El pasado fin de semana ha sido uno de los más importantes de la historia reciente de los viajes espaciales. SpaceX y la NASA lograron al borde de las 21:30 horas de España lanzar astronautas desde suelo estadounidense. Se hizo casi una década después y empleando la combinación de cohete y nave más avanzada del mundo.
Tanto la cápsula Crew Dragon como el cohete Falcon 9 habían demostrado ya su buen rendimiento en varias pruebas y test realizados por SpaceX, pero nunca habían llegado tan lejos. Con la nave ya acoplada a la Estación Espacial Internacional es hora de hacer un repaso a los motivos que han llevado a Musk a ser el pionero en esto de colaborar con la NASA en esta tarea tan complicada y cómo ha supuesto un punto de inflexión de los viajes espaciales.
Esta prueba de fuego a la que se ha sometido SpaceX abre la puerta a que empresas privadas comiencen a operar viajes espaciales con todas las garantías. Algo así como las primeras compañías aéreas a principios del siglo XX, la empresa de Elon Musk tiene como objetivo ofrecer viajes a Marte dentro de muy poco, entre otros muchos proyectos.
Fórmula Musk
Obtener un contrato multimillonario de la NASA no es tarea sencilla. Muchas empresas postulan y solo unas pocas consiguen un trozo importante del pastel en forma de lluvia de dólares. Por el momento, la Agencia Espacial de Estados Unidos ha puesto huevos en diferentes cestas y SpaceX ha sido el primero en eclosionar.
Elon Musk lleva desde el 2002 con uno de los proyectos más ambiciosos a nivel privado en busca del equilibrio entre prestaciones y coste operativo. Esto último tiene especial relevancia debido la estratosférica factura de los programas espaciales públicos y a la validación de los 'touroperadores' espaciales del futuro más cercano. Antes del 2014, cuando se decidieron las partidas multimillonarias, SpaceX ya era una de las favoritas en las quinielas gracias al estado avanzado de algunos desarrollos y a las ambiciones marcianas -literalmente- del propio Musk. SpaceX se llevó unos 2.600 millones de dólares para desarrollar el programa completo y la rama aeroespacial de Boeing, la otra beneficiaria, más de 4.000 millones debido al estado poco avanzado de su tecnología.
El concepto que buscan desde SpaceX es el del desarrollo de naves y cohetes reutilizables que consigan los mejores costes operacionales posibles. Algo que le ha venido especialmente bien a la NASA que no tiene que pasar por el duro trance del desarrollo y construcción de una nave espacial al completo. Al mismo tiempo que deja de pagar a los rusos por el empleo de sus naves Soyuz y de sus plataformas de lanzamiento.
En un documento publicado por la propia NASA, se informa que cada asiento ocupado en la Crew Dragon de SpaceX tiene un coste de unos 55 millones de dólares mientras que el coste por asiento en las naves Boeing será de unos 90 millones. En el caso de SpaceX, notablemente menor que los más de 80 millones que Estados Unidos ha tenido que desembolsar por cada asiento en una nave Soyuz desde hace unos años. A la larga y según el mismo informe, la NASA obtendrá cada vez costes menores por asiento.
SpaceX, a día de hoy y a pesar de algunas explosiones recientes inesperadas, es la que va por delante en una carrera espacial que ha pasado de ser cosa de gobiernos a tratarse de mera competitividad ente empresas. Justo en la cara opuesta, tenemos a una división aeroespacial de Boeing que no pasa uno de sus mejores momentos y el proyecto Blue Origin de Jeff Bezos, CEO de Amazon, todavía tiene mucho que demostrar.
La Starliner de Boeing, la otra nave ganadora del contrato, espera realizar el primer viaje a la Estación Espacial Internacional en algún momento del año 2021. Para esa fecha y si todo sale bien, SpaceX llevará algunos viajes de ida y vuelta de ventaja. El primero que vendrá tras el vuelo de este fin de semana se llevará a cabo en agosto de este 2020 -correspondiente a la misión Crew-1- si las revisiones técnicas de la Crew Dragon y del Falcon 9 pasan la prueba. En esa ocasión, en la cápsula ya irán 4 personas: dos astronautas que conducirán la nave y otros dos científicos que trabajarán en la EEI durante unos meses.
Mandar un par de astronautas a la Estación Espacial Internacional es el último examen de la carrera de Elon Musk para postularse como la empresa de cabecera para la NASA. Y todo lo que ello conlleva de cara al futuro.
Próxima parada: la Luna
El denominado programa Artemis quiere llevar de nuevo al hombre a la Luna y para este cometido la NASA se ha aliado con algunas agencias espaciales de todo el mundo como la europea, la japonesa o la australiana. La nave elegida para el viaje es la Starship de SpaceX que promete ser también la elegida para llevar a los primeros humanos al planeta Marte.
Lockheed Martin, Northrop Grumman, Dynetics y Blue Origin son los elegidos por la NASA como proveedores para que un astronauta vuelva a pisar la Luna. La mirada puesta en el año 2024 como clave en esta nueva edad de oro de los viajes galácticos en el país norteamericano.
Blue Origin será la encargada del desarrollo del Integrated Lander Vehicle (ILV, de sus siglas en inglés), un módulo de aterrizaje de tres etapas que se lanzará dentro de su sistema de cohetes New Glenn y junto al sistema de lanzamiento ULA Vulcan. Hasta ese momento, el módulo estará integrado en la Plataforma Oribital Lunar Gateway, desarrollada entre todas las agencias espaciales antes mencionadas.
Por su parte, Dynetics, será la encargada del desarrollo del Human Landing Systeam, correspondiente con la estructura de ascenso y descenso que se lanzará dentro del sistema de lanzamiento ULA Vulcan. Y llegamos a la Starship de SpaceX, un módulo de aterrizaje totalmente integrado que utilizará el cohete SpaceX Super Heavy, según la informa la Agencia Espacial de Estados Unidos.
El viaje de Musk
Y aún queda Marte. La verdadera fijación de Elon Musk es conseguir crear una colonia estable de humanos en el planeta más próximo a la Tierra y parece tener todo bien planeado. Según su propio proyecto, los primeros billetes a bordo de las naves Starship tendrán un coste de unos 500.000 dólares pero las cuentas de Musk estiman que, pasados unos años, podrían reducirse hasta los 100.000. Incluso contempla algún tipo de créditos para devolverlo en cuotas.
La capacidad de las Starship está calculada para acarrear 100 toneladas de materiales y hasta 100 personas. Si los planes de Elon Musk se mantienen, el primer vuelo de carga con destino Marte será en 2022, mientras que los vuelos humanos se postulan realmente entorno al año 2024. Ambos viajes empleando las naves Starship.
Veremos cómo se van desarrollando los acontecimientos pues Blue Origin, de Jeff Bezos, tiene su particular visión de cómo se desarrollarán los viajes espaciales futuros empleando cápsulas cilíndricas gigantes. Actualmente, de lo único que estamos seguros es de que la Crew Dragon y el Falcon 9 de SpaceX, han hecho historia.