Jamás se imaginaron los Schuster la catástrofe personal que se les venía encima el pasado mes de diciembre. Mientras se encontraban en Estados Unidos (país del que salieron hace 30 años para hacer Aliyá -la inmigración de los judíos a Israel) de cara a las fiestas hebreas de Hanucá -que este año coincidieron en fechas con las Navidades cristianas-, recibieron una llamada telefónica que les cambiaría la vida.
Su hijo mayor de 22 años, Yair, se había quitado la vida con el fusil reglamentario de su hermano Gilad, de 20, que se encuentra realizando el servicio militar en Israel. En este país, la instrucción castrense es obligatoria para los hombres durante tres años (a los que se une un mes de reserva anual hasta cumplir los 45) y dos para las mujeres (en su caso la reserva es voluntaria). La familia era consciente de que el mayor de sus hijos había tenido problemas psicológicos durante el mismo, pero pensaba que, tras verle un especialista, los síntomas estaban bajo control. Si no, no habrían emprendido el viaje a EEUU dejando a sus hijos solos en casa.
De acuerdo al testimonio de amigos íntimos de la familia (que, en realidad, no se llama Schuster porque prefiere mantener el anonimato) quienes se personaron ipso facto en el lugar del suicidio y pactaron omitir alguno de los detalles con la policía, Yair Schuster no se disparó el típico tiro en la cabeza (que resulta fácil con una pistola o revólver, pero complicado con un fusil ametrallador). En su lugar, diseñó un sistema para activar y mantener apretado el gatillo de su Tavor, una de las armas más utilizadas por el Ejército israelí, logrando descerrajarse un cargador entero de 32 balas contra sí mismo.
Pero el caso de Yair no es una rareza en Israel. Según las estadísticas del Ejército, 15 de sus soldados se quitaron voluntariamente la vida de entre los 41 uniformados fallecidos a lo largo de 2016 (ya fuera en operaciones militares, ataques terroristas, accidentes en entrenamientos o accidentes de tráfico terrestre o aéreo). Una tasa de suicidios que se ha mantenido relativamente estable durante los últimos 10 años, después de que el Gobierno y el Ejército comenzaran a tomarse en serio un problema que hoy sigue siendo visto como un tabú en el país. “Es cierto que este programa está funcionando, pero es tarde, tenían que habérselo tomado en serio antes¨, comenta el blogero Hagai Mattar de la publicación digital israelí +972, quien ha realizado varias investigaciones al respecto.
“La gran mayoría de mi círculo de amigos, al igual que yo mismo, optó por la objeción de conciencia, somos activistas, pero uno de nosotros se incorporó a filas y terminó suicidándose”, relata Mattar. “Por eso tengo una especial sensibilidad por este asunto y creo que se reaccionó tarde”. Antes de que el Gobierno lo declarara como una cuestión de interés nacional y tomara cartas en el asunto en 2006, la tasa de suicidios duplicaba a la actual, según datos del Ejército. Desde entonces, el número de suicidios entró en una tendencia decreciente que se ha estabilizado en torno a los 15 fallecimientos, salvo en 2013 en que bajaron a 7, lo que constituyó un récord en positivo.
En opinión de Mattar, la sociedad israelí sigue sin asumir la verdadera magnitud del problema. “En Israel tenemos una efemérides anual en la que celebramos el Día de los Caídos, en la que enumeramos a aquellos que han muerto en acto de servicio, o han sido víctimas de un atentado, o han sufrido un accidente", explica. "Sin embargo, no se habla de los que han 'caído' porque se han suicidado", añade Mattar.
Perfil del soldado suicida
Las estadísticas compiladas por el Departamento de Personal del Ejército muestran cómo el suicidio es más frecuente entre aquellos que están haciendo su primer año de servicio militar (en que tienen 18 ó 19 años de edad), más que entre los que están en su segundo o tercero. Las causas son diversas, pero según los estudios internos de las Fuerzas Armadas podrían enumerarse algunas como la añoranza del hogar, los episodios vitales negativos (muerte de algún familiar, divorcio de los padres, problemas de orientación sexual), las broncas o desencuentros con los mandos o la insatisfacción por el destino (unidad y puesto) al que son asignados, entre otros.
Los expertos del Ejército también muestran cómo el suicidio es más frecuente entre los reclutas varones (que representan el 70% del grueso de los efectivos) que entre las mujeres, así como que éstos tienden a ser más eficaces a la hora de llevar a cabo sus intenciones. "Las mujeres lo intentan más, pero fracasan en mayor proporción que los hombres", explica Dr. Eyal Fruchter, psiquiatra, coronel y ex-responsable del Programa de Salud Mental de las Fuerzas Armadas de Israel entre los años 2010 y 2014.
Los especialistas también han detectado que dentro del ciclo anual los suicidios se producen sobre todo en el frío y oscuro mes de diciembre, mientras que disminuyen significativamente en el mes de octubre, que suele coincidir con la secuencia de celebraciones religiosas judías como Rosh Hashaná (Año nuevo), Yom Kippur (Día del perdón) y Sukkot (Tabernáculos). Asimismo, señalan que aquellos soldados que deciden quitarse la vida pertenecen en mayor proporción a minorías étnicas tales como los drusos o los etíopes.
Paradójicamente, los soldados de reemplazo que optan por suicidarse suelen presentar un buen expediente médico, un coeficiente intelectual y capacidades psicométricas por encima de las de la media, así como una motivación superior. A esto se une otro factor añadido, que es el tipo de unidad al que son destinados. De acuerdo a los psiquiatras y psicólogos del Ejército israelí, aquellos jóvenes que sirven en unidades de primera fila (no necesariamente de combate) se enfrentan a un riesgo mayor que aquellos que realizan tareas de administración o secretaría.
Estrategia de prevención
El Dr. Eyal Fruchter asegura que la drástica reducción en la tasa de suicidios que se ha producido en la última década -se alcanzó una reducción de un 60% hasta hace 5 años, cuando la tasa se estancó- ha sido fruto de la puesta en marcha de una estrategia integral de prevención, compuesta por medidas de carácter tanto logístico como psicológico. Entre éstas, la obligación de que los soldados dejen su arma en el armero del cuartel durante su tiempo libre y de ocio (en vez de llevársela consigo a casa, como hacían antes), y la sustitución de las clínicas por psicólogos empotrados en las unidades.
“La experiencia demuestra que aunque antes disponíamos de clínicas con psicólogos muy bien preparados, los soldados no se acercaban a ellas por cuestiones de estigma, por temor a ser vistos y rechazados por sus compañeros”, comenta Fruchter, licenciado en psiquiatría por el Hospital Universitario de Ha´Emek en Afula. “Por eso decidimos eliminar los centros de salud mental como tales y aumentar el número de psicólogos, empotrándolos entre las unidades, de modo que se ganaran la confianza de los soldados”, prosigue. “Que éstos les vieran como amigos y a partir de ahí les contaran sus problemas y frustraciones, de forma que pudiéramos intervenir”, puntualiza.
Fruchter, que ahora dirige el departamento de psiquiatría del prestigioso hospital Rambam de Haifa, se jacta de que la puesta en marcha de esta estrategia de prevención de los suicidios les ha permitido menguar la tasa en más de un 40% desde 2006 y en un 60% desde 2011. Para ello además de destinar a más psicólogos a las distintas unidades, se les intenta inculcar un nuevo paradigma, “por el cual cada uno de ellos se convierte en un guardián”, de forma que si ven a otros compañeros que presentan síntomas de riesgo como depresiones, traumas, ansiedad, inestabilidad emocional, inmadurez o pérdida de autoestima, combinados con la ingestión de alcohol, anti-depresivos o drogas, lo comenten con el psicólogo de la unidad y se pueda intervenir a tiempo.
“Nuestro porcentaje de suicidios es, en términos relativos, mucho más bajo que el del Ejército de los Estados Unidos, donde hay un intento cada hora ya sea entre los veteranos o entre soldados en activo", señala el psiquiatra. "Tienen un problema terrible, no saben qué medidas tomar para solucionarlo", concluye.
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