Oriente Próximo

Netanyahu arrasa Líbano con tanques pero Hezbolá contesta y mata a 4 soldados israelíes en un ataque con drones

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El de ayer fue un domingo caliente. La ONU denunció nuevos ataques contra sus soldados por parte de Israel, asegurando que las Fuerzas israelíes entraron con tanques en uno de sus cuarteles e hirieron a 15 cascos azules de la FINUL. El presidente israelí, Benjamin Netanyahu, vertió amenazas contra Naciones Unidas y su secretario general, Antonio Guterres. Y para rematar el día, Hezbolá lanzó un ataque con drones sobre suelo israelí que sabemos que a esta hora, al cierre de esta edición, ha dejado al menos cuatros muertos y decenas de heridos.

Todo esto conduce a pensar que dos semanas después del inicio de la ofensiva israelí en el sur de Líbano, permanece la "niebla de guerra" sobre el resultado de las operaciones. Ni Tel Aviv ni Hezbolá dan información precisa sobre avances o defensas, por lo que se infiere que a ninguno de los dos le está yendo todo lo bien que esperaba.

La milicia terrorista chií pasa por su peor momento en décadas tras la eliminación sistemática de sus líderes y los sucesores de sus líderes. Sin embargo, ni eso ni la presencia de tanques y soldados israelíes en sus feudos, impide que sigan enviando proyectiles y drones sobre el norte de Israel.

De hecho, este domingo se produjo el mayor ataque sobre suelo hebreo desde el principio de la guerra abierta contra los terroristas libaneses. El bombardeo con drones ha dejado al menos cuatro muertos y decenas de heridos, siete de ellos en estado crítico. Ha ocurrido en la ciudad de Binyamina, al sur de Haifa.

Poco después, Hezbolá se adjudicó la autoría del ataque, lo que supone un duro varapalo para la estrategia militar de Netanyahu y Yoav Gallant: el ataque no fue detectado ni sonaron las sirenas de protección, según informa el Times of Israel. Eso querría decir que los terroristas siguen militarmente activos y con capacidad no sólo de defenderse, sino de causar daños a su enemigo en su propio territorio.

Por otro lado, lo único que sabemos con certeza de la incursión israelí en Líbano es que continúa dejando por el camino un reguero de heridos pertenecientes a la FINUL, la fuerza internacional de las Naciones Unidas destacada en ese país. Después de los cinco heridos en 72 horas, ninguno de ellos español, la ONU informó este domingo de 15 cascos azules afectados por abrasiones en la piel y problemas de respiración producto de los ataques israelíes en las cercanías de una de sus bases en Ramyeh, junto a la llamada Línea Azul que separa desde el año 2000 Israel de Líbano.

La ONU habla de presencia de tanques y de daños estructurales más allá de los personales, en lo que consideran una maniobra de disuasión para que abandonen la zona. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), por su parte, niegan que la operación supusiera ningún riesgo para los cascos azules y afirman que en ningún caso ha de considerarse como una amenaza por mucho que las evidencias parezcan apuntar a lo contrario. De momento, la FINUL, que lleva 18 años intentando sin éxito ayudar al inoperante gobierno libanés a mantener la paz al sur del río Litani, se quedará en sus posiciones. Así lo han manifestado las propias Naciones Unidas en un comunicado público.

Los vehículos de las fuerzas de paz de la ONU (FINUL) circulan por Marjayoun, cerca de la frontera con Israel.

Los vehículos de las fuerzas de paz de la ONU (FINUL) circulan por Marjayoun, cerca de la frontera con Israel. Reuters

Netanyahu y la ONU

La negativa a retirarse al norte de la zona protegida por la resolución 1701, que puso fin al anterior enfrentamiento abierto entre Hezbolá e Israel en 2006, ha provocado la ira de Benjamin Netanyahu, mucho menos ambiguo y diplomático en sus declaraciones. En una carta abierta a Antonio Guterres, lamenta todo daño producido a las FINUL, pero insiste en que lo mejor es que se retiren cuanto antes de la zona para evitar nuevos incidentes. Asimismo, insiste en que los cascos azules son rehenes de Hezbolá, pues la milicia terrorista aprovecha su presencia para colocar sus arsenales en las cercanías, así como la entrada y la salida de los túneles kilométricos que atraviesan el país.

Según Netanyahu, los soldados de la FINUL estarían siendo utilizados como escudos humanos y por eso él no puede garantizar su seguridad. El objetivo de Israel, según afirmó este domingo el ministro de defensa, Yoav Gallant, es evitar que Hezbolá recupere sus posiciones en el sur y no se detendrá ante ningún obstáculo en su expansión por la zona. Aunque la presión sobre Guterres es evidente y la misiva sólo se puede entender como una amenaza, lo cierto es que el Secretario General ni siquiera tiene la potestad de retirar las tropas. Sólo puede hacerlo el Consejo de Seguridad, donde, probablemente, se vivirá el enésimo enfrentamiento entre Estados Unidos por un lado y Rusia y China por otro.

Quedan en medio los pacificadores y la incertidumbre de si esta pelea entre bloques, unida a la determinación israelí y a la falta de voluntad de Hezbolá de detener sus propias operaciones militares acabará costando la vida de algún soldado y el consiguiente conflicto diplomático. De entrada, Giorgia Meloni, primera ministra de Italia y tradicional defensora del régimen israelí, llamó este domingo a Netanyahu para avisar de que todo ataque a las FINUL es "inaceptable" para su gobierno.

Trump ataca a Biden

Todo esto llega mientras el mundo espera la anunciada respuesta israelí al ataque de Irán del pasado 1 de octubre. Teherán sigue con sus amenazas rutinarias y EEUU con el optimismo proverbial de la administración Biden. Según filtraron altos cargos a la prensa estadounidense, el número de objetivos posibles de Israel se habría acortado en los últimos días tras la charla entre Netanyahu y Biden. Con todo, lo más probable es que Israel acabe haciendo lo que crea más conveniente sin atender a presiones ajenas ni a promesas de apocalipsis por parte de sus enemigos.

De hecho, por si acaso, EEUU ha anunciado el envío de un avanzado sistema de defensa antiaérea a Israel, junto a 100 de sus soldados para ayudar a su funcionamiento. En Washington no temen sólo el ataque de Israel o sus consecuencias electorales -que las tendría, si la cosa se va de las manos-, sino la consiguiente respuesta de Irán. Aquí chocan dos sensibilidades opuestas en un país dividido por la mitad: los demócratas piden prudencia y diplomacia para poner fin a la escalada mientras que los republicanos optan por la vía más dura.

Este domingo, el expresidente Donald Trump aseguró a FOX News que Netanyahu estuvo en su residencia privada de Mar-A-Lago, en Florida, y que fue una visita de lo más productiva. Calificó al líder israelí de "un hombre fuerte" y alabó el hecho de que no obedezca a Biden, obviando que tampoco le obedecía a él cuando presidía el país y probablemente tampoco lo haga si sale elegido en noviembre.

Hace pocos días, Trump animaba al primer ministro israelí a acabar con el programa nuclear iraní en contra de la política de su propio país. No hace tanto que le había llamado "desleal" en una entrevista con Barak Ravid. Demasiados intereses cruzados en una situación que no hace más que complicarse.