Benjamin Netanyahu, durante su intervención del viernes ante la Asamblea de la ONU.

Benjamin Netanyahu, durante su intervención del viernes ante la Asamblea de la ONU. Eduardo Muñoz Reuters

Oriente Próximo ISRAEL

Por qué Netanyahu va a por todas con un Irán debilitado: "Sabe que ni Trump ni Harris lo apoyarán como Biden"

Un experto consultado por este periódico abre la puerta a una guerra civil dentro de Irán: “No sería muy diferente a la de Siria”.

3 octubre, 2024 02:28

Benjamin Netanyahu ha infligido un giro copernicano en tiempo récord al mapa de Oriente Medio con el desmantelamiento de Hezbolá y Hamás, su incursión en el Líbano y su inminente contraataque a Irán. A pesar de que algunos observadores temen una escalada, el régimen de los ayatolás está muy debilitado. ¿Qué busca realmente el primer ministro israelí con estas agresiones? Básicamente, aniquilar a Hezbolá, a Hamás y a Irán, sus eternos enemigos, antes de que Joe Biden deje la Casa Blanca dentro de cinco semanas, aseguran analistas y expertos en la región consultados por EL ESPAÑOL.

Aunque estos grupos puedan rearmarse en un futuro, Netanyahu gana así varios años de paz con los que recuperar su credibilidad ante los votantes israelíes cuando se cumple un año del atentado de Hamás contra los kibutz, el 7 de octubre, en el que miles de israelíes fueron asesinados, violados y decenas secuestrados por el grupo terrorista islámico que gobierna Gaza desde hace décadas.

La superioridad militar de Israel en la zona ha sido implacable, y en su plan de aniquilación de enemigos ha masacrado a casi 40.000 palestinos, en su mayoría civiles inocentes, mujeres y niños, a pesar de asegurar que sus ataques contra objetivos de Hamás eran “quirúrgicos”.

¿Qué quiere Netanyahu?

Al contrario de las sanguinarias incursiones en Gaza, que han provocado divisiones incluso dentro de la sociedad israelí, “las operaciones en el Líbano gozan de un apoyo público amplio. Decenas de miles de israelíes se han visto obligados a abandonar sus hogares en el norte de Israel por los ataques con cohetes, misiles y drones de Hezbolá que, con el apoyo de Irán, se considera una amenaza mucho más potente para la seguridad israelí que Hamás en el sur”, señala el coronel Richard Outzen, investigador del Atlantic Council en Turquía.

Más que Netanyahu, apostilla este analista, el establishment de seguridad de Israel lleva meses considerando que esta es la mejor guerra posible, y quizás la inevitable, y su objetivo es “el fin de la amenaza de Hezbolá a Israel en el sur de Líbano, y el retorno de la estabilidad y la seguridad en el norte de Israel para que los residentes puedan volver”.

El aparato de seguridad israelí se ha tomado casi un año para pergeñar este plan, como indica la minuciosa intervención y detonación de los buscas de miembros de Hezbolá, asesinados uno por uno, hasta aniquilar al líder de la formación, Hasán Nasralá, a finales de septiembre.

Netanyahu quiere lograr resultados permanentes, ni más ni menos. Ha pagado un precio muy alto y soportado la condena internacional, y ahora quiere su mercancía, tal vez una Gaza sometida y dirigida por Israel o algún tipo de misión de mantenimiento de paz. El sueño de un estado palestino se ha ido al garete”, explica Kaveh Nematipour, activista iraní en el exilio y analista.

Hamás y Hezbolá, proxies de Irán como los hutíes de Yemen, necesitarán años, dinero y recursos para recomponerse, pero con un Irán en situación desesperada y los estados árabes cada vez más dispuestos a reconocer a Israel, será cada vez más difícil, añade este activista. Hasta ahora, la “guerra de múltiples frentes” de Irán mediante sus proxies ha evitado que este sea un objetivo central, pero dados los crecientes costes para Israel de este tipo de guerra y su impaciencia con las amenazas a su statu quo, el gobierno de Netanyahu decidió una ofensiva más profunda y audaz. “Los israelíes ven la oportunidad de asestar un golpe demoledor a un coste razonable”, valora Outzen.

Un presidente sionista en Washington

¿Por qué precisamente ahora? Además del aniversario de octubre, “Netanyahu quiere aprovechar el momento mientras Biden aún está en el poder, porque sabe que tiene su apoyo incondicional. Biden es probablemente el presidente estadounidense más pro-israelí de los últimos 50 años, y ha declarado abiertamente que es un sionista”. Netanyahu sabe que “ni Donald Trump ni Kamala Harris apoyarían a Israel de la misma manera. Y está buscando un gran triunfo, golpeando fuertemente a Hezbolá y, finalmente, a Irán”, asegura Nematipour.

Una opinión con la que Outzen está de acuerdo, “parece que Netanyahu siente una gran libertad para actuar sin que un presidente enérgico establezca límites. Su escalada frente a Hezbolá habría sido más difícil con un nuevo presidente”.

Es muy probable que el ojo por ojo de Israel, tras el reciente ataque pirotécnico de misiles balísticos iraníes, tenga por objetivo las instalaciones nucleares y militares de Teherán, y además muy pronto.

Irán, al borde de un conflicto civil

Aunque algunos observadores temen una escalada que expanda el conflicto, dada la volatilidad de la región y el programa nuclear iraní, tanto Outzen como Nematipour están convencidos de que Teherán está muy debilitado por la propia idiosincrasia corrupta del régimen.

Las opciones de Irán son limitadas”, asegura el estadounidense.

En primer lugar, porque su proxy más potente, Hezbolá, ha sufrido graves daños. En segundo lugar, porque sus propias capacidades ofensivas convencionales (aviones de combate, fuerzas terrestres, misiles, defensa aérea, ataques de precisión, etcétera) se han mostrado insuficientes para amenazar seriamente a Israel. Y, en tercer lugar, Irán sufre sus propios retos políticos y económicos internos. Por ahora parece que su respuesta será retórica en su mayor parte, aunque sin duda tratarán de demostrar su capacidad para llevar a cabo atentados terroristas y ataques indirectos en Israel y contra objetivos judíos en todo el mundo.

Mi predicción desde hace mucho tiempo es que Irán acabará en guerra civil”, valora el activista iraní. “Los mulás disparan a los manifestantes pacíficos en las calles, pero no pueden responder a ataques militares de este calado”. Teherán intentará demostrar que tiene capacidad para contraatacar a Israel, y tiene una carta importante, su tamaño y su capacidad de reacción a los bombardeos.

Para Nematipour, los riesgos de guerra civil en Irán son elevados. “No sería muy diferente a la de Siria. Si se introducen más armas en el país, es inevitable que suceda. El régimen ha estado alienando y matando a su propio pueblo. Y el pueblo es cada vez más agresivo. Pone por ejemplo las muertes de fuerzas de seguridad en las sucesivas oleadas de protestas civiles en Irán: en la Ola Verde de 2010, de la que él formó parte, murieron unos 30 civiles y ningún militar, en las últimas protestas por la muerte de Mahsa Amini, en 2022, hubo 516 manifestantes muertos y 50 entre las fuerzas de seguridad. “Si la gente ve una oportunidad, se alzará”.

Además, en las áreas del Kurdistán iraní y en Baluchistán, las tribus ya están armadas, esperando una oportunidad para atacar al régimen.

Pasividad de los países árabes y los aliados de Teherán

Los terroristas de Hamás tenían en mente en los días previos a su atentado del 7 de octubre que los países árabes acudirían al rescate. Es la maldición de la cortedad de miras sunita en la región: la oposición siria también pensó que el régimen caería de inmediato cuando se levantó contra Bashar al-Assad en 2011. En el caso de Gaza, es irónico que los países árabes hayan mirado hacia otro lado mientras la población civil palestina era masacrada, para espanto de los estudiantes propalestinos en los campus occidentales. ¿Quién acogerá a estos millones de desplazados?

Los países árabes no tienen la capacidad o la voluntad de intervenir para proteger Palestina, señala Nematipour. “A lo largo de la historia hemos visto que los árabes nunca han tenido un plan serio para Palestina. Los sunitas en Siria también esperaban que intervinieran, y eso nunca ocurrió. Es un error que se repite constantemente”. Los países árabes, incluidos los del Golfo, prefieren mantener relaciones con Occidente y centrarse en su prosperidad económica. Uno de los objetivos del atentado de Hamás era frenar el acuerdo entre Riad y Tel Aviv, como continuación de los de Abraham.

De la misma manera, los aliados internacionales de Teherán, que son Moscú y Pekín, no están en disposición para mover ficha. Vladimir Putin está muy ocupado con Ucrania, y las obsesiones bélicas de Xi Jinping se circunscriben a Taiwán y al Mar de la China meridional.

Oriente Medio nunca volverá a ser lo mismo

Las operaciones israelíes contra Hamás continuarán en Gaza hasta que se llegue a algún acuerdo político para recuperar a los rehenes y sacar a los dirigentes de Hamás de la franja, pronostica el coronel, serán operaciones de menor intensidad que en Líbano, pero continuarán. Es probable que Hezbolá sobreviva, pero su capacidad de amenazar a Israel o de servir de “mano derecha” de Irán en Siria se ha degradado considerablemente. El control iraní sobre franjas de Siria e Irak se reducirá en consecuencia.

Israel no va a retirarse de Líbano, vaticina Nematipour, el conflicto actual es directamente entre Israel e Irán. Hezbolá ha sido derrotado, y eso ha cambiado la dinámica. Este es el momento decisivo, el endgame. Oriente Medio nunca volverá a ser el mismo.