La comandante Maryna Panasenko, conversa con varios de sus hombres, tras una noche de guardia en una posición de la Defensa Antiaérea en la región de Kiev.

La comandante Maryna Panasenko, conversa con varios de sus hombres, tras una noche de guardia en una posición de la Defensa Antiaérea en la región de Kiev. María Senovilla

Europa

Una noche con los ángeles de la guarda de Kiev: así trabaja la Defensa Antiaérea ucraniana para derribar los drones rusos

Kiev (Ucrania)
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El rugido que emite un dron suicida Shahed al surcar el cielo de Kiev en plena noche es capaz de despertarte de golpe. Vuelan bajo, dibujan círculos, se esconden y luego reaparecen.

En ese instante, piensas en dónde va a impactar y si habrá niños durmiendo justo ahí; es parte de la estrategia de guerra psicológica de Putin, que juega con el miedo de los civiles. Pero cuando son 188 drones suicidas los que rugen de forma simultánea sobre varias ciudades ucranianas a la vez, sólo piensas en que hace falta un ejército de ángeles de la guarda para ver amanecer un día más.

"En estos momentos no hay ni un sólo lugar en toda Ucrania que pueda considerarse un área segura debido a los drones", asegura la comandante Maryna Panasenko, que es responsable de cuatro posiciones de la Defensa Antiaérea en la región de Kiev.

"Los drones y los misiles pueden llegar a cualquier hogar y en cualquier momento", insiste. Son casi las 8 de la mañana de un frío día de noviembre, y charlamos –con un café calentando las manos– después de haber compartido la guardia en su puesto de vigilancia durante toda la noche.

Los cuatro equipos que comanda Maryna vigilan una infraestructura de energía crítica de la región –que es un objetivo recurrente del Kremlin– armados con reflectores, fusiles y ametralladoras. De ellos, y de miles de equipos de vigilancia como ellos, depende que las ciudades ucranianas puedan seguir siendo "habitables" en la actualidad.

Una guerra de robots

En las últimas semanas, Rusia ha pulverizado uno a uno los "récords" de drones Shahed arrojados contra Ucrania. En una sola noche se registraron 120 de estos aviones explosivos; a los pocos días fueron 145. El pasado martes, Putin bombardeó Ucrania con 188 aviones no tripulados.

"Hoy la guerra se caracteriza por el uso de tecnologías modernas: se ha convertido en una guerra de drones, en una guerra de robots. No se puede describir de otra manera", explica la comandante. "Un dron también es un enemigo, un adversario que se acerca desde el cielo. Y es un enemigo muy inteligente porque detrás de él hay una gran cantidad de personas que lo operan", apostilla.

La comandante Maryna Panasenko, conversa con varios de sus hombres, tras una noche de guardia en una posición de la Defensa Antiaérea en la región de Kiev

La comandante Maryna Panasenko, conversa con varios de sus hombres, tras una noche de guardia en una posición de la Defensa Antiaérea en la región de Kiev María Senovilla Kiev

Las tropas del Kremlin lanzan estos "robots" voladores desde varias direcciones, y de manera simultánea, para que sea más complicado derribarlos. Lo más habitual es que los equipos que operan los radares de vigilancia detecten grupos dirigidos contra diferentes ciudades y que han despegado desde Crimea, desde Belgorod y desde Bielorrusia, al mismo tiempo. Así que llegan por el sur, por este y también desde el norte.

"Estamos en contacto permanentemente con estos centros de control, que nos avisan de las amenazas que se dirigen hacia nuestro cuadrante. Nosotros pertenecemos a la Defensa Territorial, somos un cuerpo voluntario que se formó en los primeros días de la invasión, pero en octubre de 2023 nos incorporaron a la Defensa Antiaérea con el objetivo de proteger infraestructuras clave y vigilar posibles infiltraciones de grupos de sabotaje", explica Panasenko.

Efectivos de la Defensa Antiaérea territorial de Kiev en su posición durante la noche

Efectivos de la Defensa Antiaérea territorial de Kiev en su posición durante la noche María Senovilla Kiev

"Al principio, la vigilancia consistía en localizar a sujetos que se acercaban a las infraestructuras críticas, para enviar su localización a las fuerzas rusas", desvela. "Algunos eran muy jóvenes, y tal vez no eran conscientes ni de lo que estaban haciendo", concluye.

Pero con el uso intensivo de los drones como arma de guerra –que a lo largo del último año se ha multiplicado hasta el punto de cambiar tácticamente el conflicto–, el trabajo de estas unidades de vigilancia ahora incluye el hecho de tener que derribar aviones no tripulados.

Irán y China

"Cada vez enfrentamos amenazas más serias con el uso de los drones: ahora nos están alertando de que los rusos pueden armar estos aviones también con bombas termobáricas", advierte Anatoly Pokhodnay, el supervisor del área que vigilan los hombres de Maryna.

"A esto hay que añadir que la estrategia rusa consiste en lanzar enjambres de drones entre los que hay drones armados y drones señuelo con carga falsa, de manera que tú no sabes si estás apuntando al avión que puede bombardear o al que no", añade Anatoly. Otro de los problemas de que ocasionan los drones señuelo –que podrían ser la mitad de los que lanza Rusia en estos momentos– es que hacen gastar a los ucranianos una munición que no les sobra.

La comandante Maryna Panasenko, junto a uno de sus hombres, trabajando en una posición de la Defensa Antiaérea ucraniana en la región de Kiev

La comandante Maryna Panasenko, junto a uno de sus hombres, trabajando en una posición de la Defensa Antiaérea ucraniana en la región de Kiev María Senovilla Kiev

"Pero también hemos aprendido que no es necesario desperdiciar proyectiles de gran calibre para abatirlos", rebate Anatoly. "Cuando vuelan muy bajo, podemos alcanzarlos con kalasnikov; usamos la ametralladora de 12,7 mm si se desplazan más arriba, y hay cañones de 16 mm para los que vuelan más alto", detalla.

Para que estas armas sean eficaces contra los drones, el factor clave es la puntería. "Vamos al polígono de tiro a entrenar en cuanto tenemos tiempo libre", interviene Maryna. "Pero también es importante saber cómo son los ataques: Rusia normalmente lanza un dron guía, que no suele llevar carga explosiva, seguido de otros dos de ataque", detalla.

Sin embargo, cuando las fuentes de inteligencia informan de que un avión de carga iraní ha aterrizado en suelo ruso, los ucranianos saben con seguridad que "en un par de días se producirán ataques masivos" contra los que es más difícil maniobrar.

Los Shahed son drones de diseño iraní, y durante mucho tiempo se fabricaban allí y luego se enviaban a Rusia. En la actualidad ya se están produciendo en masa en la Federación Rusa, pero sigue siendo necesario importar la mayor parte de sus componentes para ensamblarlos allí.

Irán es probablemente el mayor proveedor de componentes de Shahed para el Kremlin, pero en estos momentos a nadie le pasa desapercibido el papel de China como suministrador de componentes que se usan para fabricar estas nuevas armas de guerra. No sólo en el caso de los Shahed, si no también –y sobre todo– en el caso de los letales FPV que están asolando los frentes de combate.

Coordinación absoluta

El trabajo de estas unidades de vigilancia aérea que, pertrechadas con armas más modestas se dedican a abatir drones, se ha convertido en una pieza clave de la Defensa Antiaérea de todo el país.

"Nosotros trabajamos coordinados con las posiciones que opera el Ejército, que son los que derriban misiles. La coordinación entre todos nosotros es la clave para que las defensas antiaéreas en su conjunto funcionen", afirma Maryna. Los equipos que trabajan para neutralizar estos misiles –que cada vez tienen mayor envergadura– manejan sistemas como los Patriots o los IRIS. Y de ese trabajo en equipo depende que el cielo de Ucrania no se convierta en un infierno.

Una unidad de la Defensa Antiaérea territorial de Kiev antes de distribuirse en sus posiciones para efectuar una guardia de 24 horas

Una unidad de la Defensa Antiaérea territorial de Kiev antes de distribuirse en sus posiciones para efectuar una guardia de 24 horas María Senovilla Kiev

"No podemos desvelar detalles sobre cómo se trabaja en medio de un ataque combinado de misiles y drones, pero nuestra misión es muy importante para que las unidades que derriban misiles tengan éxito", relata la comandante. "Con nosotros aquí, ellos sólo deben concentrarse en el misil que se aproxima. Nada más".

Aunque los 35 hombres que están a las órdenes de Maryna sirven de manera voluntaria, hace tiempo que el Ejército de Ucrania absorbió el trabajo de la Defensa Territorial y acometen misiones conjuntas.

Ejército de voluntarios

"En realidad, para los que somos voluntarios en la Defensa Territorial ser civil o militar es algo que está profundamente entrelazado: aunque no estés de guardia, tú ya no puedes comportarte como un civil cuando escuchas los drones; no puedes dejar de seguir constantemente la información de los grupos militares, ni puedes dejar de pensar en que tus compañeros están en el frente", reflexiona Maryna.

"Cuando nos cambiaron de trabajo y nos dijeron ‘desde hoy no disparas para proteger las ciudades, desde hoy disparas para proteger el cielo’, sabíamos que detenerse no era una opción, porque la guerra no se iba a detener tampoco", prosigue.

Efectivos de la Defensa Antiaérea territorial de Kiev en su posición durante la noche

Efectivos de la Defensa Antiaérea territorial de Kiev en su posición durante la noche María Senovilla Kiev

"Pero lo cierto es que formar parte de la Defensa Antiaérea es un desafío diferente, sobre todo porque los drones cambian constantemente y las tácticas del enemigo también evolucionan. Y eso nos exige estar en disposición constante de aprender", asegura la comandante.

Sin embargo, además de asumir el reto de aprender sobre la evolución permanente de los drones suicidas que deben derribar, otro de los problemas que ha asumido este ejército voluntario de ángeles de la guarda es que cada vez cuentan con menos efectivos para hacerlo. "Antes tenía a 60 hombres, pero cerca de la mitad han sido movilizados este año y se los han llevado a otras brigadas del Ejército", reconoce Panasenko.

Y es que Ucrania está afrontando el difícil equilibrio de mantener la línea del frente, sin descuidar la protección de las ciudades –contra las que se ceba cada día más el Kremlin–. "Todos los ucranianos entendemos que estamos en guerra, incluso estando a cientos de kilómetros de distancia del frente de combate", sentencia la comandante.