El campamento de desplazados de Rafah en ascuas tras el ataque de Israel.

El campamento de desplazados de Rafah en ascuas tras el ataque de Israel. Reuters

Oriente Próximo

Rafah en llamas y un soldado muerto en Egipto: Israel desafía a EEUU pese al fallo de La Haya

Biden avisó de que un ataque a civiles en Rafah podría cambiar su política de ayuda a Israel. Ahora tendrá que decidir si sigue mirando hacia otro lado.

28 mayo, 2024 02:22

El ataque sobre el campo de desplazados situado al noroeste de la ciudad de Rafah ha causado ya, según el ministerio de sanidad controlado por Hamás, la muerte de 45 personas, incluidos dos de los altos mandos de la organización, Yassin Rabia y Khaled Nagar. Aunque en un primer momento, Israel presumió de un ataque "preciso" contra los líderes terroristas, pronto ha tenido que abrir una investigación al respecto y, según apuntan fuentes de las FDI al periódico Haaretz, es "muy probable" que el incendio posterior que se llevó por delante las tiendas de los refugiados viniera provocado por las bombas israelíes.

De confirmarse, estaríamos ante todo un desafío a la comunidad internacional y especialmente a Estados Unidos y al Tribunal Internacional de Justicia, dependiente de la ONU. La administración Biden ya avisó en su momento de que un ataque sobre población civil en Rafah podría cambiar su política respecto al envío de armas a Israel. Dichos ataques vienen produciéndose desde hace semanas, pero no con la dureza y la repercusión de este último, que resulta muy difícil de ignorar.

De momento, la Casa Blanca ha preferido ser prudente y centrarse en la muerte de los dos terroristas, limitándose a calificar de "descorazonadora" la muerte de los civiles. No hay que olvidar que la semana pasada, Israel recibió dos durísimos golpes diplomáticos, cuando primero el fiscal del Tribunal Penal Internacional solicitó la orden de arresto de Benjamin Netanyahu y Yoav Gallant, el ministro de defensa israelí, y pocos días después, el Tribunal Internacional de Justicia ordenaba que cesaran inmediatamente los ataques sobre Rafah.

Estados Unidos se ha mantenido al lado de Israel ante ambas instancias, especialmente en lo que respecta al TPI, con quien tiene un conflicto abierto desde prácticamente su creación en 2002. Ahora, tendrá que decidir si sigue mirando hacia otro lado o si se mantiene firme frente a su gran aliado en Oriente Medio. Las presiones dentro del Partido Demócrata serán tremendas tanto en un sentido como en el otro. Al acecho, Donald Trump y los republicanos, pendientes de cualquier decisión de Biden para criticarla.

"Tragedia" y represalia

La matanza se produjo en la noche del domingo, cuando varias bombas explotaron en las inmediaciones del campo de desplazados Kuwait Peace Camp 1. Dichas explosiones desataron un incendio que se extendió a varias de las tiendas de campaña de los palestinos hacinados en la zona. El fuego arrasó con todo y se llevó por delante la vida y los bienes de hombres, mujeres y niños. Las imágenes de bebés quemados y sin cabeza, distribuidas por la CNN, han impactado a todo el mundo.

Por mucho que Israel quiera calificar el acto de tragedia o de efecto colateral –"accidente trágico", lo llamó el propio primer ministro Netanyahu-, lo cierto es que todos esos gazatíes estaban ahí en esas condiciones porque las propias FDI les habían enviado a esos campos, conscientes de que no se daban las condiciones mínimas de seguridad.

Incluso aceptando que se trate de un hecho involuntario, la matanza es un claro ejemplo de la nula planificación del gobierno israelí y de su escaso interés por las vidas de los civiles, desplazados de norte a sur, abandonados a su suerte en medio del desierto en zonas designadas por el ejército ocupante, todo para acabar siendo bombardeados de todas maneras.

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Coincidiendo con el ataque israelí, Hamás reivindicó el lanzamiento de varios cohetes sobre Tel-Aviv, que habrían causado tan solo un herido. Son momentos de extrema tensión en la zona y de un justificado pesimismo: a la vez que lamenta el posible error, el gobierno de Netanyahu insiste en ver en el ataque sobre su capital un nuevo motivo para seguir las operaciones en Rafah.

Por su parte, Hamás calificó la acción de "represalia" por el ataque al campo de desplazados, pero no está nada claro si esa era la idea o si la explicación se concibió a posteriori. Lo que sí sabemos es que ambos bandos han entrado en la espiral de causar el mayor daño posible al enemigo. Se han cruzado todas las líneas rojas y es complicado ver cómo podría dar marcha atrás en la escalada.

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Muere un soldado egipcio

Muestra de esta tensión y de su ramificación por toda la zona, este mismo lunes se informaba de unas escaramuzas entre guardas fronterizos que habrían resultado en la muerte de un soldado egipcio. Según Israel, dicho soldado habría sido el que inició los disparos, pero el incidente sigue bajo investigación. Egipto e Israel tienen una buena relación y el presidente Abdelfatah El-Sisi ha mediado en las conversaciones entre Hamás y el gobierno de Tel-Aviv para la liberación de rehenes. Todo ello hace aún más extraño este enfrentamiento, el primero directo entre ambos países desde 1973.

Desde que Israel tomara hace un par de semanas el control del Corredor Philadelphia para llegar a Rafah y cerrar la frontera entre Gaza y Egipto, las relaciones entre ambos países se han calentado. En principio, los acuerdos de Oslo de 1993 establecen que dicho corredor debe estar en manos de los israelíes, pero los incidentes de 2008, cuando varios palestinos huyeron de Gaza y entraron por ahí a Egipto, provocaron que las fuerzas armadas egipcias se hicieran de facto con el dominio de la franja de tierra.

El campamento de desplazados de Rafah en ascuas tras el ataque de Israel.

El campamento de desplazados de Rafah en ascuas tras el ataque de Israel. EFE

Ahora, las tropas israelíes y egipcias están frente a frente en territorios de pertenencia dudosa. El caldo de cultivo ideal para un nuevo problema, como si el estado hebreo no tuviera suficiente con Gaza y la presión constante de Hezbolá en el norte. Egipto es un aliado que Netanyahu no puede permitirse perder en estos momentos, menos teniendo en cuenta la virulencia con la que han reaccionado Francia, Alemania y otros países occidentales, aparte del inminente reconocimiento del estado palestino por parte de Irlanda, Noruega y España.

Presión turca y saudí

Para añadir más presión, este lunes, el ministro de exteriores saudí y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, insistieron en la necesidad de que Israel acabe la guerra y reconozca un estado palestino como requisito para su existencia. Lo que no aclararon, porque no lo aclara nadie, es qué estado palestino y controlado por quién. Hay que recordar que Fatah y Hamás gobiernan Cisjordania y Gaza respectivamente después de la guerra civil de 2006. Ambas facciones se odian a muerte y los terroristas directamente abogan por la destrucción del estado judío y la creación de uno musulmán que vaya "desde el río hasta el mar", según reflejan sus propios estatutos.

El reconocimiento mutuo, que es la base de la solución de los dos estados y que ya se entrevía en las negociaciones de Madrid y Oslo entre Yaser Arafat e Isaac Rabin, nunca podrá darse mientras Hamás esté de por medio. Cómo saltarse a la organización más poderosa y popular de Gaza es el gran reto de los defensores del diálogo. Solo Irán podría poner fin a esa amenaza, pero Irán es precisamente el origen y el patrocinador de dicha amenaza. La situación es más que compleja: una vez el horror se instala, es muy complicado desalojarlo. Las palabras no bastan. Los actos, a su vez, resultan en demasiadas ocasiones, de una violencia insoportable.