En el campo para desplazados internos de Ain al-Issa, ubicado en el norte de Siria, 14 mujeres y sus pequeños hijos comparten una habitación custodiada por guardias. Ellas son las esposas de los hombres del ISIS. Permanecen retenidas después de que intentarán escapar y regresar a sus hogares en Europa tras la muerte o secuestro de sus maridos.
La situación de estas mujeres en el campo es excepcional. Mientras lamentan que solo pueden comer “arroz y alubias”, lo cierto es que se les permite salir de su estancia, sin necesidad de ir acompañadas, para comprar alimentos y suministros en el mercado del campo. Incluso a veces se les da acceso a Internet para que puedan contactar con sus familias.
Esto ha generado el resquemor del resto de 8.000 refugiados sirios de Ain al-Issa, cuyas condiciones a veces no son tan favorables. A esto hay que sumarle la frustración de estas miles de personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares y perderlo todo por culpa de la guerra que ha causado el Estado Islámico.
“Odian al ISIS por lo que han sufrido”, dice Aisha Kadad, una de las esposas del grupo terrorista y ex profesora de inglés en la ciudad siria de Homs, para Middle East Eye (MEE). "Cuando los indonesios vivían en el campo -quienes no pudieron regresar a su país por el conflicto-, la gente les tiraban piedras y no les permitían coger agua", asegura refiriéndose a una familia cuyos miembros eran sospechosos de pertenecer a los islamistas radicales.
Nadie a salvo bajo el régimen del ISIS
El marido de Kadad, Abu Mohammed al-Adnani, y jefe de propaganda del Estado Islámico, fue asesinado por un francotirador durante la batalla de Homs hace cinco años. Tras su muerte, se casó con franco-marroquí llamado Bilal Khattab, quien se unió al ISIS sin querer combatir. Ella considera que su retención en el campo es injusta y quiere volver a trabajar.
“Mi marido no hizo nada malo”, asegura. Según cuenta, él le dijo a sus maridos que “soy musulmán, pero no voy a matar”. Su esposo llegó desde Francia para recabar en las filas del grupo terrorista en Siria. Su objetivo era huir hacia Turquía, pues tenían miedo a que fueran juzgados en el país galo por pertenencia a un grupo terrorista.
Del mismo modo, Saida, otras esposa de un miembro del ISIS y francesa nacida en Montepellier, consiguió escapar de Siria. Sin embargo, muchos gobiernos europeos son reticentes a la hora de aceptar el regreso de estas mujeres, pero legalmente no pueden impedirlo al ser ciudadanas europeas.
Juzgadas en Europa
Clarisse Pasztory, jefe de la misión de la Unión Europea en Erbil, en la región del Kurdistán de Irak, dice que es muy probable que las esposas del ISIS serán procesadas en sus países de origen. "Estamos felices de ver que ellas serán procesadas en Europa, donde existe una gran oposición a la pena de muerte", comenta.
Lo que sucede entonces es que "puede que no haya suficiente evidencias para procesarlas porque ellas realmente no han cometido ningún crimen por ser, ‘solamente esposas'", sugiere. No obstante, sí pueden ser acusadas por colaborar con el Estado Islámico, recalca.
Francia, Alemania o Reino Unido es el origen de algunas de estas mujeres que ahora buscan la redención tras haber experimentado la indómita realidad de vivir bajo el Estado Islámico. Por eso, la esperanza de muchas de ellas es que sus hijos sean aceptados en los estados europeos de origen y que por lo tanto ellas también puedan acceder al país. Así, estas esposas del ISIS anhelan con rehacer sus vidas lejos de la barbarie del califato.