"La Intifada de Trump" ya está dejando los primeros signos de violencia. Tal como advirtieron diplomáticos y analistas sobre la polémica decisión del presidente estadounidense Donald Trump, que el miércoles declaró Jerusalén como la capital oficial de Israel y ya prepara el traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv a la ciudad santa, el reconocimiento de la Casa Blanca ha hecho estallar la olla a presión.
En varios focos de protesta en Cisjordania y la Franja de Gaza, más de 50 manifestantes palestinos resultaron heridos -algunos incluso por fuego real- en duros choques con las fuerzas israelíes, protagonizando escenas similares a las de Intifadas anteriores con barricadas, quemas de neumáticos, y lanzamientos de piedras y cócteles molotov.
El movimiento islamista Hamás, todavía al frente del gobierno en la Franja de Gaza, ha dado un paso al frente para capitalizar la furia desatada en la calle palestina. Su líder Ismail Haniyeh llamó al levantamiento popular: “La política sionista apoyada por EEUU solo puede ser confrontada con una nueva Intifada”, clamó. Y añadió: “Jerusalén está unida, no hay este o oeste. Es una capital árabe, islámica y palestina, a pesar de la tergiversación de la administración americana y su satánica alianza”.
Desde la última guerra que libraron Hamás e Israel en Gaza en 2014, Tierra Santa ha permanecido en relativa calma, a excepción de la oleada de ataques palestinos con cuchillo o atropellos que estalló a finales de 2015 -protagonizada, en su mayoría, por jóvenes lobos solitarios- y el ataque en la Explanada de las Mezquitas del pasado 4 de julio, en que 3 árabes israelíes mataron por disparos a quemarropa a dos agentes israelíes y fueron posteriormente abatidos.
Entonces, como ocurre con el actual estallido, Hamás alentó a las masas a sublevarse violentamente para defender “Al Quds” (Jerusalén en árabe). Tras el atentado de este verano, las fuerzas de seguridad israelíes colocaron detectores de metales en los accesos a la explanada, que fue interpretado por el liderazgo religioso palestino como un intento de violar el statu-quo del lugar sagrado.
Tras varios días de duros enfrentamientos en los aledaños de la ciudad antigua, varios puntos de Cisjordania y un atentado en un asentamiento judío, murieron 6 palestinos y 3 israelíes, pero finalmente las llamas se extinguieron. Ahora, en cambio, el futuro es impredecible. Las nuevas generaciones palestinas están más desconectadas de las principales facciones políticas, pero ante la falta de un liderazgo unificador, la defensa de Jerusalén siempre genera consenso.
La Autoridad Nacional Palestina (ANP) y el movimiento Al Fatah del presidente Mahmud Abas anunciaron huelgas en escuelas, negocios e instituciones públicas en Jerusalén oriental y las principales urbes de Cisjordania. A consecuencia de ello, el jueves la ciudad antigua de Jerusalén amaneció prácticamente desértica, con las persianas cerradas y con los accesos limitados a turistas.
Dirigiéndose a Trump, Abas señaló ayer que “estas deplorables medidas lastran todos los esfuerzos por la paz”, a pesar de que el proceso negociador está congelado desde 2014. El líder palestino, que viajó a Amán para reunirse con uno de sus principales aliados, el rey Abdalá, pidió a los países árabes e islámicos que corten las relaciones políticas y económicas con las embajadas estadounidenses, y rogó a la ONU . Para el secretario de la Organización por la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erekat, Trump “ha destruido definitivamente la solución de los dos estados”.
A pesar de promover la movilización civil, tanto Abas como su entorno no buscan un estallido violento, que puede conllevar a la perdida de control total por parte de la ANP.
¿Unidad palestina?
Hamás, que justamente cumple el 30 aniversario de su fundación -que también coincide con el estallido de la Primera Intifada en noviembre del 1987-, pide ahora a su rival político de Al Fatah finalizar cuando antes el proceso de reconciliación entre ambos movimientos para “crear un frente unido y rechazar la idea de un estado israelí o una capital israelí”.
Ya en su fundación, Hamás y otros movimientos fundamentalistas, como la Yihad Islámica, fueron quienes llevaron la revuelta palestina de las piedras a los ataques suicidas. Cuando el histórico líder palestino Yasser Arafat aceptó sentarse a negociar con Israel y se fraguaron los Acuerdos de paz de Oslo junto a Yitzhak Rabin, Hamás hizo estallar la posible paz haciendo volar por los aires autobuses y restaurantes por todo Israel.
Mientras que desde Al Fatah se han hecho pronunciamientos aceptando la existencia de Israel y la apuesta por los dos estados, Hamás sigue apostando por la destrucción del estado judío: “Palestina no puede ser divida en dos estados. No reconocemos la legitimidad de la ocupación ni la existencia de Israel”, clamó Haniye.
Una alta fuente israelí, que pidió permanecer en anonimato, comentó a EL ESPAÑOL que Hamás está interesado en incendiar las calles porque vive su crisis más profunda desde su fundación. “Por un lado tienen la eterna disputa con Israel, y por otro están siendo asfixiados por Egipto, que les ve como parte de los Hermanos Musulmanes”, dijo. Sobre la reconciliación, cree que “la reconciliación con Fatah no avanza (sobretodo por la negativa de Hamás a desarmarse), y es su estrategia para fortalecerse en Gaza y Cisjordania”. Y concluyó: “para ellos los muertos son mártires que les benefician para salvarse políticamente. Están recibiendo duros golpes políticos, militares y diplomáticos, y esta es su huida hacia adelante”.
Los puntos más calientes
En el primer “Día de la Ira” ya se cuentan más de cincuenta heridos, algunos de gravedad. Ocho palestinos fueron heridos en choques en un checkpoint cercano a Ramala, otros ocho en Tulkarem, y tres en Belén, algunos por inhalación de gas. También hubo marchas con centenares de jóvenes en Hebrón o Nablús.
Las principales urbes palestinas, algunas rodeadas en parte por el muro que separa Israel de Cisjordania y checkpoints militares, suelen ser uno de los principales focos de violencia. Las marchas empezaron desde lugares céntricos, pero al acercarse a las posiciones de los soldados y guardias fronterizos hebreos, empezó el intercambio de piedras y cocteles molotov, por un lado, y balas de goma, gases lacrimógenos y, en algunos casos, munición real, por el otro.
En la ciudad antigua de Jerusalén todo apunta que tras el rezo masivo de este viernes la tensión pueda dispararse. En periodos así, los efectivos israelíes suelen clausurar los accesos a la ciudad antigua y la Explanada de las Mezquitas, por lo que miles de fieles se concentran en los callejones adyacentes o frente a lugares emblemáticos como la Puerta de Damasco, principal vía de entrada y salida a Jerusalén Este. En la tarde de jueves ya se produjeron choques en algunos puntos de la parte oriental de la ciudad santa, como el campo de refugiados de Shuafat.
En la Franja de Gaza, donde manifestantes quemaron banderas estadounidenses, el ministerio de salud palestino informó que el jueves cuatro manifestantes palestinos fueron heridos por munición real al este de Khan Younis. El enclave costero palestino está rodeado por una “buffer zone” (perímetro de seguridad”) junto a la frontera.
Cuando las marchas se aproximan a esta area, los soldados israelíes suelen responder por la fuerza. Ante lo que se preve como una jornada de extrema tensión, las fuerzas de seguridad de Israel están desplegando unidades de refuerzo en los puntos más calientes. Tras un periodo de ostracismo por los cataclismos vividos en todo Oriente Medio, el conflicto entre israelíes y palestinos vuelve a centrar las miradas del mundo.
Incendio regional
Una de las principales potencias de Oriente Medio, Turquía, se está erigiendo como valuarte en la defensa islámica de Jerusalén. En un comunicado firmado por el presidente Recep Tayyip Erdogan, Ankara consideró que “cada paso que daña los derechos de los palestinos en Al-Quds, imposibilita los sueños de convivencia entre la gente de todas las religiones”. Y concluyó que es imposible renunciar a la idea de un estado palestino soberano en las fronteras previas a 1967: “es la condición que exigimos para mantener la paz y la estabilidad en la región”.
Trump prepara una propuesta d paz regional que pretende lanzar a principios de 2018, pero los palestinos y algunos países de la región dicen que no se moleste en presentarlo, porque su anuncio sobre Jerusalén liquida cualquier atisbo de retomar las negociaciones con Israel.
Sin embargo, se respira mucha cautela en la reacción de destacados líderes árabes, como el presidente egipcio Abdelfatah al-Sisi, que actualmente mantiene una cooperación estable con el estado hebreo en la lucha contra el terrorismo yihadista.