Irán elige este viernes a un nuevo presidente de la República y gane quien gane, seguirá gobernando la política doctrinaria de Jomeini. El moderado Hassan Rohaní opta a la reelección dejando claro que no va a ir contra la doctrina del líder supremo. Enfrente, el clérigo conservador Ebrahim Raisí querría ir, incluso, más allá de Joemini.
La lluvia de candidatos que se habían presentado inicialmente a la carrera presidencial se ha ido diluyendo para dejar la Presidencia en un mano a mano entre un aperturista y un doctrinario.
Todos los reformistas (incluido el vicepresidente iraní) han ido cerrando filas con Rohaní y lo mismo ha ocurrido entre los conservadores (el último en retirarse ha sido el alcalde de Teherán Mohamad Baqer Qalibaf) para que "dé fruto el Gobierno de Trabajo y Dignidad", según reza el lema del clérigo Raisí.
Raisí es administrador de la importante fundación Astan Quds Razavi, del mausoleo del imán Reza en la ciudad santa de Mashad, y uno de los clérigos mejor posicionados para suceder al líder supremo.
Sólo el alcalde de Teherán podría haberle hecho sombra y haber dividido el voto conservador. Por eso, Qalibaf se ha retirado dejando claro que lo hace para evitar "cuatro años más de Gobierno de Rohaní".
Por su parte, el bloque reformista también se ha volcado con el actual presidente para tratar de lograr la reelección. Destacados líderes de esta corriente han llamado a votar de nuevo a Rohaní, que se alzó con la victoria en 2013 precisamente gracias a este respaldo.
Incluso activistas como Mehdi Karrubí -dirigente del Movimiento Verde que se encuentra bajo arresto domiciliario- han pedido por carta que estas elecciones sean "un duro enfrentamiento entre la República Islámica verdadera y la República Islámica autoritaria". Karrubí ha advertido de que hay gente que quiere hacer retroceder a Irán a los tiempos de Ahmadineyad.
También el expresidente Mohamad Jatamí ha mostrado su apoyo al moderado en un vídeo donde ha pedido a los ciudadanos su reelección para "fortalecer la esperanza en un futuro mejor".
El presidente y candidato ha planteado la cita con las urnas como una encrucijada entre un gobierno autoritario y uno que defienda las libertades.
Irán es un país con una población muy joven donde más del 25% de sus 80 millones de habitantes tiene entre 15 y 29 años. De hecho, los datos electorales aseguran que 1,3 millones de jóvenes votarán en estas presidenciales por primera vez. Quizá por eso, ambos candidatos han sido conscientes de la importancia que tiene este voto menor de 30 años y sus preocupaciones sobre la marcha de la economía del país y el empleo.
En todos los debates televisados, el crecimiento económico y la lucha contra la pobreza han sido argumentos de ataque y de defensa entre ambos partidos. No han faltado tampoco las denuncias cruzadas de corrupción, de falta de transparencia y de favoritismo, acompañadas de promesas electorales por uno y otro bando que son descalificadas por el oponente como "mentiras" y "camelos".
Economía y empleo
En la lucha contra la pobreza, Raisí ha prometido aumentar los subsidios a las clases desfavorecidas a través de fondos públicos como el del petróleo. Pero para los moderados, esta fórmula sólo producirá un incremento de la inflación y del déficit presupuestario.
Según los datos oficiales, la economía iraní ha mejorado desde la entrada en vigor, en enero de 2016, del acuerdo nuclear que provocó el levantamiento de las sanciones internacionales. El problema es que esta mejora no se ha visto reflejada aún en los bolsillos de los ciudadanos.
El PIB iraní creció en 2016 un 8% y el país ha logrado reducir la inflación desde el 40%, en 2013, a una cifra de un sólo dígito tres años después; mientras que "por primera vez en la historia las exportaciones superan a las importaciones".
Sin embargo, la lentitud en la llegada de inversión extranjera y la necesidad de hacer reformas estructurales ha supuesto que el desempleo suba hasta el 12% y afecte a un tercio de los jóvenes. Rohaní insiste en que el camino de salida de esta situación es la gestión que está haciendo su Gobierno que "abrió el país al mercado de las exportaciones gracias al acuerdo nuclear".
De hecho, Irán ha aumentado la producción petrolera y ha recuperado cuota de mercado, duplicando el capital de los bancos públicos. Sin embargo, un reciente sondeo de la consultora independiente IranPoll muestra que el 72% de los encuestados consideraba que la situación económica no ha mejorado desde la firma del pacto.
Pese a sus encontronazos en las repercusiones, moderados y conservadores están de acuerdo en respetar el acuerdo nuclear firmado con seis grandes potencias y sólo resentan matices. Raisí apuesta por una postura menos favorable y menos aperturista para Irán aunque promete no romperlo puesto que el pacto cuenta con la aprobación del líder supremo de Irán, Alí Jameneí.
"Este gobierno ha recibido un cheque pero no puede cobrarlo y no tiene influencia para cobrarlo", ha denunciado Raisí acusando a Rohaní de debilidad.
Política exterior
El presidente, por su parte, ha garantizado asimismo que si es reelegido va a mejorar el sistema de seguridad social y subir las pensiones y sueldos mínimos.
Rohaní y sus aliados se presentan como garantes del éxito económico y de la apertura de Irán al mundo, lo que -advierten- podría peligrar si triunfaran los conservadores.
Consciente del debate y de la posible preocupación de Occidente, el propio responsable de la Agencia Iraní de la Energía Atómica (AIEA), Ali Akbar Salehi, declaró a finales del mes de abril que su país mantendrá sus compromisos con el acuerdo nuclear "independientemente del resultado de las elecciones".
Más preocupante es el enfoque de los distintos candidatos sobre las relaciones internacionales, ya que el mismo líder supremo instó recientemente a no depender de la ayuda extranjera para solucionar los problemas internos.
Jameneí, en una crítica velada a Rohaní, pidió a los aspirantes a la Presidencia que se comprometan a "mirar hacia la propia nación y no mirar más allá de las fronteras para lograr el avance de los asuntos del país y su desarrollo económico".
Aunque los conservadores también abogan por mantener buenas relaciones con Occidente, los diplomáticos destacados en Teherán temen que su retórica se vuelva más hostil.
Es bastante probable que el actual flujo de delegaciones económicas europeas a Irán se frene o ralentice, y que las relaciones diplomáticas sean más difíciles.
Con la llegada de Donald Trump a la Presidencia estadounidense la cuerda ya se ha tensado en exceso, a causa de la decisión de Washington de revisar el acuerdo y de decretar nuevas sanciones bilaterales contra Teherán. El resultado de las elecciones del viernes acabará de determinar hacia dónde va a tirar Irán.