Hamás negocia con Fatah gobernar Palestina: temor en Israel por una tercera Intifada en Cisjordania
El caos en Gaza y las condiciones de vida en Cisjordania hacen que Israel tema un levantamiento mientras Hamás y Fatah intentan hacer las paces.
7 junio, 2024 02:24Una semana después de que Joe Biden anunciara ante los medios el plan de alto el fuego en la guerra abierta entre Hamás e Israel, ninguna de las dos partes se ha decidido a aceptar las condiciones. Aunque el plan se supone que es israelí y así se refieren a él tanto Estados Unidos como Qatar, lo cierto es que Netanyahu y su gobierno se han desmarcado del mismo en repetidas ocasiones a lo largo de estos días, probablemente en una estrategia para ganar tiempo y no romper en pedazos la coalición de gobierno.
Miles de israelíes vinculados a grupos religiosos de extrema derecha se manifestaron el pasado miércoles en Jerusalén para pedir al primer ministro que no acepte ningún plan de paz que no incluya la destrucción definitiva de Hamás y la victoria total en la guerra que el propio Netanyahu ha prometido. Mientras tanto, los ministros Ben Gvir y Benny Gantz llevan semanas amenazando con sacar a sus partidos del gobierno desde posiciones contrarias: Ben Gvir solo entiende la paz desde el triunfo sin concesiones, Gantz quiere cuando menos que Netanyahu presente un plan para "el día después" en Palestina.
Ese 'día después' es la obsesión de la comunidad internacional y especialmente de los involucrados en el conflicto. Parece increíble que no hubiera una estrategia definida desde el principio al respecto, pero así ha sido. Ni la tenía Israel cuando entró con los tanques en Gaza ni mucho menos la tenía Hamás cuando decidió asesinar a 1.200 personas en menos de veinticuatro horas el pasado 7 de octubre y llevarse consigo a 250 rehenes.
Se sabe que los terroristas han recibido la propuesta de manos de los qataríes y los egipcios y se supone que la están estudiando. De cara a la galería, Doha ha presionado públicamente a los líderes palestinos con expulsarlos de su territorio si no mostraban una intención clara de llegar a un acuerdo. El problema con dicho acuerdo es que, de nuevo, pasa por una manera distinta de entender ese 'día después': Israel no concibe el futuro con Hamás activa ya que supondría una amenaza evidente para su seguridad. Por su parte, Hamás, consciente de que probablemente tendrá que renunciar al poder en la Gaza, está buscando la manera de colarse en el gobierno por la puerta de atrás.
Fatah, Hamás y sus negociaciones
Ahí es donde entra en escena un actor improbable: China. El régimen de Xi Jinping ha organizado para este mes una mesa de negociación en la que ambas organizaciones intentarán repartirse un posible estado palestino en el futuro, según afirma el Institute for the Study of War (ISW en sus siglas en inglés). Según el think-tank estadounidense, líderes de Hamás se reunirán por segunda vez con líderes de Fatah para lo que se llama "la unificación de Palestina".
Hay que recordar que, desde 2007, Fatah y la Autoridad Palestina no han tenido voz ni voto en las decisiones tomadas en Gaza, después de que la guerra civil con Hamás derivara en el exilio de sus líderes a Cisjordania, donde sí se mantienen en las instituciones. El problema ahora mismo para Palestina y para cualquiera que pretenda llegar a una solución es que Fatah es tremendamente impopular mientras que Hamás y otras milicias sostenidas por Irán como Hezbolá o, en menor medida, la Yihad Islámica, son consideradas las auténticas heroínas del conflicto.
Por eso, según el ISW, Hamás estaría negociando la posibilidad de que ambos territorios queden de nuevo bajo una sola autoridad, como se estableció en los acuerdos de Oslo, y que esa autoridad quede en manos de tecnócratas relacionados con Fatah o el mundo árabe —recientemente, el ministro de exteriores de Emiratos Árabes Unidos calificó a los miembros de la Autoridad Palestina como "Alí Babá y los cuarenta ladrones", lo que alimenta las dudas sobre quién va a financiar la reconstrucción de Gaza— mientras que ellos controlarían desde la sombra, ocupando puestos, en principio, menores.
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Hamás sabe que, tarde o temprano, Fatah fracasará en su intento de imponer paz, sea por la torpeza recurrente del gobierno israelí, sea por la propia presión de los civiles a los que gobernaría. En ese momento, sin duda, se lanzarían a otra guerra civil en la que aspirarían a quedarse no ya con Gaza sino también con Cisjordania, un movimiento que aterra a Israel y que pone en pausa cualquier acuerdo con una mínima previsión a corto o largo plazo.
¿La tercera intifada en Cisjordania?
Y es que, de tanto hablar de Gaza, nos olvidamos de la complejidad de la situación en Cisjordania, algo que viene de antes del 7 de octubre. De hecho, los terroristas de Hamás justificaron sus terribles actos como una protesta contra los ultraortodoxos, la policía israelí y su supuesta represión en la mezquita de Al-Aqsa. En Cisjordania, el gobierno sigue en manos de Fatah, lo que permite una cierta interacción pacífica con Tel Aviv, pero en los últimos años, los problemas económicos de los palestinos están suponiendo un motivo constante de queja.
Según Fatah, el gobierno de Netanyahu habría recortado hasta el 50% el salario de los funcionarios públicos, aparte de dificultar el acceso al territorio por miedo a la infiltración de terroristas de Hamás desde el sur o de Hezbolá desde el norte. Esta situación, según afirma Reuters citando fuentes del medio estatal Kan Radio, ha llevado a las propias fuerzas armadas israelíes a alertar de la posibilidad de una sublevación civil, o lo que podría considerarse una tercera Intifada.
El ejército tiene miedo de que el estrangulamiento de la vida de los palestinos en Cisjordania derive en enfrentamientos armados similares a los que se vieron a finales de los ochenta o a principios de los dos mil contra las tropas israelíes. En el peor de los casos, estas milicias podrían integrarse en grupos terroristas proiraníes como los citados Hezbolá y Hamás y constituirse en un enemigo dentro de casa, abriendo otro frente indeseable.
En las últimas horas, las hostilidades en el norte han ido a más sin que hayan cesado las del interior de Gaza, con continuos bombardeos a posiciones de Hamás o a establecimientos civiles supuestamente ocupados por líderes de Hamás, según quién dé su versión. Israel parecía a un paso de la paz el pasado viernes y ahora parece al borde de una doble guerra, que no se ve con malos ojos por parte del gobierno. Una rebelión en Cisjordania justo en este momento supondría un factor de escalada impredecible. Hace bien el ejército en alertar sobre ello.