Las plataformas de videollamadas han experimentado un crecimiento histórico en estos últimos meses de crisis sanitaria mundial. El teletrabajo y las prohibiciones de viajar para ver a la familia y amigos han impulsado un sector que ya de por sí gozaba de una salud envidiable. En España, Zoom ha conseguido situarse casi como un nuevo estándar para llamadas, videollamadas y conferencias dejando detrás a otras propuestas que parecían mucho más asentadas.
Lo cierto es que, salvo algunos casos muy puntuales, la tecnología de videollamadas no ha evolucionado mucho en los últimos años. Con las herramientas actuales -más nuevas o con más recorrido- podemos hacer prácticamente lo mismo que hace 5 años. Hasta que han llegado los hologramas.
Algo que parece más propio de cualquier película de ciencia ficción es ya una realidad y se está probando con éxito. No sabemos si a corto plazo supondrá una revolución como lo fueron en su día las videollamadas por internet pero de lo que sí estamos seguros es de que abre una puerta tecnológica muy interesante en la que no se había avanzado mucho en los últimos años.
Reuniones en hologramas
La compañía PORTL, radicada en la ciudad estadounidense de Los Ángeles, es una de las mejor posicionadas en esto de los hologramas. El último de sus dispositivos presentados viene a ser una especie de cabina telefónica donde se proyecta un holograma con una resolución extraordinaria.
En las fotos que ha publicado la propia empresa se puede ver la calidad de los hologramas que traspasan por mucho los que hemos visto en algunos de los largometrajes de las sagas más famosas. La retransmisión permite al los interlocutores una comunicación fluida en tiempo real con movimientos incluidos.
Cada dispositivo de PORTL tiene una altura de poco más de dos metros por uno y medio de ancho y algo más de medio metro de profundidad, según recoge Reuters. El emisor del holograma no necesita más que un smartphone y un fondo blanco para poder proyectarlo en cualquier lugar del mundo con una conexión a internet. Por su parte, los receptores son los que tienen que tener la cabina en sus casas para poder visualizarlo al completo.
"Si no puedes estar allí, puedes transmitir allí", ha declarado David Nussbaum, director de la compañía. Esa premisa les ha servido para diseñar, desarrollar y construir todo lo necesario para las videollamadas por hologramas. Nussbaum, que no es un novato en est tecnología, trabajó en la compañía que desarrolló un holograma del presidente de Estados Unidos Ronald Reagan para instalarlo en su biblioteca. También estuvo detrás del holograma creado del famoso rapero neoyorquino Tupac Shakur.
El coste de la máquina de hologramas parte en los 60.000 dólares, algo más de 50.000 euros. Aunque Nussbaum espera que el montante se reduzca considerablemente en un plazo de entre tres y cinco años. También han anunciado las intenciones de lanzar un dispositivo basado en un tablero de mesa más discreto -a la par que económico- el año que viene. Este último concepto sí es más parecido al de las películas.
Para familias y museos
"Podemos conectar a familias de militares que no se han podido ver durante meses", ha declarado el director de la compañía. O cualquier persona que mantenga una distancia social porque esté luchando contra el coronavirus.
La empresa de PORTL se ha aliado con StoryFile, una compañía basada en la misma ciudad californiana que cuenta con tecnología de inteligencia artificial para grabar hologramas que se pueden almacenar y distribuir. Lo que aumentaría la factura de la cabina a 85.000 dólares.
"Las personas pueden sentir que están manteniendo una conversación con un holograma grabado", según ha declarado Heather Smith, directora de StoryFile. "Puedes sentir la presencia, ver los gestos y experimentar todo el lenguaje no corporal".
La colaboración entre las dos compañías las ha llevado a promocionarse en los museos del país norteamericano. Una idea extraordinaria pues los personajes famosos de la historia pueden visualizarse a tamaño real y dejan de ser, durante unos minutos, una fotografía o un retrato inanimado.