Israel recuperó este martes el control de todo su territorio colindante con la Franja de Gaza, donde Hamás dejó un rastro de muerte y sangre; mientras continúa con los intensos bombardeos sobre el enclave y promete una "ofensiva total" en el cuarto día de guerra con las milicias palestinas, con más de 3.300 muertos.
Tropas israelíes liberaron este martes el kibutz de Kfar Aza, una de las comunidades más próximas a Gaza, de tan sólo 800 habitantes, y han hallado un horror de cuerpos desmembrados y decapitados, incluidos niños y bebés (al menos 40, según el comandante del ejército israelí, Itai Veruv). Imágenes semejantes se vieron el lunes en el kibutz Beeri, donde los servicios de emergencia encontraron más de 100 cuerpos.
Aunque Israel ha retomado el control de todo su territorio, ha advertido de que todavía pueden quedar "terroristas infiltrados", y de hecho este martes mató al menos a siete miembros de Hamás cuando trataban de infiltrarse en suelo israelí, según informa Efe.
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El ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, ha anunciado "una ofensiva total" contra la Franja de Gaza, que cambiará totalmente la situación sobre el terreno.
Mientras tanto, 900 personas han sido asesinadas en la Franja de Gaza, incluyendo 260 niños y 230 mujeres además de 4.600 heridos desde el sábado según cifras ofrecidas por el ministerio de Salud del enclave costero este mismo martes.
Los ataques lanzados sobre Gaza en las últimas horas están dejando imágenes desgarradoras. Este martes se hizo viral la fotografía de la cuna aplastada de un bebé tirada en las afueras de una casa que había sido pasto de las llamas. Cadáveres esparcidos por las calles, cuerpos cubiertos en bolsas alineadas y esparcidas a lo largo de una cancha de baloncesto al aire libre.
Hace apenas unos días, el kibutz de Kfar Aza era un lugar tranquilo. Una comunidad agrícola israelí de unas 750 personas, muchas de ellas familias con niños pequeños. Ahora este paisaje idílico se ha convertido en un cementerio después de que hombres armados de Hamás arrasaran la aldea el pasado sábado.
"Madres, padres, bebés, familias jóvenes asesinadas en sus camas, en la sala de estar, en el comedor, en su jardín", señalaba el martes el mayor general israelí Itai Veruv, un experimentado soldado que apareció ante las cámaras de la televisión israelí visiblemente emocionado mientras sus tropas hacían un control de la situación puerta por puerta para recoger los cuerpos de los residentes asesinados en sus casas.
"No es una guerra, no es un campo de batalla. Es una masacre", aseguraba Veruv. Algunas víctimas fueron decapitadas, añadía. "Nunca había visto algo así y he servido en el Ejército durante 40 años".
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Kfar Aza, un kibutz situado a sólo 3 kilómetros de la Franja de Gaza, fue una de las comunidades más afectadas por el ataque lanzado por Hamás en el sur de Israel, que según funcionarios israelíes ha dejado al menos 1.000 muertos, en su mayoría civiles, que han sido tiroteados en sus hogares, en las calles e incluso en un festival de música organizado para promover la paz.
Tras la ofensiva sorpresa de Hamás, los ataques posteriores llevados a cabo por Israel han dejado centenares de muertos en Gaza y han arrasado distritos enteros, según denuncian funcionarios palestinos.
Avidor Schwartzman, superviviente del ataque de Kfar Aza, contó a Reuters que se escondió con su esposa y su hija de un año en una habitación segura de su casa durante más de 20 horas antes de poder ser rescatados por soldados israelíes y volver a salir a la calle para encontrarse con una escena que era un "auténtico infierno".
"Había cadáveres por todas partes", señaló a la citada agencia este hombre de 38 años. "Vimos que nuestro pedacito de paraíso, nuestro pedacito de cielo, estaba totalmente quemado, arrasado por las llamas y cubierto de sangre por todas partes".