A pesar de ser unos dispositivos relativamente recientes, ya han causado demasiados quebraderos de cabeza como para que las agencias de seguridad aérea no hayan establecido leyes claras. La facilidad de acceso a un dron y las estrictas medidas de seguridad a las que están sometidos los aeropuertos y zonas de vuelo no se llevan demasiado bien.
La mejor prueba de ello la hemos vivido en nuestras propias carnes hace unas horas con el cierre del aeropuerto de Barajas debido a la presencia de drones en las inmediaciones. Estos pequeño aparatos no son unos extraños en nuestra geografía y no es raro ver comunicados de avistamientos de drones por parte de pilotos cuando encaran el aterrizaje.
Las tripulaciones tienen en deber de comunicarle a la torre de control si ven algún dron y ésta, a su vez, debe comunicárselo al resto de aviones que se dispongan a ejecutar el aterrizaje o despegue. También desde la torre se encargarán de avisar a la autoridad competente y, además, establecerán un nivel de peligro basándose en los avistamientos de las tripulaciones. Hasta poder incluso cerrar el aeropuerto.
La legislación vigente
El uso recreacional de los drones es una actividad bastante común. Basta pasear por el campo los fines de semana para comprobar la cantidad de estos aparatos que sobrevuelan parajes de toda España mientras realizan fotos y vídeos.
Pero, aunque creamos que nos encontramos en mitad del campo, es posible que cerca exista alguna base militar, un aeródromo o alguna zona sensible que nos pueda acarrear problemas (como centrales nucleares). Cuando el vuelo se realiza con pequeños dispositivos y de forma recreacional, condiciones en las que no se requiere licencia, es fácil pensar que no estamos sujetos a restricciones. Si queremos evitar cualquier tipo de susto lo mejor que podemos hacer es consultar el mapa de Enaire para conocer qué zonas están libres de vuelo y cuales se encuentran restringidas o son peligrosas .
Para hacernos una idea aproximada, debemos dejar un radio de al menos 8 kilómetros desde un aeropuerto para poder volar nuestro dron. Además, si queremos sobrevolar poblaciones o aglomeraciones de personas nuestro dron debe pesar menos de 250 gramos, no sobrepasar los 20 metros de altura, mantener una distancia prudencial con edificios y mantener el dron siempre a la vista.
Tenemos que tener en cuenta que, algunos parques situados en el centro de las ciudades, están cerca de aeropuertos y pueden formar parte del espacio aéreo controlado (CTR). Si sabiendo esto, queremos volar un dron en un espacio aéreo controlado, debemos tener la licencia, un permiso de AESA (Agencia Estatal de Seguridad Aérea) y si el dron pesa más de 25 kilogramos debe llevar un transpondedor (como el que está instalado en los aviones) para que el controlador aéreo pueda identificarlo en el radar.
Otro de los componentes obligatorios, tanto para uso recreacional como profesional, es la matrícula. Debe estar instalada en nuestro dron y en ella deben aparecer datos fundamentales como el fabricante, modelo, número de serie, tipo de dron y el nombre del operador junto a los datos del contacto. Además, la matrícula debe de ser ignífuga y los datos deben estar grabados para que sean igualmente resistentes al fuego.
En lo relativo a seguros, si nuestro dron se utiliza para uso particular no será necesario aunque sí recomendable. Un seguro de responsabilidad civil cuesta pocos euros al año y puede salvarnos en caso de que nuestro dron cause algún destrozo. Por el contrario, cualquier tipo de uso profesional de un dron debe llevar consigo un seguro además de las licencias y capacitaciones del piloto.
Cierre de Heathrow
Al igual que el aeropuerto de Madrid-Barajas, Heathrow es uno de los más ocupados de todo el mundo y ya sufrió cancelaciones debido a drones el pasado septiembre. Cientos de vuelos copan prácticamente las 24 horas del día y el cierre de su espacio aéreo se traduce en millones de euros para las aerolíneas y viajeros.
Cuando consciente o inconscientemente provocamos que un aeropuerto cierre debemos dar por seguro que nos están buscando para que respondamos. Poner en peligro a un avión por volar un dron cerca de un aeropuerto puede acarrear multas millonarias al igual que si apuntamos con un láser a los aviones. Moda que, desgraciadamente, sigue muy vigente en España.