El caos en Siria parecía haber pasado a un segundo plano ahora que el autodenominado Estado Islámico perdía fuelle a consecuencia del avance del ejército sirio apoyado por fuerzas de Hezbolá y Rusia tras la toma de Alepo, además de la expulsión de terroristas en el este del país, donde Estados Unidos y sus aliados rodean Raqa, la ciudad que el grupo terrorista considera su "capital".
Pero este martes, un mortífero ataque sobre la localidad de Jan Shijún, ha vuelto a poner el foco internacional en la guerra siria, que entra ya en su séptimo año. Al menos 70 personas murieron y más de 200 fueron heridas en un ataque en el que presuntamente se utilizaron armas químicas. Tras practicar autopsias a tres de los fallecidos, las autoridades turcas afirmaron el jueves que estuvieron expuestos a gas sarín. El Ministerio de Salud turco ya había avanzado un día antes que enviarían las pruebas de este acto a la OMS.
Este ataque se produce días después de que la Casa Blanca reconociera que la presencia del Bashar al Asad en Siria ya no le era incómoda, rompiendo con la doctrina marcada por el anterior presidente, Barack Obama, que exigía la destitución a cualquier precio del presidente sirio.
Sin embargo, este ataque, que de confirmarse el uso de agentes químicos sería el peor perpetrado en suelo sirio desde la masacre de Guta en 2013 según la ONU, ha supuesto un punto de inflexión para Trump. Este jueves disparó misiles Tomahawk contra una base siria en respuesta a la tragedia.
Siria es de nuevo el centro de la confrontación de las potencias mundiales. La tensión escala con dos mensajes antagonistas, el de Occidente y el de Rusia, en medio de una guerra de pruebas contradictorias que ha llegado hasta el Consejo General de la ONU.
Tras la masacre de Guta, donde el régimen de Bachar al Asad supuestamente mató a más de 1.400 personas con armas químicas, el gobierno sirio se comprometió a eliminar su arsenal químico marcando como fecha límite mediados de 2014. E
El ataque de esta semana ha levantado las alarmas sobre si el régimen cuenta aún con un voluminoso depósito letal, como se sospecha. La ONU ya concluyó que el régimen de Asad utilizó armas químicas en tres ataques contra la población siria en 2014 y 2015.
¿De dónde salió el arsenal químico sirio?
La extinta Unión Soviética sentó los cimientos de la industria química en Siria dotando al país de la capacidad de construirse su propio arsenal de armas químicas como ha confirmado a EL ESPAÑOL el analista principal del Real Instituto Elcano, Félix Arteaga.
Este hecho fue recogido por la CIA en un informe de 1983, hoy desclasificado, que situaba a Siria como uno de los “mayores receptores de asistencia soviética en armas químicas”.
El régimen sirio llegó a tener 41 instalaciones en 23 localidades diferentes lo que le dotaba de capacidad para producir armamento químico.
La caída de la Unión Soviética no supuso el fin de la industria militar química que encontró en algunos países europeos suministros durante décadas.
En 1989 el director de la CIA William Webster confirmó, en un testimonio ante el Senado, que "las empresas de Europa Occidental fueron fundamentales en el suministro de los precursores químicos y equipos necesarios”.
Por su parte el gobierno alemán, a través de su ministro de Economía, confirmó en septiembre de 2013 que entre 2002 y 2006 aprobó la exportación de más de 100 toneladas de sustancias químicas de uso dual a Siria, incluido gas sarín. La canciller Angela Merkel en una entrevista de la cadena pública ARD anunció que las sustancias vendidas ”según todos los hallazgos que están a mi disposición, fueron utilizados para cosas civiles".
Desde Reino Unido, Vince Cable, secretario de Negocios en 2013, declaró que en su país se aprobaron licencias de exportación de productos químicos que podrían ser usados para fabricar sarín entre 2004 y 2010.
¿Quedan armas químicas en Siria?
En 2013, tras el ataque de Guta, la Administración de Barack Obama marcó las líneas rojas del conflicto después de que la ONU certificara el uso de misiles tierra-tierra cargados con un agente nervioso sarín que acabó con la vida de "civiles, incluidos niños, en una escala relativamente grande", como recoge el informe que publicaron.
Rusia asumió la responsabilidad, en coordinación con Estados Unidos, de evacuar de Siria el total de las armas químicas en posesión del ejército de Bashar al Asad. Se puso entonces en marcha una operación de desmantelamiento y retirada de las armas y sustancias tóxicas bajo el atento ojo de los inspectores de la Organización Internacional para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ). Desde el puerto sirio de Latakia los contenedores partieron a distintas instalaciones para su procesamiento.
La salida del material químico de Siria no fue fácil. En 2013 y 2014 el Gobierno sirio controlaba una parte muy pequeña del territorio del país que mayoritariamente estaba controlado por grupos terroristas como el Estado Islámico, Al Qaeda, el Organismo de Liberación del Levante. El proceso de desarme se alargó hasta 2014 debido a la dificultad y el peligro del transporte de los contenedores de sustancias tóxicas como consecuencia de los combates en la zona.
"El proceso de destrucción del armamento químico sirio ha resultado muy complejo, sobre todo debido a la necesidad de mover este tipo de armamento a un territorio inmerso en un largo conflicto armado", alertan en un análisis Juan Domingo y René Pita, del departamento de Defensa Química de la Academia de Ingenieros del Ejército de Tierra.
Arteaga, del Instituto Elcano, explica que "la OPAQ certificó que Siria ya no tenía capacidad de fabricar armas químicas". Advierte, sin embargo, que tras los acontecimientos de esta semana "pueden existir factorías o armas con munición escondidas".
De hecho, el pasado agosto un equipo internacional de la OPAQ y Naciones Unidas determinó que el Gobierno sirio había empleado armas químicas en al menos dos ataques en 2014 y 2015 y aseguró que las pruebas sugerían que podían haber sido más. También determinó que el grupo terrorista Estado Islámico había usado gas mostaza en una ofensiva.
Meses más tarde, los investigadores concluyeron que Asad había utilizado también agentes químicos en una ataque en Idleb en marzo de 2015.
La ONG Human Rights Watch denunció recientemente ataques con armas químicas por parte del régimen en Alepo en los últimos meses de 2016.
En tanto, el máximo responsable de la Embajada de la República Árabe de Siria en España, ha asegurado a EL ESPAÑOL que el Gobierno sirio informó a la OPAQ y al Consejo de Seguridad de la ONU de que "se habían transportado sustancias tóxicas desde Turquía a Idleb hace unas semanas para ser utilizadas más tarde, lo que finalmente ha ocurrido".
Siria poseía centros de producción y almacenamiento en Homs y Alepo que durante años han estado en manos del grupo terrorista Estado Islámico sin que se pudiera supervisar lo que hacían con las instalaciones o sustancias allí depositadas. De acuerdo con los análisis del Centro James Martin para la No Proliferación, también existen instalaciones en Damasco y Latakia, zonas en conflicto hasta la intervención del ejército ruso.
Doce días antes de la catástrofe de Jan Sheijun, la OPAQ afirmó que cerca de Idleb aún había tres instalaciones que aún no habían sido destruidas. La región a la que pertenece Jan Sheijun es un área en disputa entre los rebeldes y las tropas del Gobierno sirio.
¿Se puede determinar quién realizó el ataque?
Según el analista del Instituto Elcano, la forma de confirmar la autoría del ataque vendría determinada por "el vector del lanzamiento". Si las bombas fueron lanzadas desde el aire, "sólo el ejército sirio o el ruso tienen tal capacidad", indica.
El momento en que se ha producido el ataque, sin embargo, no tiene sentido para Arteaga ya que una acción como esta por parte del régimen sirio "pondría a Rusia en una situación muy difícil en la mesa de negociaciones".
El ataque que se ha perpetrado esta semana no beneficia a ninguna de las partes implicadas en el conflicto, indica el analista. "Los insurgentes han accedido a depósitos de munición y a componentes químicos fácilmente manipulables de forma artesanal” pero, advierte, para “confeccionar gas mostaza o sarín se necesitan instalaciones y procesos que ni los rebeldes ni los sirios poseen en la actualidad”.
Consultado sobre si el ataque de esta semana guarda parecido con el de 2013, Arteaga explica que "las pruebas actuales no son equiparables a las que se presentaron entonces". "Hay una presunción, pero no hay pruebas definitivas", considera el experto.
La inteligencia estadounidense, sin embargo, asegura tener absoluta certeza de que el ataque fue llevado a cabo por fuerzas de Damasco.