El ejército de Estados Unidos tiene un presupuesto que bien podía ser el de toda una nación entera. Esto le permite, entre otras muchas cosas, tener la flota de aviones más avanzada del mundo con algunos aparatos bastante originales si los comparamos con las unidades de países de primer nivel como pueden ser Alemania o incluso Reino Unido.
El Air Force One, el avión presidencial por excelencia, es uno de los más famosos en todo el mundo y está a años luz del "discreto" Falcon con el que cuenta Pedro Sánchez o de cualquiera del resto de líderes europeos. Pero si las cosas se ponen realmente feas, el presidente estadounidense tiene a disposición un avión, que por antiguo, es más seguro para según qué circunstancias.
El Doomsday Plane es el avión presidencial que Trump, y cualquiera de sus sucesores, utilizaría en el hipotético caso de una guerra nuclear contra Estados Unidos. Un Boeing 747, mismo modelo que el Air Force One, con todos los instrumentos y equipamiento analógico para evitar quedarse inoperativo en mitad del conflicto.
Desde Guerra Fría
El desarrollo del avión tuvo lugar en 1973 plena Guerra Fría cuando Estados Unidos y la Unión Soviética estaban al borde de un ataque nuclear. Para la base del avión se utilizó un Boeing 747-200B, uno de los primeros desarrollos del clásico Jumbo que se había establecido como la aeronave más avanzada de su tiempo.
El Doomsday Plane no ha sufrido a penas modificaciones en el equipamiento de navegación desde que se fabricaron en los 70. De hecho, una de sus fortalezas es equipar la misma tecnología analógica con la que contaban los aviones de la época.
Gracias a que sus instrumentos de vuelo huyen de lo digital, son prácticamente inmunes a cualquier tipo de hackeo informático. Además, incluye todo tipo de contramedidas para evitar que los ocupantes (entre los que se encontraría el presidente del país junto a su plana mayor) queden inmunes ante una guerra nuclear.
Entre el equipamiento destacable encontramos la instalación de una antena capaz de contactar mediante un sistema de satélites con cualquier punto del planeta incluidos los submarinos nucleares estadounidenses sumergidos. En su afán de fortaleza, también cuenta con protección ante el pulso magnético que se sucede tras una explosión nuclear y que dejaría fuera de juego cualquier aparato eléctrico no protegido. Por otro lado, a la protección contra bombas nucleares se le une un escudo que disipa altas temperaturas, según podemos leer en la página de la Air Force.
El avión consta de 3 plantas muy diferenciadas. La superior, situada tras la cabina, es la zona de los pilotos y de todo el equipo de navegación de la aeronave. La segunda, correspondiente con la zona principal, alberga una zona de reuniones, todo el equipo de telecomunicaciones y salas ce toma de decisiones además de una zona de descanso. El Doomsday Plane sería el relevo directo de la máxima autoridad militar ejecutiva (NCA, National Command Authority) que, en tiempos de paz, se encuentra en el Pentágono. En la última planta se emplaza todo el equipamiento de comodidades como el tanque de agua y de la antena encargada de las comunicaciones con los submarinos.
7 días de vuelo
Otra de las principales bazas del Boeing E-4B, como así se denomina técnicamente, es la capacidad de reabastecimiento en vuelo. Los 112 miembros de la tripulación más los mandos del ejército embarcados se estima que puede mantenerse en el aire durante 7 días completos. La limitación le sobreviene por el consumo de aceite que tienen los motores en su operativa normal y la imposibilidad de rellenar el depósito en pleno vuelo.
El Air Force One cuenta con todas las comodidades posibles para el presidente y su equipo. Además, es común que en su interior viajen periodistas de los diferentes medios de comunicación de Estados Unidos. Este avión, también un Boeing 747-200, tiene un compañero de aventuras si viaja fuera del país norteamericano.
El E-4B acompaña al Air Force One allá donde vaya cuando traspasa fronteras estadounidenses. Si bien el avión presidencial suele aterrizar en los aeropuertos más próximos a destino, el Doomsday Plane lo hace en aeropuertos más alejados para no desviar la atención.
El avión se encuentra en alerta permanente en una base aérea del estado de Nebraska. Allí un equipo de técnicos permanece dentro del avión listos para salir en cualquier momento. Incluso se dice que los motores del avión se encuentran permanentemente arrancados, según publicó el New York Post en 2017. En los años más duros de la Guerra Fría, el avión permanecía en la Base Militar de Andrews, a escasos kilómetros de la Casa Blanca. Por aquel entonces, 15 minutos eran suficientes para que el presidente estuviera en el aire dentro del avión.
Por el momento no existe un reemplazo del E-4B. Actualmente se encuentran operativas las 4 unidades que se construyeron (3 de E-4A convertidas en E-4B y una E-4B original). El ciclo operativo espera terminar en el año 2039, aunque no es extraño que pueda ampliarse más allá como ya han hecho con el B-52 Stratofortress.
Boeing, la responsable de su desarrollo, recibió hace unos años un contrato de 2 mil millones de dólares para mejorar el E-4B. El contenido del contrato es secreto y no se han revelado las mejoras instaladas. El coste de construcción se ha estimado en 250 millones de dólares y la hora de vuelo en unos 160.000 dólares.