La luz se fue. En medio de la oscuridad y con la ayuda de linternas, los pacientes y el personal sanitario trataban de ponerse a salvo. En medio de una extraña mezcla entre el susto de muerte y la calma tensa, el llanto lejano de algún niño y el trasiego de quienes no habían resultado heridos, un hombre sujetaba con dificultad a otro que no se tenía en pie.
En otra sala con luz, el espeso humo dificultaba la respiración y la visión. Varias personas protegidas únicamente con una mascarilla médica envolvieron a los más pequeños, a los recién nacidos, en mantas para tratar de trasladarlos a un lugar seguro. Incluso los bebés en incubadoras tuvieron que cambiar el nido que les mantenía con vida por un lecho común montado urgentemente sobre el suelo a base de una colchoneta y de mantas. Dos profesionales sanitarias se abrazaron y lloraron.
No murió nadie en ese bombardeo contra el último hospital infantil en la zona de Alepo donde aún resiste la oposición al asedio del Ejército sirio. Fue el miércoles pasado y un reportero de Al Jazeera estaba allí. La cadena catarí ha cedido las imágenes a EL ESPAÑOL.
Médicos Sin Fronteras (MSF) denunció el jueves que “el único (hospital) especializado en atención a menores en toda la zona sitiada” había sido atacado desde el aire el día anterior. Teresa Sancristóbal, responsable de la unidad de emergencias de MSF desde Barcelona, habla todos los días con los médicos de Alepo. Ha podido confirmar a EL ESPAÑOL que el hospital de las imágenes corresponden al mismo centro sanitario. Ese día también fue bombardeado otro hospital de la zona, especializado en cirugía, también apoyado por la ONG.
MSF asegura que el personal del último hospital infantil de la zona rebelde “logró trasladar a los niños, incluidos bebés prematuros, desde las cunas e incubadoras hasta el sótano del edificio para ponerlos a salvo y refugio del bombardeo”.
Aquel día pudo seguir funcionando a duras penas, pero un segundo bombardeo acabó con las instalaciones definitivamente, indica Sancristóbal. En sólo una semana, al menos 5 de 7 hospitales han resultado completamente destruidos, según sus datos. MSF no ha conseguido establecer contacto con los dos centros restantes para saber en qué estado se encuentran, aunque esta responsable señala el directorado de Salud de Alepo asegura que todos ellos han quedado en ruinas.
El mismo día del ataque reflejado en las imágenes, la Organización Mundial de la Salud había denunciado“ataques masivos contra cinco hospitales en Siria”, tres de ellos en el este de Alepo y dos en Idlib (al suroeste de Alepo), pero referentes a la semana anterior, entre el 13 y el 15 de noviembre. Al menos dos personas murieron y 19 resultaron heridas, incluidos 6 miembros del personal sanitario. “Es chocante que este tipo de ataques a la salud en Siria estén aumentando tanto en frecuencia como en escala”, denunció la OMS antes de conocer los bombardeos a dos hospitales en Alepo -uno de ellos, el de las imágenes- ese mismo día, el 16 de noviembre.
“Esperamos que las existencias actuales nos duren diez días. Sin embargo, si el bombardeo es especialmente violento, se nos agotarán en tres o cuatro jornadas. Por desgracia, cuando nos quedemos sin material ni medicamentos, no podremos hacer nada", explicó entonces a Médicos Sin Fronteras un médico de la zona cuyo anonimato se preserva por cuestiones de seguridad. Los bombardeos de los días que siguieron efectivamente fueron violentos y sigue sin haber un acuerdo para frenarlo. Debido a la dificultad de comunicación con la zona, la ONG no pudo indicar a EL ESPAÑOL el estado actual de los exiguos suministros.
En situaciones “graves” como esta, indicó el médico, los pacientes apenas pueden permanecer una o dos horas en el hospital después de haber sido operados. Tratan a muchas personas con las extremidades heridas. “Desgraciadamente, en la mayoría de los casos no podemos hacer mucho por ellas y se termina optando por la amputación. Hay muy poco tiempo y muy pocos médicos, quirófanos y medicamentos. No tenemos muchas opciones”, lamenta.
“Nos estamos quedando sin tiempo, estamos corriendo contrarreloj”, confirmó el enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura este domingo tras reunirse con el ministro de Exteriores de ese país, Walid Muallem, y su número 2.
El mediador de Naciones Unidas les pidió permitir la evacuación de unos 200 heridos o enfermos graves, la entrada de suministros médicos y un convoy humanitario con alimentos que no llega desde hace “varios meses” y una pequeña rotación de médicos, puesto que algunos están o heridos o “exhaustos”. De momento no ha recibido luz verde.
De Mistura admitió que “especialmente en el este de Alepo, pero también en otras partes de Siria, el miedo es que el vez de una iniciativa humanitaria o política, (haya) una aceleración de las actividades militares”. Cree que ese es efectivamente el rumbo que ha decidido tomar actualmente el Gobierno de Damasco y advierte que de continuar la escalada militar, “para Navidades tendríamos el derrumbe de lo que queda del este de Alepo, habría 200.000 personas desplazándose hacia Turquía; eso sería una catástrofe humana”.
El enviado especial de la ONU asegura que se ha producido un “trágico bombardeo de hospitales en el este de Alepo” en los últimos días, lo que coincide con la información de MSF, mientras que el Gobierno sirio lo niega tajantemente. Desde que comenzara la operación del Ejército sirio el pasado julio para arrebatar Alepo a los opositores y también a los terroristas de Al Nusra que aún se mueven por la ciudad, los hospitales que según el recuento de la ONG se mantienen operativos han resultado dañados en al menos 29 ataques distintos.