y es necesario tener documentos ucranianos para identificarse en el sistema.
Tras esos seis meses de espera, si no se ha recuperado el cuerpo, es necesario interponer una denuncia ante la Policía Nacional de Ucrania. En persona. Pero la mayoría de las familias de desaparecidos extranjeros no vienen hasta un país guerra para iniciar los trámites en persona, ya sea por falta de recursos económicos o por miedo.
"Pueden delegar en un abogado ucraniano, que haga los trámites en su nombre. Las familias firman un contrato con un abogado local, y éste se convierte en el representante legal aquí", explica Petro Yatsenko, portavoz de la Sede de Coordinación para el tratamiento de prisioneros de guerra y desaparecidos de Kiev.
Sin embargo, Jesús ya conoce varios casos de supuestos abogados que han engañado a los familiares de otros combatientes caídos o desaparecidos. Piden más dinero del que corresponde o simplemente no hacen nada. "Contratar a un abogado a distancia, sin hablar su idioma... te podrás imaginar", recalca el colombiano.
"Estamos trabajando para que se pueda celebrar un encuentro con las familias extranjeras de los desaparecidos en Ucrania, para explicarles el proceso y facilitarlo", añade Viktoria Tsymbaliuk, también de la Sede de Coordinación para el tratamiento de prisioneros de guerra. "La idea surgió después de que viniera la familia de un extranjero, con su abogado, y viéramos que existe la necesidad de facilitar los trámites”.
Pero a pesar de que son conscientes del problema, esa reunión aún no se ha llevado a cabo, y todos los recursos –asesoramiento legal, ayuda psicológica, ayudas para los hijos menores, seguimiento de la investigación, etc.– se concentran sólo en las familias ucranianas. "Tenemos una hoja de ruta para guiar a las familias, que aún no está disponible en inglés, pero estamos trabajando en ello", se justifica Yatsenko durante la entrevista.
De seis meses a dos años
Ese es el tiempo de espera hasta que se declara como fallecido a un desaparecido en combate cuyo cuerpo no se ha recuperado. Un procedimiento muy largo que implica un desgaste psicológico brutal a los familiares.
Después de esperar los seis meses iniciales, e interponer la denuncia en la Policía –personalmente o a través de un abogado contratado en la distancia–, se abre una investigación para la cual la propia familia debe aportar todas las pruebas posibles: descripción detallada del desaparecido, lugar donde se le vio por última vez, circunstancias, informes de su brigada en el caso de que la persona cayera en combate, etc.
Según el protocolo, esta información se añade al Registro Unificado de Personas Desaparecidas en Circunstancias Especiales. Pero desde la Sede de Coordinación recomiendan a las familias que también registren el caso –por su cuenta– ante Cruz Roja Internacional, los grupos de trabajo del Consejo de la ONU y cualquier otra organización que pueda ayudar en estas circunstancias.
"Tan pronto como el territorio donde probablemente se encuentre el defensor sea liberado, se envía allí un grupo de búsqueda. También se puede llegar a un acuerdo con la parte rusa para realizar un intercambio de cadáveres, en caso de que el cuerpo haya sido recogido por las tropas rusas", detallan en la Sede de Coordinación. "Por desgracia, en cualquier caso el proceso es muy largo", reconoce Yatsenko.
En el caso de que se sospeche que la persona pudo quedar herida o haber sido capturada por las tropas rusas, hay que añadir más pasos al proceso: contactar con el SBU (el Servicio de Seguridad de Ucrania) y con la oficina Nacional de Información y presentarles el caso también a ellos. Esos datos se facilitan después a la Interpol
"En caso de que el defensor esté desaparecido en combate durante dos años, o al menos seis meses bajo ciertas condiciones, la familia puede solicitar al Tribunal que lo declare muerto y en el futuro solicitar los pagos correspondientes", reza en la página de información de la Sede de Coordinación para prisioneros y desaparecidos.
Así que, después de las denuncias y de la investigación policial, es necesario iniciar un procedimiento judicial para que un tribunal ucraniano expida un certificado de defunción.
Aferrados a un milagro
"Lo más triste es que la mayor parte de las familias aún tiene la esperanza de que sus seres queridos estén vivos", explica Viktoria con voz pesarosa. Aunque los compañeros de armas les aseguren que murió en el transcurso de la batalla, la mayoría se aferra a un ¿y si tenía un hilo de vida y lo capturaron los rusos?
Esta terrible incertidumbre se debe a que Rusia viola la Convención de Ginebra sobre Prisioneros de guerra, y no facilita a las organizaciones internacionales –como Cruz Roja– los datos de los cautivos ucranianos que tiene en su poder. Ni de los militares, ni tampoco de los civiles. "Nosotros no tenemos la cifra real de los prisioneros de guerra que tiene Putin, miles, pero no sabemos cuántos", asegura Yatsenko.
Incluso las familias que pudieron confirmar que su pariente fue hecho prisionero, con el paso del tiempo ya no saben si sigue con vida o ha muerto. El Kremlin tampoco informa de si algún prisionero fallece, y desde luego no permite a ninguno comunicarse con Ucrania.
Este agravio comparativo está acabando con la paciencia del Gobierno de Zelenski. "Ucrania permite a los prisioneros rusos que llamen por teléfono, sólo existe la obligación de permitir correspondencia, pero les dejamos que hablen por teléfono con los suyos", continúa Yatsenko, claramente indignado con la situación.
El registro aproximado de los ucranianos que están cautivos se va elaborando –como si de un puzle se tratara– con el relato de los que vuelven a casa en los intercambios. Ellos son los que facilitan los nombres de los compañeros con los que han ido coincidiendo en los distintos centros de detención o prisiones rusas. Pero no es suficiente.
Más de 3.400 prisioneros de guerra ucranianos han vuelto a casa, como resultado de los intercambios –que se negocian con un secretismo absoluto y lejos de las cámaras de televisión–. Pero son miles más los que están cautivos de Rusia. Nadie sabe la cifra exacta, y por eso las familias de los desaparecidos se aferran a la esperanza de que sus seres queridos estén entre ellos.
Sin embargo, incluso aquellas que asumen que no volverán a verlos con vida, enfrentan un terrible calvario burocrático para poder resolver legalmente la situación. Si el desaparecido en cuestión es extranjero, la odisea para sus familiares es aún peor.