La clásica disyuntiva de optar entre una tablet o un ordenador portátil hace mucho que dejó de ser realmente un problema. En España, las opciones capaces de satisfacer ambos mundos son innumerables, pero sin duda una de las más representativas es la Microsoft Surface Pro 8 (desde 1139 euros).
La última hornada de este convertible —como así se denomina la categoría— de la marca de Redmond es, además, la primera en venir con Windows 11 de serie. Atrás queda ya Windows 10 como el sistema operativo encargado de rescatar y reenganchar a muchos usuarios descontentos con Windows 8, aunque es cierto que algunos problemas de entonces se siguen sin solucionar.
Pero más allá de la parte del software, el concepto Surface Pro nace con el afán de ser el dispositivo para todo. La navaja suiza que igual sirve para trabajar en movilidad que para satisfacer la parte de entretenimiento sin olvidar el lado más creativo con el lápiz digital. En EL ESPAÑOL - Omicrono hemos pasado las últimas semanas sentados frente a octava generación de Surface y, como suele ocurrir en casi todo lo que firma Microsoft, hay muchas luces, pero también algunas sombras.
Crece la pantalla
La máxima que parece estar aplicando Microsoft a su gama Surface es: si algo funciona no lo cambies. O al menos no demasiado como para romper las líneas. El diseño y estructura de la Surface permanecen prácticamente intactos generación tras generación, aunque escuchando a los usuarios y puliendo esos detalles que siempre hay que cambiar.
Esta estrategia de la compañía —amada por unos y odiada por otros— ha conseguido crear un icono dentro del mundo de la tecnología. En esta octava generación la Surface aumenta sensiblemente el peso, pero a cambio se obtiene una pantalla de 13 pulgadas, mucho más acorde a los mínimos que se exigen actualmente a los dispositivos para ser verdaderamente útiles en productividad y trabajo diario.
Se trata de un panel Pixel Sense táctil con una resolución de 2880 x 1920 píxeles y que se ve realmente bien gracias a sus 120 Hz de tasa de refresco. A ello se une un brillo suficiente para trabajar en interiores y algo escaso para exteriores sin mucha luminosidad, nada de ponerse a picar tecla o a ver vídeos con el sol encima. Teniendo en cuenta que es un dispositivo para trabajar en cualquier parte, habríamos preferido un punto más en este aspecto.
Bajo techo, trabajar durante horas frente a la pantalla de la Surface es una grata experiencia que se ve potenciada por un formato 3:2 que consigue aprovechar al máximo la superficie. Por ejemplo, a la hora de compartir pantalla entre dos aplicaciones o en ventanas diferentes.
La seña de identidad de esta gama de dispositivos de Microsoft es el soporte que queda perfectamente integrado en la tablet cuando no se necesita, pero que despliega todo su potencial en el modo portátil. Desde hace ya algunas generaciones consigue una libertad de movimientos casi total, con ángulos que van desde perpendicular a la mesa a casi plano formando 180 grados respecto al teclado.
Esto último enlaza directamente con otra de las características fundamentales de todo dispositivo de Microsoft: el Surface Slim Pen 2. Esta segunda versión recurre a un formato más plano que choca de lleno con todo lo establecido. En cambio, gana en un sistema de vibración háptica dedicado a ofrecer mejores sensaciones y que cabe en un hueco hecho a medida en el teclado.
Potencia de sobra
Microsoft ha elegido la undécima generación de procesadores Intel Core con versiones en i5 y en i7 (el modelo del análisis). Realmente son una apuesta segura por potencia y con un excelente equilibrio entre prestaciones y autonomía. La gama Surface Pro, por concepto, no están pensadas para jugar a títulos complejos —con Minecraft puede de sobra— sino más bien se enfocan en la productividad diaria.
Teniendo eso en cuenta es imposible que nos defraude. Las tareas más cotidianas como navegar con muchas pestañas abiertas, utilización de software de edición de fotos, gestión de correo electrónico y todo lo que le pediríamos a un portátil de trabajo estándar lo saca adelante con solvencia.
La Microsoft Surface Pro 8 es la mejor compañera de fatigas que cualquier persona con una alta dosis de trabajo en movilidad puede tener. Ejecutivos que se pasan el día en un avión, comerciales para visitar clientes, reporteros de van de aquí para allá, estudiantes que no quieren padecer de la espalda... Serán los usuarios más felices.
El binomio de procesadores se puede combinar con 8, 16 o 32 GB de memoria RAM y 512 o 1 TB de almacenamiento por SSD. Microsoft no arriesga en este apartado con un hardware más que probado y para nada exclusivo.
La conectividad física está representada por dos USB Tipo-C Thunderbolt 4, un minijack, el acople para el teclado y el ya tradicional Surface Connect para cargar el dispositivo con una clavija propietaria.
Los dos primeros permiten sacar vídeo y conectar pantallas externas sin tener que recurrir a adaptadores a HDMI, algo que se agradece, así como la posibilidad de cargar la Surface. Por poner pegas, los 2 USB Tipo-C y el Surface Connect están en el canto derecho y en el izquierdo nada más se encuentra el minijack; podía estar la distribución más balanceada.
Autonomía
La autonomía es otra de las claves que todo buen dispositivo para trabajar en movilidad debe satisfacer. En el caso de la Surface Pro 8, la prueba de fuego se vivió en el recién concluido Mobile World Congress de Barcelona donde se convirtió en la estación de trabajo ambulante.
La duración de la batería en el modelo con Intel Core i7 se queda alrededor de las 8 horas de trabajo, siempre y cuando desactivemos los 120 Hz de la tasa de refresco de la pantalla. Son más que suficientes para satisfacer una jornada de trabajo estándar, pero tampoco para ir holgadamente.
Si, por el contrario, se activan los 120 Hz la autonomía desciende notablemente alcanzando las 6 horas. Una cifra algo pobre si queremos disfrutar de una de las novedades más importantes durante todo el día.
Sistema operativo
Windows 11 supone un cambio importante en el diseño y en la experiencia de usuario respecto a las versiones anteriores, incluido Windows 10. Microsoft ha sabido actualizar su sistema operativo a los nuevos patrones estéticos dando la apariencia de ser uno mucho más moderno olvidándose de las reminiscencias de Windows 7.
Una de las grandes novedades que la compañía estadounidense mencionó en su presentación fue la introducción de aplicaciones de Android en el sistema operativo a través de una colaboración con la tienda de apps de Amazon. Actualmente, esta función tan solo está disponible en Estados Unidos y los de Redmond no han proporcionado más información sobre su extensión a otros países.
Sin embargo, las aplicaciones disponibles por el momento son realmente limitadas. Apenas unas decenas —respecto a las miles que hay en plataformas como Play Store de Google— donde la mayoría de ellas son juegos sencillos como el Subway Surfer.
Hasta que esto no cambie, es imposible recomendar la Surface Pro 8 para alguien que vaya a utilizar el dispositivo en modo tableta. Para ver un vídeo en YouTube hay que acceder al navegador y movernos por una interfaz especialmente adaptada al teclado y al ratón, lo mismo pasa con Spotify, Twitter, Facebook o cualquier otra red social.
Navegar con los dedos por páginas web no diseñadas para ello se convierte en una tarea complicada para el consumo de contenido más puro y duro o para realizar cualquier tarea en una aplicación disponible para todas las tablets Android y iPads de Apple. Habrá que ver cómo Microsoft integra un buen número de apps en esa versión —todavía— descafeinada de la tienda de Amazon y cómo se ajustan al entorno táctil.
Si la compañía consiguiera atraer y adaptar convenientemente todas esas aplicaciones que tanto usan los usuarios de otras plataformas, la Surface Pro 8 se podría convertir en el dispositivo redondo. Siempre y cuando correr estas apps no suponga un consumo extra a una nada boyante batería.
¿Me lo compro?
La Microsoft Surface Pro 8 es un excelente sustituto de un ordenador portátil. Ligero, potente, una autonomía suficiente y la posibilidad de crear contenido con el Surface Slim Pen 2 será clave para algunos usuarios. Pero, salvo para usos muy puntuales, su uso como tablet decepciona.
La esperanza está en la alianza entre Amazon y Microsoft para ofrecer aplicaciones desarrolladas para Android en Windows 11. Una función que por el momento se encuentra restringida a Estados Unidos y limitada a un número de aplicaciones pobre.
El modelo de acceso de la Microsoft Surface Pro 8 con un Intel Core i5, 8 GB de RAM y 128 GB de almacenamiento SSD tiene un precio de 1139 euros en la web oficial. Por su parte, la versión más avanzada con el Intel Core i7, 32 GB de RAM y 1 TB de almacenamiento SSD está disponible por 2411 euros. A ellos habría que añadir 280 euros del combo teclado y Surface Pen. Se pueden comprar por separado, pero no sale a cuenta.
Desde luego que no es un dispositivo barato, pero es único en su especie. La gama Surface se han convertido en el estandarte de Microsoft y en el perfecto ejemplo de cómo hacer las cosas en la unión software y hardware. De lo mejor en cuanto a portátil, pero muy pobre en el entorno tablet.
También te puede interesar...
- He probado el portátil chino que rivaliza con el MacBook: una bestia potente y premium
- He editado todas mis fotos en este portátil y su pantalla me ha enamorado
- He probado el portátil más pequeño de Honor: es perfecto para trabajar pero olvídate de jugar