Vladimir Putin, en su visita a Chechenia, revisa algunas de las armas que han capturado a soldados ucranianos durante la guerra.

Vladimir Putin, en su visita a Chechenia, revisa algunas de las armas que han capturado a soldados ucranianos durante la guerra. Reuters

Europa

Putin prioriza la campaña del Donbás y sólo reubica tropas para evitar que Ucrania llegue a Rilsk

Ucrania sufre en el frente de Donetsk, pero no le impide seguir apretando el cerco sobre el eje Korenevo-Rilsk en Kursk, con riesgo de evacuaciones.

24 agosto, 2024 03:05

El Kremlin se niega a morder el anzuelo de Kursk aunque eso suponga que las tropas ucranianas lleven tres semanas en suelo ruso y sigan las evacuaciones de miles de ciudadanos hacia el este. Según declaraciones de altos mandos y la evaluación del Institute for the Study of War, está claro que Putin no tiene pensado de momento desviar sus mejores tropas del frente del Donbás para acabar con la invasión ucraniana. Los objetivos siguen siendo los mismos de estos dos últimos años y medio: avanzar en el Donbás hasta conseguir la conquista total de las provincias de Donetsk y Lugansk.

En ese sentido, siguen los ataques rusos sobre Marinka, Pokrovsk, Toretsk, Niu York y Chasiv Yar. Una presión constante que pretende romper las líneas defensivas en varios de esos puntos, embolsar a las tropas ucranianas y alisar el camino hacia Kramatorsk y Sloviansk, el centro de operaciones del general Syrskyi en la zona. Las noticias desde primera línea del frente hablan de serios problemas para aguantar el ritmo ruso… pero también de continuas matanzas de soldados enviados sin sentido a una muerte segura solo para desgastar al ejército enemigo.

Ucrania, sin duda, está sufriendo, lo que explica que haya abierto el frente de Kursk, pero resiste. Tiene problemas de movilización -el ISW hablaba este viernes de retiradas más o menos estratégicas de los soldados recién llamados a filas, aunque se negaba a hablar de “caos”, como sí afirman algunos canales rusos- y tiene problemas de munición… aunque muchos menos de los que tenía hace dos meses, cuando el Congreso de Estados Unidos seguía bloqueando la ayuda militar a Kiev.

Algo deben ver Putin y sus asesores que se nos escape a los demás. O tal vez, simplemente, estén jugando al todo o nada. Es cierto que la caída de una pieza puede provocar una avalancha en el resto del frente, pero eso parece más un deseo que una realidad. De entrada, no se está produciendo caída alguna -Pokrovsk, eso sí, está en serio peligro- y cuando se ha producido en el pasado -Bakhmut, Avdiivka…- no ha bastado para provocar una hecatombe.

Ayuda desde los frentes "tranquilos"

Sea porque ve cerca el éxito en el Donbás o por una cuestión de orgullo, Putin se niega a desviar hombres a Kursk o al menos de forma masiva. Sí está reubicando algunas tropas de frentes menos convulsos como Zaporiyia o Jersón, pero seguimos sin saber nada de su fuerza aérea, que está desaparecida de Kursk y ha disminuido sus apariciones en Donetsk. También ha enviado tropas desde el norte de Járkov, donde algunos destacamentos seguían fijando a las defensas ucranianas en Vovchansk. Está por ver si este movimiento no implica a su vez una reacción de Syrskyi desplazando tropas de ese frente para intentar una incursión en Belgorod.

Lo que está claro a estas alturas es que ambos bandos están al límite, pero sólo Ucrania parece tener capacidad de sorprender al enemigo. De Rusia se espera lo que se espera: más hombres, más munición, más misiles y mayor número de bajas. Cuando dos púgiles están tan tocados, es cierto que cualquiera de los dos puede caer en cualquier momento sin que el desplome tenga que ser gradual. Puede caer el frente ucraniano, como se lleva vaticinando meses… o puede que a Putin no le quede más remedio que acudir al rescate de sus hombres en Kursk y eso implique una contraofensiva enemiga en Donetsk.

Porque lo cierto es que pareciera que las tropas ucranianas están en Kursk de acampada. Siguen dominando los alrededores de Sudzha sin mayor contestación y ampliando sus conquistas. A un ritmo menor, por supuesto, pero manteniendo la iniciativa y avanzando hacia sus objetivos a medio plazo. Ahora mismo, la clave está en la batalla por el control de Korenevo, que está ya prácticamente rodeada por tres de los cuatro costados.

¿Puede Rusia dejar caer Rilsk?

Si Korenevo cae, el control ucraniano sobre la carretera que une Sudzha y Rilsk será casi absoluto. De hecho, el ayudante al gobernador de la región de Kursk ha pedido ya a los 15.000 ciudadanos de Rilsk que se preparen para una posible evacuación antes de tiempo. Putin se reunió este viernes con los máximos responsables de las regiones afectadas -Briansk, Kursk y Belgorod- y prometió más dinero para los desplazados, además de un plan para aumentar la protección de la frontera, pero poco más. Su cabeza, claramente, está en otro sitio y esto puede esperar.

Ahora bien, una ciudad de 15.000 habitantes no puede ser nunca una cuestión menor. Sobre todo si por esa ciudad circula la E38, carretera que lleva directamente a la central nuclear de Kurchátov y a Kursk capital. En otras palabras, tarde o temprano, Rusia tendrá que hacerse cargo de este problema y afrontarlo con mayor contundencia. Si puede. Una derrota en el eje Korenevo-Rilsk sería una catástrofe. Mucho más si las tropas que podrían defender dicho eje siguen embolsadas al sur del río Seim.

A veces, da la sensación de que Rusia cree que los problemas se solucionarán solos. Que el frente de Donetsk caerá de puro insistir y que las tropas de Kursk huirán tras el primer soplido. Hay mucho de pensamiento mágico en la estrategia de Rusia en esta guerra y tal vez por eso lo que estaba previsto que durara 10 días se ha prolongado dos años y medio. Putin entiende que tiene todo el tiempo del mundo, pero Rusia es un país que se ha caracterizado siempre por las intrigas internas y la lucha de poder.

Pensar que él puede ser ajeno a eso tiene también un punto fantástico: tarde o temprano, las provincias periféricas se cansarán de enviar a sus hijos a morir y algún Prigozhin aparecerá de nuevo para discutir el trono. O consigue pronto un éxito contundente en Donetsk o se puede esperar una caída radical en su popularidad. Cuanto más se prolongue la llegada de ese éxito, más nerviosismo cundirá alrededor del Kremlin.