Continúan las protestas contra la nueva ley que propone el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, junto con sus socios religiosos y ultraderechistas, esta vez en Jerusalén. Decenas de miles de manifestantes partieron el pasado martes desde Tel Aviv y han llegado hoy a la capital 550.000, con el parlamento israelí (Knesset) como destino final. Nuevamente, las protestas están dirigidas en contra de la reforma judicial impulsada por Netanyahu, al considerar que pone en peligro la independencia judicial.
Antes de iniciar su última etapa, pararon en el día de ayer (viernes) para celebrar su día sagrado, 'Sabbath', con una comida comunitaria en Shoresh. Durante su recorrido los manifestantes están siendo alimentados por simpatizantes, de los cuales muchos se unen a la marcha.
El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, ha comunicado en varias ocasiones su interés en retrasar la votación de esta nueva ley, que está programada para votarse la próxima semana. Miles de reservistas del ejército han expresado su negativa a esta reforma, y han declarado que se negarán a prestar servicio militar si no se frena esta legislación. Un total de 1.142 reservistas comunicaron ayer en una carta al jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi, y el jefe de las Fuerzas Aéreas, Tomer Bar, su decisión de no acudir a los entrenamientos. En total, unos 4.000 reservistas de diferentes cuerpos y unidades del Ejército han anunciado esta decisión.
Desde que se planteó la creación de esta reforma, se producen marchas y concentraciones que suponen una brecha en la sociedad. La reforma supondría la limitación de las capacidades del Tribunal Supremo, impidiendo anular o desdecir las decisiones tomadas por el Poder Legislativo y Ejecutivo.
"La legislación que permite que el gobierno actúe de manera extremadamente irrazonable dañará la seguridad del Estado de Israel, causará una pérdida de confianza y una violación de mi consentimiento para continuar arriesgando mi vida, y conducirá, con profundo pesar y sin opción, a suspender mi servicio de reserva voluntario", agrega la carta.
La reforma, que ha causado una separación dentro de la sociedad israelí, consta de ciertos cambios como el de otorgarle al parlamento israelí (Knesset) el poder de anular las decisiones de la Corte con una mayoría simple de 61 votos -de un total de 120 escaños-.
Por otro lado, busca quitar el derecho a los magistrados de revisar la legalidad de las Leyes Básicas de Israel, siendo estas leyes las que regulan la separación de poderes y que funcionan como una constitución, ya que el país no tiene una. Además de ideas como la del cambio en la forma de seleccionar a los magistrados de la Corte, otorgándole al Ejecutivo el poder decisivo a la hora de designar a los integrantes de dicho tribunal.
[Al menos 143.000 israelíes se manifiestan en contra de la reforma judicial impulsada por Netanyahu]
Ya la semana pasada, miles de personas bloquearon la autopista de Tel Aviv, a lo que se suman las manifestaciones de este sábado en Jerusalén. Con banderas israelíes, una columna de manifestantes de varios kilómetros camina día y noche acompañado de cánticos y vítores antigubernamentales. A menudo, se encuentran con residentes locales que les ofrecen comida y bebida para que continúen en su marcha.
Planean reunirse frente al parlamento antes del debate (que tendrá lugar este domingo) y para la posterior votación del proyecto de ley que limitaría los poderes de la Corte Suprema.
Los partidarios del proyecto dicen que está diseñado para facilitar un gobierno efectivo con los tribunales, manteniendo una amplia supervisión judicial, mientras que los opositores alegan que el cambio se está acelerando en el parlamento y abrirá las puertas de la corrupción y los abusos de poder, según ha informado Reuters.
Las encuestas realizadas en el país sugieren un recelo generalizado, ya que la noticia de la posible reforma afectó a la economía y preocupó a su aliado clave, Washington, quien instó al primer ministro israelí a buscar un consenso en las reformas, y ha recordado que es el mismo Netanyahu quien está siendo juzgado por cargos de corrupción, aunque él lo niega.