Tanques israelíes maniobran cerca de la frontera con Gaza.

Tanques israelíes maniobran cerca de la frontera con Gaza. Reuters

Oriente Próximo

Hezbolá lanza sobre Israel su ataque más virulento en meses para influir en la tregua ofertada por Hamás

El primer ministro Netanyahu estudia la última contraoferta de Hamás, calificada de “verdadera oportunidad” por sus propios negociadores. 

5 julio, 2024 02:30

El grupo terrorista chií Hezbolá lanzó este jueves cerca de 200 cohetes y morteros sobre el norte de Israel, a los que acompañó con 20 drones, según fuentes de las FDI. Se trata del ataque más violento en meses contra el otro lado de la frontera en un momento especialmente delicado en el aspecto diplomático. La guerra entre la milicia libanesa y el Estado hebreo parece cada vez más próxima, aunque los militares israelíes mostraron esta semana, en una filtración al New York Times, sus dudas acercan de la viabilidad de mantener dos frentes abiertos a un mismo tiempo.

De hecho, la virulencia del ataque de Hezbolá probablemente tenga como objetivo disuadir a los más radicales dentro del Ejecutivo de Netanyahu y obligarles a aceptar la última oferta de paz en Gaza que hay sobre la mesa: una reformulación de la propuesta israelí del mes de mayo que Hamás habría visto con buenos ojos.

Si Israel acepta el alto el fuego, Hezbolá ya anunció este martes que inmediatamente detendría sus bombardeos -está por ver si eso es cierto y si Israel haría lo mismo-, ofreciendo en la práctica al primer ministro conservador la opción de un dos por uno que garantice unas semanas de descanso militar.

La oferta de alto el fuego sigue los parámetros establecidos previamente de tres fases: una primera de cese de las hostilidades e intercambio de prisioneros palestinos por mujeres israelíes y rehenes enfermos en manos de los terroristas de Hamás y la Yihad Islámica Palestina. Una segunda en la que el objetivo sería negociar una “calma sostenible” -eufemismo para “alto el fuego permanente”, algo que Israel no puede aceptar en esos términos- y la tercera, si se consigue esa “permanencia”, supondría la liberación de todos los rehenes y el comienzo de la reconstrucción de la Franja en los términos acordados por las partes.

“Una verdadera oportunidad”

Como todo esto se mantiene en privado y generalmente quien filtra los avances o retrocesos es la inteligencia estadounidense, juez y parte en el proceso porque la administración Biden está deseando que se firme una tregua cuanto antes, es complicado analizar las propuestas en detalle.

Manifestantes protestan contra el primer ministro Benjamin Netanyahu en Tel Aviv y piden la liberación de los rehenes.

Manifestantes protestan contra el primer ministro Benjamin Netanyahu en Tel Aviv y piden la liberación de los rehenes. Reuters

En principio, lo que se está haciendo por parte de Blinken y sus aliados árabes es una operación cosmética del texto para poder presionar a sus respectivos bandos. Eliminar cualquier término categórico y dejarlo todo en una especie de limbo que sea difícil de rechazar.

Tan difícil que el propio Netanyahu ha nombrado una delegación, encabezada por el director del Mosad, David Barnea, para proceder a la negociación del intercambio si se dan las condiciones necesarias. Varios altos cargos de dicha delegación confirmaron a lo largo de la tarde a Reuters que veían una “verdadera oportunidad” de alcanzar un acuerdo y que el intercambio podía ser inminente. La última palabra depende, por supuesto, del primer ministro.

Y es que, pese a todo, sabemos que hay divergencias en torno a determinadas formulaciones. No habrían pasado ocho meses desde el último intercambio de rehenes si no las hubiera y muy serias. Tienen que ver con el artículo ocho del tratado, en el que se discute la famosa “calma sostenible”.

Hamás pretende que durante ese período las negociaciones se centren en los nombres de los presos palestinos que van a ser liberados. Es un punto muy importante para la banda terrorista, aunque solo sea porque el propio Yahya Sinwar, su líder militar, consiguió la libertad en 2011 gracias a uno de estos intercambios.

Por su parte, Israel pretende que en la segunda fase se concrete la desmilitarización de la Franja, es decir, cómo Hamás se va a echar a un lado. Aunque no se exprese de esta manera directa, ya que los que no lo aceptarían serían los terroristas, las dos partes saben que es el mínimo exigible por Israel y tiene todo el sentido: no ha entrado en esta guerra para marcharse y dejar a Hamás en el poder y armado. La sombra de un nuevo 7 de octubre de 2023 perseguiría al estado judío durante muchísimo tiempo.

Los ultraortodoxos no ceden

Dicho esto, se puede optar por una opción a seguir. Empezar por la primera fase y luego ya veremos. En un momento dado, Hamás va a pedir que las tropas israelíes se retiren de su territorio e Israel se va a negar hasta que los terroristas no entreguen las armas y la Autoridad Palestina o un gobierno árabe de coalición tome el poder. Esa es la clave del asunto y tarde o temprano las partes se darán de bruces con la realidad.

De momento, están anticipando y negando cualquier acuerdo, conscientes de que lleva a ese callejón sin salida, pero podría ser que las presiones diplomáticas, más lo complejo de la situación militar para Israel y la amenaza de Hamás, permitan ver esta vez avances significativos.

En cualquier caso, tampoco conviene echar las campanas al vuelo. La reacción de Bezalel Smotrich, ministro de Economía del gabinete de Netanyahu y líder de una de las dos grandes fuerzas de ultraderecha, ha sido contundente. “No es el momento de parar. Al contrario, es hora de seguir luchando por nuestros objetivos”.

Recordemos que los objetivos en concreto de Smotrich y en general del Partido del Sionismo Religioso son acabar con Hamás, anexionarse Gaza y Cisjordania y emprender una guerra en el Líbano para proteger la frontera.

Los ultraortodoxos dirán que no a la propuesta y se rasgarán las vestiduras en público. No sabemos si Netanyahu estaría dispuesto a aguantar algo así, sobre todo cuando aún colea la sentencia del Tribunal Supremo ordenando el llamamiento a filas de los estudiantes religiosos. Lo más probable es que, de aceptar la propuesta de tregua, su gobierno cayera… salvo que Smotrich y Ben Gvir decidieran que no hay una alternativa mejor y que, para convocar y perder otras elecciones, mejor mantener su pequeña esfera de poder.

Mientras tanto, las protestas en las calles arrecian. Este jueves, centenares de manifestantes se congregaron rumbo al domicilio del primer ministro en Jerusalén antes de ser dispersados por la policía. No se resignan a la continuación del conflicto bélico ni a la cautividad prolongada de los rehenes. Exigen elecciones anticipadas y un acuerdo con Hamás para el alto el fuego y el intercambio.

En dos días se cumplirán nueve meses de las atrocidades de los terroristas en el Festival Nova y en los kibutz cercanos a la Franja. La sociedad israelí está cansada y dividida. Ellos también necesitan una tregua… y sus enemigos son perfectamente conscientes.