Iván Illarramendi, el español que se encontraba en paradero desconocido tras el ataque de Hamás contra Israel el pasado 7 de octubre, ha muerto, según ha podido confirmar EL ESPAÑOL. Su mujer Dafna Garcovich, de nacionalidad chileno-israelí, también ha fallecido. En ningún momento estuvieron secuestrados, según han trasladado fuentes diplomáticas israelíes a Europa Press.
Los cadáveres de ambos, que habían sido localizados en el kibutz Kissufim, próximo a Gaza, fueron identificados este martes por la noche, han precisado las fuentes. Illarramendi, natural de Zarautz (Guipúzcoa), vivía junto a su pareja en este kibutz ubicado a apenas dos kilómetros de la Franja de Gaza.
En el momento del ataque, ambos se encontraban en su domicilio. Ante la consulta de Efe sobre la demora en la identificación de sus restos, el portavoz explicó que estos consisten únicamente en cenizas y escasas partes de sus cuerpos, que no pueden ser separados.
El pasado 11 de octubre, se confirmó la muerte de la primera española desaparecida en el país hebreo, la sevillana de 19 años, Maya Villalobo. La joven se encontraba realizando el servicio militar en en Ejército israelí, ya que disponía de la doble nacionalidad, y falleció en el puesto militar en el que se encontraba.
Se mudó a un kibutz por amor
El amor lo había llevado Illarramendi a instalarse en un kibutz a sólo dos kilómetros de la Franja de Gaza. Allí llevaba una vida despreocupada con su mujer, la chilena-israelí Dafna Garcovich, de 47 años. Hasta el el sábado 7 de octubre, cuando la violencia de Hamás llegó sin avisar.
Ese día, los terroristas palestinos entraron con rifles de asalto al kibutz Kissufim, donde Iván y Dafna vivían con otras 300 personas. Ambos se refugiaron entonces en la ‘mamad’, la palabra en hebreo para la habitación de seguridad que, por ley, todas las casas tienen que tener en Israel.
Sobre las 11:30 de la mañana, enviaron su último mensaje:"Creemos que ha entrado alguien en casa. No podemos hacer ruido". Desde entonces, no se volvió a saber de ellos. Cuando las fuerzas de seguridad de Israel entraron al kibutz, encontraron ocho cadáveres y decenas de supervivientes. De Iván y de Dafna, ni rastro: en su casa, no había manchas de sangre ni signos de violencia, lo cual les llevó a concluir que fueron secuestrados.
Miembro de una familia de judíos chilenos, Dafna, la pareja de Iván, se mudó con sus padres a un kibutz con muy pocos años. Cuando cumplió 18 se fue a recorrer el mundo. Recaló durante unos meses en Bilbao y se enamoró de Iván. Al cabo de poco tiempo, decidieron casarse e Iván Illarramendi se mudó a Israel donde comenzó a trabajar en la granja de vacas del kibutz como mozo de cuadras y siguió con sus lecciones de hebreo.
En España, el vasco había dejado atrás a sus padres –ya fallecidos– y a su único hermano, Ander, un técnico informático. No se planteaba volver y se había acostumbrado a vivir a dos kilómetros de la Franja de Gaza con normalidad cotidiana.
En todos los años que Iván llevaba en el kibutz, jamás había usado la habitación de refugio de su casa. Convivía con aquel elemento de seguridad como quien lo hace con el lavadero. Pero el 7 de octubre, la realidad se encargó de recordarle, a él y a Dafna, el porqué de su existencia. No les protegió. Desde allí mandaron su último mensaje.