El lanzamiento de anoche de SpaceX fue muy especial, por varias razones. Para empezar, era un lanzamiento "gratis", ya que la carga era el nuevo satélite de comunicaciones AMOS-17 de la empresa israelí Spacecom. En septiembre de 2016, el satélite AMOS-6 fue destruido en una enorme explosión mientras se realizaban pruebas al cohete Falcon 9 que lo iba a poner en órbita.
Este viaje gratuito de la nueva versión del satélite es algo así como la disculpa de SpaceX por aquel desastre. Pero eso no significa que la compañía fuese a lo seguro: el cohete usado hoy ya había volado en dos ocasiones anteriores, por lo que se encontraba en el límite de lo que los ingenieros han probado.
La visión de SpaceX consiste en abaratar los costes reutilizando la mayor cantidad de partes como sea posible; y que con un pequeño mantenimiento sea posible volver al espacio en poco tiempo. De hecho, durante la revisión de este cohete se encontraron problemas con algunas válvulas, que tuvieron que ser cambiadas.
SpaceX consigue recuperar la cofia
Al usar tres veces el mismo cohete, SpaceX ha demostrado que esta visión es posible, si bien no va a poder usarlo una cuarta ocasión; poner el satélite en órbita suponía que el Falcon 9 no iba a poder realizar la maniobra de aterrizaje habitual.
En cambio, SpaceX se ha conformado con realizar una operación que raramente sale bien: capturar las piezas del cohete conforme caen a la tierra. En concreto, se trata de la cofia que se separa del cohete para desvelar el satélite antes de ponerlo en órbita.
Esta pieza tiene paracaídas, pero son insuficientes para amortiguar el golpe. Por eso, SpaceX puso una barca con una enorme red en la localización prevista, y consiguió atrapar la pieza. Ver el proceso a cámara lenta es muy satisfactorio.