El récord de velocidad de un coche de producción ha vuelto a caer, dos años después de que el Koenigsegg Agera R, que en 2017 consiguió una cifra que ya por aquel entonces era brutal, 457 kilómetros por hora.
En estos dos años, hemos visto algunos lanzamientos muy importantes en el sector de los "hiper-deportivos", pero ninguno como el del Bugatti Chiron. El sucesor del famoso Veyron, el coche que en su día era sinónomo de velocidad, ha cumplido con creces todas las expectativas.
Curiosamente, Bugatti se ha tomado su tiempo. El Chiron lleva en el mercado desde el 2016, y desde entonces estábamos esperando a que intentase batir el récord de velocidad; aunque la verdad es que decir que "estaba en el mercado" es tal vez exagerar, teniendo en cuenta la exclusividad de este vehículo, con un precio base de 2.400.000 €.
Bugatti bate el récord de velocidad con su Chiron
Ahora sabemos porqué Bugatti no intentó de primeras batir el récord: quería hacerlo de manera que no quedase ninguna duda de que el suyo era el coche de producción más rápido sobre la faz de la tierra.
Para atacar el récord, Bugatti ha colaborado con Michelin; al fin y al cabo, no todos los neumáticos son capaces de soportar las enormes fuerzas que supone superar los 450 km/h. En el proyecto también colaboró el fabricante italiano Dallara, detrás de algunos de los coches de carreras más pilotados del mundo, para ajustar el chasis.
A los mandos, el piloto Andy Wallace, que tiene algo de experiencia en estas pruebas. Él fue el pionero que se metió en un McLaren F1 y alcanzó los 391 km/h en un coche sin modificar, dando el verdadero pistoletazo de salida a esta guerra entre marcas.
El objetivo no era simplemente alcanzar una velocidad punta. Este tipo de pruebas suelen consistir en dos tandas, una de ida y otra de vuelta, y el resultado final es la media entre ambas. A estas velocidades, cualquier recta de cualquier circuito se termina en un instante; por eso la prueba se realizó en la pista de Ehra-Lessien y sus 8,7 kilómetros de longitud.
El Chiron usado era básicamente el mismo que podemos comprar, aunque con algunas modificaciones. Es 25 centímetros más largo, para que atravesar el aire sea más fácil; la altura se ha reducido usando calibración por láser, y la trasera se ha modificado para eliminar drag, o resistencia aerodinámica. Por esa razón, la salida de los tubos de escape se ha cambiado de sitio, para que los gases producidos no frenen al coche.
Ya no tiene el alerón activo, por ejemplo, pero eso también supone que no tiene tanta carga aerodinámica; justo lo que no quieres si el coche te hace un "extraño" a esa velocidad. El equipo trabajó en otras áreas para mejorar la estabilidad a altas velocidades.
El motor es básicamente el mismo que el de serie, pero potenciado; sigue siendo un W16 de 8.0 litros, pero se ha "tuneado" hasta los 1.578 caballos. Sin embargo, la caja de cambios es la misma.
El resultado de todo este trabajo se define en cifras: el coche alcanzó una velocidad máxima de 490,47 km/h, convirtiéndose en el primero que es capaz de superar la barrera psicológica de las 300 millas a la hora.
Bugatti hace historia, pero nos hace preguntarnos, ¿dónde está ahora el límite?