¿Por qué dormimos?

Lo que hace el cerebro mientras dormimos

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Nos pasamos alrededor de un tercio de nuestra vida durmiendo y, aunque esto parece que sea una pérdida de tiempo, es algo imprescindible para vivir. Según varias investigaciones, se ha comprobado que durante el sueño el cerebro consolida y crea conexiones neuronales y desecha las antiguas, de tal forma que las experiencias y recuerdos útiles queden asentados.

No por dormir el cerebro trabaja menos sino todo lo contrario, funciona como una planta de reciclaje capaz de distinguir entre pensamientos necesarios y desechables de todo lo ocurrido en el día. De hecho, consume el 20% de la energía de todo el cuerpo.

Evitando enfermedades

Si el cerebro funciona como una planta de reciclaje, ¿dónde van a parar los desechos?. Esta es otra de las grandes cuestiones. Al parecer, el cerebro cuenta con el sistema glinfático, que se encarga de limpiar las toxinas generadas durante la actividad. Su funcionamiento es vital para evitar que se desarrollen enfermedades como el Alzheimer.

Este sistema está 10 veces más activo cuando dormimos que cuando estamos despierto y, para mejorar el rendimiento, las células cerebrales disminuyen su tamaño en un 60% para poder eliminar los desechos más fácilmente

La mayor parte de enfermedades neurodegenerativas están relacionadas con esto, de ahí que dormir sea algo imprescindible para que el cerebro pueda eliminar las toxinas que, de no ser así, provocarían desajustes ocasionando enfermedades.

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Nuevas técnicas de estudio

Para llegar a las conclusiones  presentadas anteriormente, los científicos han conseguido dar con un sistema con el que corroborar todas las hipótesis. Tras haber funcionado correctamente en los cerebros de los ratones (lo más parecidos a los humanos) creen que este órgano funciona de manera similar al hígado purificando la sangre.

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La técnica consiste en inyectar pequeñas cantidades de fluido fluorescente en la médula espinal, de forma que se pueda ver el recorrido que este hace mediante potentes escáneres. Se comprobó que el líquido cefalorraquídeo llegaba rápidamente al cerebro y lo abandonaba limpio por rutas claramente apreciables y predecibles (todo esto estando el ratón anestesiado).

Así, comprobaron que este sistema glinfático entraba en funcionamiento al estar dormidos. Mientras estamos despiertos, es el área llena de líquido que rodea al cerebro y baña las células (que ocupa el 20% de éste) el que se encarga de eliminar diariamente los residuos pero en menor medida que cuando dormimos.

Entonces, ¿es mejor dormir más?

Se estima que dormir 8 horas diarias es lo necesario para tener una salud óptima, pero tras más de seis años de investigación y analizar más de un millón de adultos se llegó a la conclusión de que las personas que dormían entre 6 y 7 horas tenían un índice de mortalidad más bajo que las que dormían más de 8 o menos de 6 horas.

Pero esto es solo una estadística, no se sabe la relación que puede tener esto con la esperanza de vida, pero uno de los científicos responsables de este estudio, Daniel F. Kripke nos confirma que dormir 6 horas y media es lo ideal para que el cerebro complete todo el análisis que comentábamos anteriormente. Para la ciencia, dormir más horas, no tiene sentido.

Otra curiosidad a destacar es que la estadística también reveló que la gente que tomaba pastillas para dormir tenía más probabilidades de fallecer antes que otra que sufría de insomnio. Y es que todo apunta a que el insomnio no es más que un síntoma de la depresión y no de falta de sueño como se pensaba.

En los siguientes gráficos se puede ver el riesgo de mortalidad (gráfico de barras superior) teniendo en cuenta el sexo de la persona y las horas que duerme (gráfico inferior):

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Sin duda el cerebro, a pesar de ser uno de los órganos sobre los que cada vez se conocen más cosas, no deja de sorprendernos. Es increíble la cantidad de tareas que es capaz de llevar a cabo para hacer que el resto del cuerpo sobreviva.

Otro tema que sería interesante tratar es el de los sueños, algo sobre lo que hablaremos en próximas entradas.

Fuente |  NewYorkTimes