¿Por qué no sentimos culpa cuando pirateamos?
Un nuevo estudio ha revelado por qué no sentimos culpa cuando pirateamos, y lo ha comparado con el robo de objetos físicos.
11 mayo, 2016 18:19Noticias relacionadas
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Un nuevo estudio revela por qué no sentimos culpa cuando pirateamos.
Piratear está mal. Ya está, lo he dicho. Seguramente la mayoría de los lectores estarán de acuerdo, aunque el verdadero debate estará en si piratear es lo peor que podemos hacer.
Mucha gente argumentará que piratear es la alternativa “menos mala”, frente a precios excesivos, disponibilidad limitada, calidad dudosa y otras prácticas de la industria que lamentablemente son el estándar. Pero pese a todas las excusas y razones por las que pirateamos, nadie negará que es algo malo.
El misterio de la piratería en nuestro cerebro
Y si sabemos que es malo, ¿por qué no tenemos ningún sentimiento de culpabilidad cuando lo hacemos? ¿Cómo somos capaces de descargar discos de música uno detrás de otro sin ningún remordimiento? ¿Cómo buscamos los últimos estrenos sin pensar en todas las personas que dependen de la distribución oficial? Si en nuestro país la piratería es una actividad ilegal, ¿por qué somos más propensos a realizarla que, por ejemplo, robar un disco en una tienda?
Para la mayoría de la gente, piratear no es robar, por mucho que las organizaciones de defensa de derechos de autor intenten adoctrinarnos de lo contrario. Y ahora, un nuevo estudio del Instituto Monash de neurociencias ha intentado averiguar el motivo por el que ciudadanos que normalmente siguen la ley a rajatabla no tienen reparos en romperla para descargar archivos piratas.
La clave del estudio estuvo en comparar las ondas cerebrales de aquellos que pirateaban con las que robaban objetos físicos, como un bolso. Después de un cuestionario, en el que los participantes confirmaron que estaban más dispuestos a piratear que a robar, los investigadores escanearon sus cerebros en dos ocasiones.
Buscando en el cerebro de los piratas
En la primera ocasión los investigadores descubrieron que el cerebro de los participantes estaba mucho más activo cuando pensaban en obtener objetos intangibles que en objetos tangibles; según los expertos, esto significa que el cerebro humano tiene mucha más dificultad en imaginar y representar objetos intangibles.
En la segunda tanda de escáneres cerebrales, se les pidió a los voluntarios que se imaginasen a si mismos obteniendo objetos digitales y físicos, tanto de manera legal como ilegal. Las reacciones en el cerebro fueron claras: cuando los participantes pensaban en robar un objeto físico, se activaba la corteza orbitofrontal, una región del cerebro relacionada con el procesamiento cognitivo de la toma de decisiones y con los sentimientos morales que conllevan.
En otras palabras, cuando “robaban” un objeto físico, a su cerebro les entraba remordimientos; sin embargo, cuando pensaban en descargarse archivos piratas, esa zona no se activaba tanto en comparación.
Por lo tanto, la conclusión a la que llega el estudio es que consideramos los objetos físicos y digitales de manera diferente, aunque sean el mismo producto (un CD de música y las mismas canciones en MP3, por ejemplo), y eso nos ayuda a piratear sin miedo ni consideración por lo que estamos haciendo.
Por qué no sentimos culpa cuando pirateamos
Los expertos creen que esto es fruto de nuestra evolución: en los últimos milenios hemos interactuado más con objetos físicos, y no sólo les hemos dado un gran valor, sino que normalmente respetamos la propiedad ajena. Las personas actuales tienen estos sentimientos después de miles de años en los que hemos aprendido que coger lo de los demás está mal.
En cambio, cuando tratamos con objetos que no podemos tocar, no tenemos esa misma referencia, y por eso podemos descargar sin remordimientos. Esto puede tener importancia más allá del estudio de la piratería, sobre todo en una era en la que dependemos cada vez menos de objetos físicos.
Sin embargo, tal vez el estudio no tiene en cuenta un detalle muy importante: copiar no es robar. Es algo que los internautas llevan años repitiendo; por la propia naturaleza limitada de los objetos físicos, cuando robamos uno la otra persona se queda sin él, pero cuando copiamos una canción, la original permanece igual.
Al final, lo único que podemos tener claro es que la era de Internet está cambiando nuestros valores y la manera en la que tratamos a los objetos, físicos o no.