Biden recula ante Putin y se niega a autorizar a Ucrania el uso de sus misiles contra Rusia
A cambio, Washington acepta que las tropas de Zelenski utilicen los misiles británicos y franceses para atacar objetivos militares.
14 septiembre, 2024 02:35Fuentes internas de la candidatura de Kamala Harris apuntaron este viernes que la candidata demócrata sería más firme que Joe Biden en el apoyo a Ucrania. Más le vale al gobierno de Volodimir Zelenski.
Pese a los insistentes rumores de la última semana, la reunión entre el primer ministro británico, Keir Starmer, y el presidente estadounidense acabó con sabor agridulce: Biden sigue negándose a que Ucrania use sus misiles de media y larga distancia ATACMS sobre territorio ruso… aunque "autoriza" a Reino Unido y Francia para que sigan su propia política con los Storm Shadows y los Scalps.
En rigor, ese permiso no es necesario. Francia y Reino Unido hace tiempo que mostraron su disposición a que Ucrania utilizara dichas armas como complemento a la ofensiva de Kursk siempre que se limitara a objetivos militares. El pasado miércoles, Zelenski llegó a entregarle en mano al secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, un listado con los enclaves concretos que Ucrania pretende bombardear: bases aéreas, complejos militares e infraestructuras relacionadas con la cadena de suministros al frente. Lo que lleva bombardeando Rusia en Ucrania desde hace dos años y medio.
Se entiende que ese mismo listado será el que autoricen Starmer y Macron, o uno muy similar. Estados Unidos no se cierra la puerta a una posible autorización más adelante, pero eso no hace sino postergar una decisión que tarde o temprano será necesaria. De esa manera, en vez de enfadar a Putin una vez y mostrar firmeza ante sus amenazas, lo que se hace es prolongar el conflicto diplomático innecesariamente. Cuando, dentro de un mes, Biden dé por fin el sí, volverán las amenazas y el agravio.
Ocho diplomáticos británicos expulsados
Y es que el presidente ruso, consciente de la que se le puede venir encima en términos de opinión pública si Ucrania empieza a bombardear Moscú o San Petersburgo y no solo las refinerías de Belgorod o los puentes de Crimea, se ha mostrado en las últimas horas más duro que nunca. En declaraciones a la televisión estatal, Putin afirmó que Ucrania era incapaz por sí misma de atacar suelo ruso, con lo que si dicho ataque se producía tenía que venir inducido por la participación de países de la OTAN.
En tal caso, continuó Putin, Rusia consideraría que el conflicto habría tomado otra naturaleza y tomaría dichas acciones como el equivalente a una declaración de guerra por parte de la Alianza Atlántica. Estas palabras vinieron acompañadas de la expulsión de ocho diplomáticos británicos, acusados de espionaje. Como se ve, el Kremlin ha puesto toda la carne en el asador para condicionar la decisión estadounidense… y desgraciadamente ha conseguido su objetivo.
Hace tiempo que en la Casa Blanca luchan dos sensibilidades opuestas a la hora de afrontar la guerra de Ucrania. El ala encabezada por Jake Sullivan, consejero de Defensa Nacional, opta por andar con extremo cuidado: se creen la amenaza rusa e insisten en que, ya en otoño de 2022, Moscú se planteó el uso de armas nucleares tácticas en suelo ucraniano. El ala encabezada por Antony Blinken, como se demostró en su reciente visita a Kiev y a Varsovia, pide más audacia e insiste en que Putin va de farol. Biden, de momento, prefiere la prudencia.
Incluso el senador Mitch McConnell, líder de la minoría republicana en la Cámara Baja, ha insistido en privado en la necesidad de armar a Ucrania y desistir de esta política de entrega a plazos. McConnell es un enemigo declarado de Donald Trump y representa la sensibilidad republicana conservadora más cercana a un Reagan o a un Bush y más lejana del populismo activista prorruso del candidato presidencial.
Condenados a los términos medios
Sea como fuere, el caso es que el miedo a pisar líneas rojas por parte de Biden sigue siendo la base de su política exterior. Después de quedarse a medias en Afganistán, se está quedando a medias en la guerra de Gaza, incapaz de que Israel y Hamás lleguen de una vez al acuerdo que su administración lleva meses prometiendo… y lo mismo le está pasando en Ucrania. Por un lado, irrita a Rusia con la gradual concesión de HIMARS, Patriots, ATACMS, F16, etc. y por el otro intenta quedar bien con el Kremlin poniendo restricciones absurdas que sus propios aliados rechazan.
Da la sensación de que Biden está en medio de dos guerras en las que no quiere estar y, como no quiere estar, prefiere cerrar los ojos y hacer como si no existieran. Está con Israel, pero contra Netanyahu. Condena apasionadamente a Hamás, pero permite que Qatar y Turquía, dos de sus grandes aliados en la zona, financien a la banda terrorista en su intento de alejarla del régimen iraní.
Del mismo modo, no quiere que Ucrania pierda, pero tampoco está convencido de que le interese la victoria. Lo ideal, parece ser, es que ambos bandos se cansen y lleguen a sus propios acuerdos. Tanto en Gaza como en el Donbás. En resumen, pareciera que Estados Unidos renuncia a ejercer de imperio, base de la estabilidad y la prosperidad que ha vivido Occidente desde el final de la II Guerra Mundial. De consolidarse esa tendencia, las consecuencias podrían ser fatales. Siempre hay alguien que quiere ser califa en lugar del califa. Y que no se avergüenza de ello.