El almacenamiento de datos es uno de los grandes negocios que se han catapultado en el siglo XXI gracias al exponencial crecimiento de internet. Aunque guardar archivos e información en la nube nos parece ya una tarea de lo más cotidiana, detrás de ese simple gesto existe toda una compleja infraestructura de data centers ubicados en los más recónditos lugares.
Además, el futuro es de lo más halagüeño para estas inmensos almacenes de datos. Cada vez más población en el mundo tiene acceso a la red de redes y se espera que el tráfico aumente notablemente con el despliegue del 5G y del internet de las cosas. Millones de GB de datos que se generan y consumen a cada segundo en el mundo necesitan un lugar donde alojarse de forma segura.
Estos servidores requieren de una cantidad inmensa de energía para su funcionamiento y casi otra tanta para poder enfriarse. Lo que irremediablemente encarece la factura eléctrica las grandes compañías y las hace menos competitivas en un mercado que va demasiado rápido.
Servidores congelados y enterrados
Para intentar rebajar el consumo eléctrico, las grandes compañías se han estrujado los sesos para encontrar las mejores ubicaciones para emplazar sus servidores. Se requiere de un ambiente lo más fresco posible para que los inmensos ordenadores se enfríen de forma natural.
Aunque una mina puede parecer el lugar menos idóneo para instalar una granja de servidores, estas excavaciones se diseñan desde el origen para que permitan la mejor ventilación pasiva posible. Desde luego que cuanto más excavemos hacia el núcleo terrestre menor rendimiento de enfriamiento, pero en minas subterráneas no muy profundas las corrientes de aire fresco provenientes del exterior están a la orden del día.
El sistema que conseguía enfriar a los sufridos mineros que picaban roca durante horas sirve ahora para hacer lo propio con los servidores. Actualmente y según recogen desde DE-CIX, existe una mina en Noruega que alberga una instalación de servidores de 120.000 metros cuadrados que mantiene una temperatura constante de 8 grados centígrados.
Para mejorar aún más la refrigeración de esta antigua mina de olivino, utiliza el agua fresca de un fiordo situado a solo 75 metros de la instalación. Además, emplea un intercambiador de calor para mantener los circuitos estancos e independientes. Y la capacidad de generar toda la energía necesaria a través de renovables.
En España tenemos proyectos que se inspiran directamente en la experiencia Noruega. Concretamente en la región minera de Asturias donde existen explotaciones cerradas y otras en proceso de clausura que siguen siendo emplazamientos seguros para albergar servidores. Por el momento solo se tratan de intenciones y no hay nada materializado, pero puede ser una buena medida para paliar el desempleo del Principado.
Microsoft, como una de las empresas más punteras en el mundo de los data centers, tiene un proyecto que sumerge servidores en el mar frente a las costas de Escocia. Los de Redmond se han encomendado a la startup californiana Nautilus Data Technologies para llevarlo a cabo. La misma empresa que tiene entre sus productos un barco (más bien barcaza) que emplaza un auténtico data center.
Cuando finalice la construcción del barco con los servidores incluidos, la compañía lo trasladará al puerto de Estocolmo donde, según declaraciones de su CEO a CBS, tienen todos los permisos para operar. El funcionamiento es muy simple: generar un circuito de agua constante con el agua de mar fresco del puerto de la capital de Suecia.
También Facebook, como otra de las gigantes del tráfico de datos, ha seleccionado un emplazamiento muy original. La compañía estadounidense ha instalado servidores en la localidad sueca de Lulea. Tan solo a 110 kilómetros del Círculo Polar Ártico.
Santa custodia
Otros ejemplos de emplazamientos extraños donde podemos encontrar centros de datos que no esperarías están vinculados con la religión. El primero de ellos se trata de la catedral ortodoxa de Uspenski, en Helsinki. Las galerías subterráneas de éstas construcciones suelen ser frescas y amplias, tanto que ya albergaba anteriormente un refugio antiaéreo.
Este espacio ahora se ha reconvertido en perfecto para albergar los datos. La temperatura baja permite que los servidores funcionen con normalidad, mientras que el calor que emanan las máquinas sirven para absorberse y distribuirse por el sistema de calefacción de la zona, lo que ofrece energía para unos 500 hogares.
Esta iglesia no es la única en la que se conoce que han llegado los datos. En concreto, en la capilla de Salem, en Leeds (Reino Unido), fue cerrada en 2001 y reconvertida también en un espacio en el que alojar servidores de internet.
El data center en la Gran Manzana
Aunque la tecnología de fibra óptica ha mejorado notablemente en los últimos años, todavía el centro de las grandes ciudades con sedes empresariales importantes pueden ser un excepcional lugar donde instalar data centers. Por ejemplo, es el caso de la compañía Sabey Data Center Properties que tiene, en plena Gran Manzana de Nueva York, una de sus instalaciones estrella.
Según informa la empresa en su página web, su punto fuerte es la baja latencia que consigue acercando lo máximo posible su data center a sus clientes. Además de empeorar la experiencia de usuario, si el retraso -latencia- es demasiado grande puede significar perder millones de dólares en transacciones financieras.
Algo similar ocurre en Madrid donde existe una amplísima red de data centers en el distrito de Ciudad Lineal. Con el Brexit, Madrid y Lisboa se posicionan como la puerta de datos de toda la información proveniente de América y oeste de África. Tener estos centros cerca del cliente también permite el edge computing para la transferencia de datos prácticamente en tiempo real.