Sonos presentó hace tres semanas en Nueva York la Sonos Ray, su nueva barra de sonido que el próximo 7 de junio llega a España por 299 euros. El precio es el principal reclamo del nuevo dispositivo de Sonos, pues Ray se coloca como la opción más asequible de la compañía si lo que queremos es potenciar la experiencia sonora de nuestro televisor.
Sonos Ray es 200 euros más barata que Sonos Beam y cuesta 700 euros menos que Sonos Arc, su barra tope de gama y punta de lanza de catálogo, con lo que aquí las preguntas parecen obvias: ¿a qué renuncia Sonos en Ray para tener una barra de sonido de alto rendimiento a un precio considerablemente menor que sus otras dos opciones? ¿merece la pena quedarse en Ray o es mejor dar el salto a alguna de las otras dos barras de sonido de la compañía?
Para tratar de salir de dudas en EL ESPAÑOL - OMICRONO hemos probado la nueva barra de sonido de Sonos durante las últimas dos semanas para comprobar de primera mano hasta qué punto mejora la experiencia de sonido de nuestro televisor, si merece la pena y en qué situaciones conviene la Ray o no.
Diseño compacto, gran sonido
Lo primero que llama la atención de la Sonos Ray es su tamaño. Es increíblemente compacta y ligera con una altura de 71 mm, una anchura de 559 mm, una profundidad de 95 mm y un peso que no llega a los 2 kg, cabe en cualquier parte. Está pensada no sólo para ser una barra de sonido perfecta para pisos más pequeños que los otros dos modelos, sino que también abre la puerta a que la Ray conquiste otras habitaciones como dormitorios, salas de estudio o gaming. Cobra especial sentido para usarse más allá del televisor.
El gran cambio en el diseño de la Ray con respecto a sus hermanas mayores no es tanto el tamaño sino por dónde sale el sonido. A diferencia de Beam y Arc, en esta ocasión sólo encontramos una rejilla frontal desde donde emana el audio, un reto para que esta barra cumpla una de las grandes ambiciones de Sonos con sus barras: que envuelva la habitación.
Para lograrlo integra en su interior dos tweeters frontales que son los se encargan de las altas frecuencias para tener diálogos claros y nítidos, mientras que otros dos altavoces medios se ubican en las esquinas con un diseño muy particular que logran repartir el sonido por la habitación para dar esa sensación envolvente con las frecuencias medias y graves.
Además, en su interior alberga cuatro amplificadores digitales de clase D que se han ajustado a la estructura acústica de la barra. Esto se traduce en una sorprendente sensación de inmersión en la película o serie que estamos viendo gracias a una barra realmente compacta. El cerebro tarda en procesar que tanto sonido puede venir únicamente de ahí.
Como es habitual en los dispositivos de Sonos pensados para el hogar, cuenta con la posibilidad de ajustar el sonido a la acústica de la habitación a través de TruePlay con la aplicación de iOS. Asimismo, desde la aplicación se puede gestionar la ecualización al gusto, se puede activar la mejora de la voz —para potenciar los diálogos— o el sonido nocturno —una forma de reducir los sonidos fuertes e intensificar los sonidos más suaves—.
Entre las renuncias que Ray tiene con sus hermanas mayores en cuanto a calidad de sonido son Dolby Atmos, TrueHD o PCM multicanal. Esta compacta barra de sonido dispone de PCM estéreo, Dolby Digital, DTS y sonido envolvente de hasta 5.1 (no 7.1 como las otras) un planteamiento lógico si tenemos en cuenta que la orientación de este producto va para televisores con cierta antigüedad o que puedan colocarse en habitaciones secundarias. No opta a lo mejor del mercado, pero su rendimiento es excelente.
Sin HDMI, sin problema
Precisamente la prueba durante estas dos semanas de la Sonos Ray la he realizado en el segundo televisor de casa, una Xiaomi Mi TV 4S que tengo en el comedor y no en el televisor premium del salón donde acostumbro a hacer los análisis. ¿El motivo? tratar de replicar la experiencia que busca Sonos para esta barra por un lado, y por otro para ajustarme a una de las decisiones que más controversia pueden generar en esta barra: la ausencia de HDMI eARC.
La Sonos Ray únicamente cuenta con cable óptico, con lo que a diferencia de la avanzada toma HDMI será necesario configurar el mando del televisor para que éste también pueda controlar la gestión del volumen. Aquí Sonos ha mejorado la compatiblidad. Hace unos años únicamente se podía hacer con mandos con sistema infrarrojo y sufría enormemente para hacerlo funcionar con controladores bluetooth. Ahora, la gestión de este tipo de mandos —como el de mi televisor Xiaomi— es mejor y es capaz también de gestionar la mayoría de ellos.
En mi caso, la configuración del mando fue cuestión de un par de minutos, irónicamente fue lo que más tardó del proceso para poner en marcha la Ray. Con cada lanzamiento Sonos sigue haciendo el esfuerzo de que comenzar a usar sus productos sea cada vez más fácil. Basta con acercar el teléfono a la barra para que éste reconozca el sonido y la configuración se haga sola y al instante. Parece magia.
Como es habitual en las barras de sonido de la marca, cuenta con control táctil en la parte superior, puerto ethernet, compatibilidad con AirPlay 2 de Apple y posibilidad de montarla en la pared (con el soporte que se vende por separado —49 euros—).
Otra de las ausencias de la Ray es el asistente de voz. No integra un micrófono para poder relacionarse con Alexa o el Asistente de Google, con lo que no se podrá pedir que suba y baje el volumen, que encienda o apague el televisor o gestionar dispositivos del hogar. Un sacrificio por el precio pero que no resta valor a lo importante. En cualquier caso, se puede usar cualquier otro altavoz que tengamos en casa —Sonos One, Echo o Nest— para enviarle música a través de un comando de voz.
¿Me la compro?
Si hay una compañía obsesionada con la calidad de sonido, esa es Sonos y con Ray lo demuestra. Esta barra de sonido está pensada para estancias medianas, bien sea para los salones de la mayoría de pisos de España o bien para habitaciones como dormitorios, salas de juegos o estudios. Su tamaño compacto lo hace ideal para ello pudiéndose colocar discretamente dentro de un mueble para el televisor.
Aunque está pensada acompañar al sonido a televisores de hasta 55 pulgadas, donde he realizado las pruebas esta dos semanas. Sin embargo, Sonos nos hizo una demostración de prensa con un televisor de 65 pulgadas y en un amplio salón y el rendimiento era igualmente bueno. Por 300 euros es una compra maestra.
Se siente más limitada que la Beam, pero los 200 euros de diferencia en su precio es un argumento de peso para inclinarse por la opción más barata si se quiere gastar lo justo pero tener una experiencia de sonido sobresaliente. Igualmente, esta experiencia mejora por completo si se complementa con una pareja de Sonos One SL (398 euros la pareja) con lo que se podrá tener un sistema de cine en casa premium por 697 euros, menos de lo que cuesta la Arc.
En suma, Sonos ha logrado con la Ray llevar la experiencia de sonido que es espera de cualquier altavoz de su firma a una barra compacta, de dimensiones impensables sin sacrificar su esencia. Una compra muy recomendable para quien quiera una barra de sonido de calidad sin invertir demasiado.
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