Cuando Microsoft presentó ante el mundo la Surface hace ya más de 7 años fue un concepto muy poco comprendido. La poca acogida inicial no nubló la vista de los responsables de la compañía que siguieron apostando por este tipo de dispositivo hasta dar con la tecla correcta.
Poco a poco y generación tras generación ha conseguido persuadir a un público que ve en el concepto Surface Pro como el equilibrio perfecto entre una tablet y un ordenador portátil. Si bien no ha perdido la esencia de ultraportabilidad, han ido renovando y actualizando el resto de los aspectos. Desde el teclado hasta el Surface Pen pasando por el resto de especificaciones técnicas.
La Surface Pro 7 viene a relevar a una versión 6 que ha funcionado realmente bien a la compañía de Redmond. No tendrá muy fácil revalidar el éxito de la anterior generación dada la creciente competencia en ultraportátiles y unos precios no aptos para todos los bolsillos, aunque su aspiración final es ser la alternativa al iPad Pro, concebido para ser el eslabón perdido entre PC y smartphone.
Potencia de sobra
Una vez configurada la Microsoft Surface Pro 7 queda poner a prueba todos y cada uno de los componentes internos. Nuestra unidad es la más potente de todas las que hay disponibles y eso se nota nada más sentarnos delante de ella.
En concreto, cuenta con un procesador Intel Core i7-1065G7 de décima generación que ofrece potencia de sobra. No hemos encontrado una aplicación o tarea que consiga poner en apuros al nuevo convertible de Microsoft. Combinado con los 16 GB de memoria RAM y con una gráfica integrada Intel Iris Plus podremos ir más allá de lo que esperaríamos en un ordenador portátil tradicional.
La hemos probado con juegos más o menos livianos como puede ser Minecraft (versión de la Store) o juegos online más casuales y el Intel Core i7 ni se despeina. Con esto nos podemos hacer una idea del rendimiento a la hora de realizar tareas más mundanas como ofimática, navegación web o gestión de correo.
Para estas últimas aplicaciones nos bastaría con la versión más económica representada por un Intel Core i3-1005G1 también de décima generación unido a 4 u 8 GB de memoria RAM. Será más que suficiente para no pasar apuros con el consumo multimedia, hojas de Excel, realizar proyectos de PowerPoint o trabajar en cualquier herramienta online.
Las versiones superiores con Intel i5-1035G4 o el citado i7 las dejaríamos para usuarios más avanzados que vayan a sacar todo el partido. Tareas como virtualizar otros sistemas operativos o desarrollar software donde un Core i3 puede quedarse corto y arruinar la experiencia de usuario.
En cuanto al almacenamiento, Microsoft pone a disposición del usuario una carta de almacenamiento SSD de 128, 256, 512 GB o 1 TB. Esta elección también depende mucho de nuestro uso particular y de si vamos a descargar mucho contenido o instalar programas. La ventaja de Windows 10 es que está finamente integrado con OneDrive y podemos aprovechar el espacio extra de la nube de Microsoft para guardar todo tipo de archivos.
Para un uso general sin mucho miramiento por descargar archivos pesados recomendamos evitar el de 128 GB. Con el sistema operativo instalado y todos los complementos necesarios puede que comencemos a llenarlo en el corto plazo. En estos casos es mejor que sobre espacio para que el sistema vaya lo más desahogado posible y nunca quedarnos colgados.
Pantalla y multimedia
Las 12.3 pulgadas con resolución PixelSense (2736 x 1824 píxeles) y el ratio 3:2 de la pantalla son perfectas para trabajar de la forma mas cómoda posible. El formato panorámico desperdicia muchas pulgadas en la inmensa mayoría de aplicaciones dejando espacios vacíos a los lados. En cambio, los 3:2 consiguen aprovechar al máximo cada espacio e incluso consigue adaptarse a la pantalla partida.
Es uno de los grandes cambios a mejor respecto a la primera y segunda generación que sí recurrían a un panel panorámico. De hecho, algunas marcas como Huawei ya fabrican sus portátiles con esta relación de aspecto que además consigue fabricar dispositivos más compactos.
Un punto fuerte dentro de este apartado y que nos ha sorprendido gratamente es el del audio. Un par de altavoces estéreo de 1.6 W unidos a la tecnología Dolby Audio y combinados con un par de micrófonos muy por encima de la media en los portátiles.
Windows 10 no táctil
Una de las grandes bazas de la Surface Pro 7 es la pantalla táctil que intenta aprovechar todo el potencial de Windows 10 para realizar tareas. Lo cierto es que, en nuestro uso, interactuar con nuestros dedos sobre la pantalla ha sido algo más bien anecdótico reservado a pausar un vídeo de YouTube o a subir el brillo desde el centro de notificaciones.
Pese a sus intentos con el Modo Tableta, Windows 10 no es el mejor sistema operativo para el entorno táctil. La falta de aplicaciones nativas UWP (Universal Windows Platform) adaptadas hace que el touchpad o el ratón sean indispensables. Por ejemplo, una aplicación tan sencilla como Twitter no es usable en el entorno táctil e incluso muchos menús internos son herencia de Windows 7.
Esto nos conduce directamente a pensar que la única aplicación o función que puede sacar todo el partido al táctil es Surface Pen. El lápiz digital de Microsoft es otro de los fijos dentro del ecosistema Surface y será la herramienta perfecta para tomar notas a mano alzada o entretenernos en dibujar. La peana capaz de dar casi un ángulo de 180 grados ayuda, al igual que poder apoyarla directamente sobre una mesa -poco recomendable si quieres evitar rayones-.
De hecho, una de las mejores cosas que tiene Microsoft es su Office. Entre la suite de ofimática tenemos OneNote como máxima expresión de cuaderno de notas virtual donde poder llevar toda nuestra productividad diaria. Por ejemplo, para tomar apuntes en clase o en una reunión y que quede todo guardado en la nube y sincronizado entre nuestros dispositivos.
Algo muy similar ocurre con el teclado Signature Type Cover -el más caro- y su excelente rendimiento apto para aporrearlo durante horas aunque siempre echaremos de menos un teclado 'de verdad'. Siempre y cuando vaya acompañado por un ratón físico pues el touchpad que viene integrado nos parece demasiado pequeño para los estándares que se manejan hoy en día. Es cierto que no hay mucho más espacio donde arañar milímetros cuadrados pero quizá Microsoft debería de darle una vuelta a este asunto.
Batería y puertos
La batería tiene mucho que decir también en este caso. Nuestra unidad, comandada por el procesador menos conservador, hemos conseguido alrededor de 7 horas y media con un uso poco intenso que mezcla trabajo y la visualización de vídeos en YouTube. Según Microsoft, la Surface Pro 7 con el i5 y 8 GB de RAM tiene una autonomía estimada de 10 horas y media. De la versión con el i3 no tenemos datos pero será inevitablemente superior a las anteriores.
Todos los miembros de Surface Pro 7 cuentan con un puerto USB Tipo C, un USB Tipo A, un miniJack de 3.5 mm, un Surface Connect para cargar el dispositivo y otro Surface Connect para conectar el teclado. Del Tipo C podemos sacar un HUB con HDMI para conectar una pantalla o una serie de puertos USB para conectar más periféricos.
En el apartado de conectividad tampoco escatiman en especificaciones e incorporan un adaptador de WiFi 6 y Bluetooth 5.0. En esta sección también destacamos la cámara frontal de 5 megapíxeles con soporte para Windows Hello que reconocerá nuestro rostro para desbloquear el equipo y una trasera de 8 que puede servir para ocasiones muy puntuales.
La experiencia Surface
Cuando compramos cualquier miembro de la gama Surface Microsoft nos está vendiendo una experiencia de usuario completa. Algo así como lo hace Apple con sus ordenadores personales recurriendo a materiales premium y una calidad de construcción de primerísimo nivel para fabricar dispositivos duraderos.
Eso no lo podemos discutir pues el bagaje de Microsoft en este sector está más que probado. La Surface Pro 7 busca sustituir a un ordenador portátil proponiendo una solución más flexible que pueda utilizar las propiedades de tableta de Windows 10. Teniendo en cuenta la escasez de aplicaciones, el único uso justificado que nos queda es poder disfrutar de contenido multimedia en aviones o trenes donde el espacio escasea o utilizar el Surface Pen.
Si eliminamos esta variable de la ecuación nos queda un dispositivo demasiado caro como para poder recomendar desembolsar el sobreprecio respecto a un portátil tradicional. Cada cual debe sopesar si quiere esta Surface Pro únicamente para trabajar con el teclado enganchado (para lo cual no la recomendamos) o busca un equilibrio entre el disfrute multimedia en YouTube o Netflix y el trabajo diario junto a un teclado y ratón 'de verdad' (en este caso sí). Como un equipo de sobremesa para las duras jornadas de trabajo con posibilidad de trabajar, puntualmente, fuera de la oficina.
Por otro lado, la peana nos parece una solución a medias con una estabilidad notablemente menor a la que proporciona una base de ordenador portátil tradicional. Mucho ojo con trabajar sobre nuestras rodillas o cacharrear sobre la cama porque tiene más posibilidades de terminar en el suelo.
Mención especial al precio de los accesorios como el teclado-funda que vende Microsoft en su página web por el que hay que desembolsar la nada desdeñable cifra de 179.99 euros u optar por la versión más económica y menos elegante por 149. A los que hay que añadir otros 109 euros si queremos el Surface Pen y otros 90 por el Microsoft Arc Mouse.
Y llegamos al punto fundamental de cualquier dispositivo tecnológico: el precio. La Surface Pro 7 más económica con un Intel Core i3, 4 GB de memoria RAM y 128 GB de almacenamiento SSD cuesta 899 euros. A los que hay que añadir, casi obligatoriamente, los casi 180 euros de teclado. El modelo de la review cuesta 1994 euros (con descuento) sin los accesorios y la versión más cara con el i7, 16 GB de RAM y 1 TB SSD se va hasta los 2.499 euros.
En definitiva, un ligerísimo lavado de cara en forma de actualización de procesadores y la implementación de un USB Tipo C respecto a la Microsoft Surface Pro 6. Es cierto que cada vez hay más productos Surface como la Laptop 3 o el Book pero Microsoft debe centrarse en la renovación de una gama Pro que, como concepto, comienza a agotarse mientras los competidores acechan.